lunes, 31 de diciembre de 2007

Recapitulemos


Anoche tuvimos la última función.

Adiós a nuestros trajes, a los compañeros, a los chicos de caracterización y vestuario, a todos los rincones que hemos ocupado a lo largo de este último mes. El camerino en semipenumbra, las taquillas abiertas y vacias, las calzas y camisetas negras en el cajón de la ropa para lavar. Y mientras colgabamos todo de nuevo en las perchas por última vez, abrazos y sonrisas, apretones de manos y frenéticos intercambios de números de teléfono. Nuestro momento terminaba, al igual que lo hace el 2007.

Y mientras repaso las fotos y videos de los últimos días, y recuerdo todas las anecdotas, todas las frases y las risas, no puedo evitar hacer balance de todo el año. Cosas que he hecho, cosas que he vivido, conocido, sentido, cosas que me he dejado por hacer, cosas que ya jamás haré. Y no se decir si es bueno o es malo, tan solo que de todo ello he aprendido. Una nueva muesca de melancolía, lunas llenas y medias sonrisas en este almanaque de alegrias y penas que ya ha llenado su trigésimo capítulo. Una puerta que se cierra, llevandose una parte de nosotros. Una estación más en nuestro viaje. Pero también, porque no, una nueva oportunidad, la promesa de mil cosas nuevas por hacer y por descubrir, de mil personas por conocer, de mil amaneceres que disfrutar.

Dejemos huir lo que queda del 2007. Silencio. ¿No lo ois? Esta naciendo el 2008.

sábado, 22 de diciembre de 2007

Una cosa clara

Camino hacia casa. Es tarde y apenas se ve gente por la calle. Hace frío y mis solitarios pasos resuenan en la oscura noche, amortiguados de vez en cuando por el sonido de los coches que cruzan el asfalto mojado. Hace frío, sí, pero yo no lo noto. Mi mente sigue procesando la última escena de un capítulo que hoy se cierra para siempre.

Me siento dolido, indignado, enfurecido, triste; todo junto y sin ningún tipo de orden ni concierto. A mi cabeza acuden las frases que no he sido capaz de decir hace apenas diez minutos, cuando hubieran significado la diferencia. Pero da igual. Al final la conclusión es la misma: algo definitivamente se ha roto.

Y reconozco que siempre me pasa. Soy tan tonto que parto del supuesto de que todas las personas son buenas, y las trato con cariño. Hasta que te topas con alguien así, que mira a la gente por encima del hombro, no ya con desprecio sino con algo mucho peor: con paternalismo; que hace y deshace, y que pretende que todo el universo sea su campo de juegos, y que todos vivan o se comporten según sus arbitrarios designios.

Y a mi la gente así me revienta. Juegan un juego que no me gusta y que mientras tenga oportunidad voy a evitar. Eso de que un jugador cambie las reglas del juego a mitad partida me parece injusto, y me niego a no seguir viendo a los demás como iguales. Así, el último capítulo de esta historia era previsible.

Porque si tengo una cosa clara, es que en este mundo tengo amigos tan maravillosos y hay personas tan extraordinarias a las que aun ni conozco, que no tengo porque rodearme de gente que no merece la pena. Así que buena suerte y buen viaje.

viernes, 21 de diciembre de 2007

Sobre las tablas

Se apagan las luces. Los regidores se afanan en tenerlo todo preparado. El coro ocupa la rampa. El segundo cuadro del segundo acto de Don Carlo va a comenzar.

Sube el telón. El coro sale y empieza a cantar. Enseguida se preparan en la rampa los primeros de la procesión. Momentos de nervios. A una indicación, y con la ayuda de cuatro miembros del equipo técnico, la carroza esta ya en el escenario, seguida por los herejes y los penitentes que cargan sobre sus hombros la virgen. Detras vienen los monaguillos y el obispo bajo palio, y detras nosotros.

Me coloco en la linea, erguido sobre la rampa y con las manos sobre la empuñadura de la espada. El regidor nos mira. El corazón bombea a toda velocidad. Esperamos, unos segundos, medio minuto, estamos listos.

Un gesto de la mano y una breve mirada. Con un impulso acabamos de subir la rampa y los focos nos inundan. Estamos dentro...


miércoles, 19 de diciembre de 2007

Beautiful girls


Esta mañana en la oficina, Mark me ha contado lo que soñó anoche. Él estaba con más gente y entre ellos la chica de Contabilidad que le gusta tanto. Ya sabeis, Inma, de la planta 17, esa chica morena, y muy callada, que es amiga de Dori. Pues bien, estaban los dos entre bastante gente, y Mark sentía que no podía seguir sin decirle nada, y acercandose a su oido, le susurraba tres sencillas palabras. Mark hace hincapié en todos los detalles: el roce con los morenos cabellos de ella al inclinarse despacio, como se erizaba la piel de Inma (o quizás fuera la suya propia) tal como las palabras se vertían desde su boca con la delicadeza de un dulce nectar. Después, un segundo en el que el corazón se para. Y cuando Mark se giraba, Inma, aún callada, lo miraba con una amplia sonrisa en la cara, y fugaz, dejaba caer sobre sus labios un tímido beso. Un beso simple, tierno, fresco como un amanecer en la playa. A partir de ahí Mark lo tiene todo bastante confuso. Sabe que la gente sigue ahí pero ya no le importa, ahora solo ve unos ojos, oscuros, que le sonrien y le dicen tantas cosas.

Mark se ha pasado toda la mañana pensando si decirle algo a Inma. Cree que el sueño puede ser una señal de que debe dar un paso. Me ha confesado que echa de menos estar con alguien, y que le gustaria que ese alguien fuera Inma. Echa de menos el sexo, claro, pero sobre todo, y más que ninguna otra cosa, echa de menos la ternura, la complicidad, el contacto cálido de una piel conocida y querida. Se ha puesto triste de repente. Le doy un abrazo.

Me gusta que Mark me cuente sus cosas, que confíe en mi lo suficiente como para abrirme sus anhelos y sus sueños, sus esperanzas e ilusiones. Pero también, me alegra por mi. Supongo que siempre es un alivio comprobar que hay alguien más que sueña y espera de la vida lo mismo que nosotros.

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PS: Hace no mucho hablaba con un angel, un encanto de persona, una chica realmente guapa, que me consta lee este blog pese a lo poco que escribo en él, y me contaba que cree que le faltan pretendientes. A mi me sorprendió muchísimo, no podía creerlo (ademàs, seguro que no me cuenta a mi snif snif). Pues bueno, que sepas, preciosa, que yo siempre te he tenido incluida en la categoría 'Beautiful Girls', que se define por una frase de la película homónima de Tem Demme:

What do you think? A girl like that is born with a boyfriend.

jueves, 29 de noviembre de 2007

Nostalgia

Y sentado en el viejo sillón, cubierto el regazo de las innumerables cartas que ella le había escrito, lloró...

jueves, 22 de noviembre de 2007

Ansia de tocarte

Cuanto tiempo sin verte. Te he echado tanto de menos. Pero al fin estamos juntos de nuevo.

Noto como crece mi agitación y el sordo redoblar de mi corazón se acelera por momentos. No puedo sino empezar a desnudarte de la dura coraza que envuelve tu alma. Despacio, muy despacio, deleitándome con cada nuevo centimetro que aparece al descubierto, cada centimetro de ti.

Mis dedos te cubren, vuelan como pequeñas mariposas a lo largo de toda tu geografía, besandote fugazmente con las ávidas yemas. Cierro los ojos y me concentro en recordarte, todas tus curvas, todos tus secretos rincones mientras tú, sin exhalar sonido alguno, me dejas hacer.

Te abrazo muy despacio, ciñendote a mi, acercandote a mi, a mi pecho, para darte mi calor, ofrecerte mi hálito calido y sediento de ti. Una mano rodea tu cuello de cisne y me acerca tu boca. Delicadamente, poso mis labios sobre ti, te beso dulcemente la boca, y herido de viejos recuerdos, no puedo evitar apretarte con mis dientes en un suave mordisco que ambos recordamos a la perfección, esas cicatrices en el alma.

Juntos, como hace tanto tiempo. Y te conozco, sé que teclas pulsar dentro de ti para que te estremezcas, para que palpites y llenes mi mente y mi cuerpo con el relampago inquieto de tu voz. Y recorro tu cuerpo apretandote, marcando mis dedos sobre ti, mientras continua mi fiero beso.

Pero me siento torpe. Lo que antes conseguía hacerte aullar apenas logra arrancar de ti unos roncos gemidos. Nada sale como pretendo y al cabo, exhausto, te tumbo de nuevo sobre la cama y miro con tristeza mis manos rígidas, como hechas de madera hinchada.

Bueno, lo volveremos a intentar. Mañana, o quizás esta misma tarde. Lo importante es que por fín, volvemos a estar juntos, pienso mientras limpio cuidadosamente mi saxo y lo guardo de nuevo en su estuche.

lunes, 15 de octubre de 2007

Luces



Siempre, desde que tengo memoria, me ha gustado ver las luces de la ciudad.

Cuando apenas era un renacuajo que no llegaba al alféizar de la ventana, y mis ojos necesitaban de una pequeña ayuda óptica, me encaramaba como podía al anochecer a la ventana del cuarto de mis padres que daba a un amplio deslunado, y allí, olvidadas las lentes sobre la cama, miraba sin ver, las infinitas luces que llenaban la ciudad como una extraña constelación de estrellas fluorescentes. Me sobrecogía ver tantas luces y una súbita emoción me recorría el cuerpo como años después conseguirian hacerlo las estrellas y constelaciones de verdad. Desde entonces, y pese a que ya no uso gafas, me sigue gustando mirar las luces de la ciudad, cada una un mundo de vidas y sueños, un pequeño universo de risas y llantos.

Y si persevero, a veces, por encima de los tejados aparece tímida la luna...

jueves, 4 de octubre de 2007

Pequeño diario estival

Afinal, a melhor maneira de viajar é sentir.
Sentir tudo de todas as maneiras.
[...]

Fernando Pessoa



20 de julio-23 de julio, A Coruña

El comienzo de todo viaje tiene siempre un primer paso. El nuestro fue el de A Coruña. Teníamos concierto con el coro en el Palacio de la Ópera, y disponíamos de varios días para visitar la ciudad, preparar las actuaciones de nuestro bautizo de nuevos en el coro, y repasar un poco las partituras.

Lo que más recuerdo de esa parte del viaje son las carreras con Diego y Gloria por los pasillos del hotel; las botellas de Ribeiro que amenizaban los ensayos en la habitación; la playa de san Amaro completamente vacía para mi, para poder bañarme bajo la lluvia; cantar de nuevo La Posada de la Núvia...


23 de julio-24 de julio, Porto

Nuestra estancia en Porto fue muy fugaz. Apenas una ciudad de paso en nuestro camino a Lisboa. Pero no por ello menos intensa. Fue estupendo poder volver a pasear por los lugares que ya conociera el año pasado con mi hermano en nuestro anterior viaje. Visitar el centro, caminar por el margen del Douro, o cruzar por el ponte Dom Luíz I al mirador del Mosteiro da Serra do Pilar. Hicimos una pequeña excursión a una bodega famosa, y por la noche, después de nuestras actuaciones fuimos bautizados con oporto. Noche inolvidable.


24 de julio-29 de julio, Lisboa

Como describir el cúmulo de sentimientos y emociones al volver a pisar de nuevo la ciudad del Tejo. Era como volver a casa de nuevo, después de un año lejos: la alegría al pasar junto a tantos sitios conocidos, la excitación al recorrer de nuevo sus antiguas calles, los recuerdos agolpándose en mi mente.


Veníamos a hacer un concierto con la Coral Lisboa Cantat y con la excusa, tiramos unos cuantos días visitando Lisboa. Los lugares comunes y los no comunes, los grandes puntos turísticos y los rincones absolutamente personales; salir de fiesta por Bairro Alto (grande esa visita relámpago al Mescal), o tomarnos una SuperBock oyendo una jam en el Hot Clube; ver amanecer en Marques de Pombal, o darse un bañito en Cascais; los fantásticos días de supervivencia con Ju; el embargo de Gabriel y Galán en labios de Ubeda, a la orilla del mar...


Y cuando todo el coro volvía a casa, yo, exhausto pero contento, y con la maleta rozando el límite permitido de peso, ponía rumbo a mi siguiente destino.

29 de julio-22 de agosto, São Miguel (Islas Azores)

Aunque fue una maravilla poder disfrutar de tanto tiempo en ese lugar paradisíaco, lo mejor de todo fue poder volver a ver a mi hermano después de unos meses separados. Al vivir en su casa, tal como pasan los días empiezas a dejar de sentirte un turista para ser un azorense más, plenamente integrado en la isla.

De todo este largo periodo me quedo con muchísimas cosas. La ruta de una semana en el carrinho con Pepelu, Fernan y su novia. Los geniales compañeros de piso de mi hermano: Josevi mi profesor de mergulho trompetista; Pablo, al que ayudé un bocadinho a hacer su corto documental sobre maltrato doméstico en las Azores; y Martin, el francés bohemio. Las salidas por las tardes a bucear, o a hacer senderismo. Esas deliciosas churrascadas en el quintal de casa. El concierto de Gilberto Gil en el Coliseo Micaelense. La panadería de al lado de casa, que siempre abre toda la noche y en la que puedes hacerte picos de crema, o de chocolate, cuando vuelves de fiesta a las tantas.


Todos los lugares visitados, todas las personas que han formado parte de este viaje. Los músicos cubanos que tocan en el 'Colegio' y en particular Alfredo, y el maestro Barani, trompetista excelso, que tantas tardes pasó con nosotros. Nuestros colegas nórdicos, incluyendo a Jenny, Aku y Jonna, que tanto nos han dado que hablar durante agosto. Las amigas portuguesas de Pablo. Los cientos de becados españoles en la isla que siempre veíamos en Campo de São Francisco. Oreste, y Grazia.


Y sin tiempo para más, vuelta a casa con la maleta llena de recuerdos y nuevas amistades, así como unos veinte o treinta libros que mi hermano me encomendó de vuelta.

7 de septiembre-13 de septiembre, Italia

Y cuando parecía que por fin se calmaba un poco el trajín, a llenar la mochila de nuevo. La idea era alquilar un coche con el que recorrer los alrededores de Roma y bajar hasta Nápoles para dedicar los últimos días a Roma. Al final, la ruta se convirtió en un viaje temático a diferentes lugares emblemáticos de la Segunda Guerra Mundial, como Anzio (donde visitamos el cementerio aliado) o Cassino (donde visitamos el cementerio de los países de la Commonwealth, el polaco y el alemán).



Bastante decepcionante fue la visita al Vesubio, que según parece, cierra por las tardes, o a Pompeya y Herculano, que por falta de tiempo no pudimos ver. El caso es que después de varios días dando vueltas, conseguimos llegar a Roma. Y allí, todo impresionante. Tan impresionante que a los dos días ya estábamos saturados de monumentos, ruinas e iglesias, y nuestra visita nocturna al Trastevere tampoco ayudó mucho.



El resto fue todo pura aventura: una pareja copulando en plena tarde bajo un puente del Tiber, las agrias disputas sobre la localización de la segunda escena de Cinema Paradiso, la mañana de compras entre la Via Internazionale y la Via Corso, la grata velada con Claudia, Giorgia y Alessandra (mmm, juraría que habia más gente pero no los recuerdo muy bien). Cuando nos descuidamos, ya estábamos aterrizando en casa de nuevo. Mis vacaciones, ya definitivamente, habían terminado.

miércoles, 3 de octubre de 2007

De viajes y buenas intenciones


Este año, por primera vez en muchísimo tiempo, he tenido el mes de agosto libre.

¿Como ha podido ocurrir? Francamente, no lo se. Yo aún no me lo explico, pero el caso es que así ha sido. Y para celebrar tan extraordinario suceso, aprovechando una serie de venturosas carambolas, me he permitido el lujo de pasar un mes trotando fuera de casa.

Cuando empezó mi viaje tenía la idea de escribir en este blog un pequeño diario, contando los acontecimientos en los que me podía ver envuelto y la manera de desenvolverme (petit hommage a Les Luthiers) pero, como suele ocurrir, todo quedó en agua de borrajas. El trasiego continuo de una ciudad a otra, la imposibilidad de tener una conexión regular a internet, la abulia inherente al que estas palabras suscribe... También, me da por pensar que quizás lo que a uno le parece interesante por estar viviendolo en primera persona, a un sufrido lector le puede resultar de extremo aburrimiento, y más si este tipo de posts se suceden con frecuencia.

Así que pienso reducir todo ese pensado diario a una escueta entrada en esta bitácora, y ahorraros así un largo tostón.

Despertar

Cuentan que la Bella Durmiente
nunca despertó de su sueño.

Leopoldo María Panero, Érase una vez


Yo, sin embargo, sí lo he hecho. Y ya estoy por aquí...


lunes, 25 de junio de 2007

Juego semanal III (Cine de Terror Clásico)

Hola a todos!!! Ya estamos aquí de nuevo con nuestro concurso semanal (semanal por decir algo...). Ya conocéis la dinámica así que no me extenderé demasiado. La temática, nuevamente, esta dedicada al ganador de la semana anterior pero me he permitido cambiarla un poquito para hacerlo más interesante.

Juego semanal temático III (Cine de terror clásico)

1) Y como siempre, la primera facilita. ¿Cual es el verdadero nombre del actor por antonomasia que ha encarnado a Dracula? Y ya puestos, ¿cual fue la última película que hizo?

2) ¿Cual es el nombre y nacionalidad del actor que más veces ha interpretado al hombre lobo?

3) S.K., afamado director, ha rodado un filme basado en un libro de S.K., afamado escritor. Este último no quedó muy contento con el resultado y decidió financiar una miniserie de ese libro. ¿Qué actriz es la sufrida protagonista de esta miniserie?

4) Nombre de la que ha sido considerada primera película de horror contemporáneo y primer film expresionista de la historia.

5) Una pareja decide mudarse a Nueva York. Tras quedarse ella embarazada, su relación irá enrareciéndose por culpa de sus extraños vecinos, que parecen demasiado interesados por el nacimiento del bebe. Nombre de esta película, considerada como la obra cumbre de su director, y que influyó tanto en su vida personal.

No son excesivamente dificiles. Tenéis de tiempo hasta el lunes 2 de Julio. Suerte!

domingo, 24 de junio de 2007

Un instante para mi

Depois de amanhã, sim, só depois de amanhã…
Levarei amanhã a pensar em depois de amanhã,
E assim será possível; mas hoje não…
Não, hoje nada; hoje não posso.
A persistência confusa da minha subjetividade objetiva,
O sono da minha vida real, intercalado,
O cansaço antecipado e infinito,
Um cansaço de mundos para apanhar um elétrico…
Esta espécie de alma…
Só depois de amanhã…
Hoje quero preparar-me,
Quero preparar-rne para pensar amanhã no dia seguinte…
Ele é que é decisivo.
Tenho já o plano traçado; mas não, hoje não traço planos…
Amanhã é o dia dos planos.
Amanhã sentar-me-ei à secretária para conquistar o mundo;
Mas só conquistarei o mundo depois de amanhã…
Tenho vontade de chorar,
Tenho vontade de chorar muito de repente, de dentro…

Fernando Pessoa, Adiamento






Hoy necesito un instante para mi, tan solo para mi. Las últimas semanas han sido demasiado buenas, demasiado intensas, y las risas, la felicidad desbordante y arrasadora que me ha movido de un tiempo a esta parte, en algún momento debía ceder paso a la realidad. Hoy ha llegado ese momento.

Siempre puedo argüir que es efecto de la resaca de anoche (casi ya, de esta mañana) y en parte sería cierto, pero solo en parte. Tampoco puedo achacarlo a nuestro corto, ya que ha superado con creces cualquier expectativa que hubiéramos puesto en él. Si tuviera que definir de alguna manera mi estado de ánimo, optaría por enunciarlo como el shock que se produce cuando de pronto se reajusta la visión que tienes de ti mismo, esa conciencia de ti y del lugar que ocupas en el mundo.

Hoy me he despertado pensando en mi futuro, no en ese a largo plazo con trabajos, pisos, niños y demás, sino en mi futuro a corto plazo: mañana, pasado, dentro de un mes, quizás dos... También, ¿porque no?, pensando en mi pasado, el más reciente, el más extraño. Mis ilusiones, mis proyectos se han desvanecido por un rato y han dejado solo en su nido una profunda melancolía.

También me he despertado con el recuerdo de unos ojos dulces y preciosos que últimamente estoy viendo a menudo. Un día te das cuenta de que te has acostumbrado a ver esos ojos, y que te apetece tenerlos siempre cerca, para descubrir en cuanto los tienes a menos de un palmo que solo con el mayor de los esfuerzos puedes evitar que un beso se te escurra de entre los labios o las manos busquen ávidas el oscuro cabello, porque según me susurra al oido la intuición (y en estas cosas la intuición no suele fallarme) ahora no es el momento, y seguramente, nunca lo será.

Dentro de un rato, estaré mejor. Habré abandonado toda melancolía y volveré a ser el de antes. Me sentaré y escribiré las preguntas del nuevo juego semanal, y postearé en el blog de Doingthegamb esa entrada que el malvado gemelo me pidió para el viernes. Bajaré a pasear o a tomarme un helado, y no dejaré de sonreír, pero eso será después. Ahora, con vuestro permiso, este instante es para mi.

miércoles, 6 de junio de 2007

Veranos

Esta noche se ve Júpiter desde mi ventana. Alto y brillante, por encima de los edificios de enfrente. Con la ventana abierta un fresquito delicioso se cuela en la habitación, un respiro para mitigar el calor que ha hecho durante todo el día. Y es que aún quedan unas semanas pero ya se respira a verano.

He estado un buen rato sentado en la oscuridad, mirando al cielo con la única compañía de las brillantes luces urbanas, doloroso espejo de las casi invisibles luminarias del firmamento, y el sosegado piano de Bogdan Holownia en su disco Don't ask why, desgranando tranquilo algunos standards de jazz. Y no he podido dejar de recordar veranos.

Las pilas de libros de la biblioteca que debían durar hasta septiembre y apenas daban para un mes, las blancas mañanas de la sierra andaluza o las tardes de pesca en el camping. Tantos años han dejado acumulados, como capas de polvo en los estantes de mi cuarto, miles de recuerdos de estíos pretéritos, más o menos aburridos, o largos, o intensos, pero siempre felices. Y aún de vez en cuando me parece reconocer en al aire algún aroma familiar, que por un instante me devuelve a mi niñez, a todos esos veranos.

Y sin embargo, no son solo míos. Mi padre, atraído por la versión que hace Holownia del tema de Cinema Paradiso, su (nuestra) película favorita, se ha sentado conmigo en silencio. Sé perfectamente en qué piensa. Siempre revive, con esta música, su infancia de hambre y posguerra, sus veranos de cine subido a los olivos, de bocadillos de pan y queso, de jugar a pillar en las eras. También sé que en cuanto termine la canción no podrá evitar contarme una vez más algo de sus recuerdos, todas esas historias que ya he oído muchas veces, y que aún no me he cansado de escuchar. Y que con sus relatos, podré vivir, como si fueran míos algunos de sus veranos.

Ahora que de nuevo llega la estación estival, quiero hacer repaso de todo, recordar, revivir y guardarlo todo de nuevo en mi cajón de recuerdos preciosos, para que el verano que ahora llega sea algo nuevo y fresco, y pueda pasar a engrosar ese archivo mental, sin que lo lastre la sombra de ninguno de los otros veranos.

sábado, 2 de junio de 2007

Juego semanal II (Stephen King)

Y ya estamos aquí una vez más. Un nuevo juego, 5 nuevas preguntas y una semana de tiempo. Como ya sabéis a partir de esta semana solo se admiten respuestas en el blog y no via email, y por ahora encabeza el ranking nuestra otra M.

Juego semanal temático II (Stephen King)

1) Vamos a empezar con una fácil. Algunos pasajeros de un avión despiertan en mitad de la noche para descubrir que la mayoría de la gente (incluyendo el piloto) han desaparecido, y que abajo en tierra no se ven luces... Nombre de los 4 cuentos que forman este libro (Cuidado, en la edición española se partieron en dos volúmenes independientes)

2) Hay un personaje malvado especialmente recurrente en los libros de Stephen King. Aparece siempre con diversos nombres pero en la mayoría de los casos siempre con las mismas iniciales. Hablamos de...

3) Blind Guardian tiene una canción en su disco Tales From the Twilight World que hace referencia a un libro de Stephen King. En un momento de dicho libro, dos jovenes salen a buscar baterias, y a la vuelta, medio mareados por no poder respirar bien lo que no sea la enrarecida atmosfera de su pueblo, ven algo o a alguien al cruzar Derry en coche. ¿De que o quien se trata?

4) ¿Que poseen Stephen y Tabitha King en Bangor, Maine, que emite radiación hasta casi Portland?

5) Se comenta que Stephen King tocaba en un peculiar grupo de rock. Se pide el nombre del grupo, en que consiste su peculiaridad, y persona del grupo que toca el Cowbell.

jueves, 31 de mayo de 2007

El eterno retorno

Por muchas vueltas que pegue la vida, uno acaba irremediablemente volviendo siempre al mismo sitio: a ese centro de lugares comunes, de caminos tantas veces trillados, de ausencias y viejas memorias, y familiares nostalgias, que es uno mismo. Pero nunca ese eterno retorno es en balde, pues cada paso que nos aleja o nos vuelve a traer de vuelta nos hace diferentes como lo son cualesquiera dos amaneceres. Y al regresar, el mundo ya no es igual. Ni mejor, ni peor, solo distinto, pero siempre, siempre, más pequeño.

Y con ese retorno vuelven antiguos proyectos, ideas casi enterradas del todo en esa pila monstruosa (tanto figurada como literal) que inunda mi escritorio, cosas pendientes que llegados a cierto punto es imperdonable que sigan ahí, en el cajón de los quizás. Así que, ahora que he vuelto al punto de partida con una flamante maleta nueva de cosas aprendidas, ¿porque no ponernos manos a la obra?

Hace más de medio año, en una entrada (La fiebre de la cámara, 07/11/06) daba cuenta de mis ganas por plasmar (que no Plansmar) en un pequeño vídeo cualquier historia. En aquel momento se trataba de las épicas aunque un tanto suicidas hazañas de un Papa Noel de chocolate. Pero el momento no era el adecuado y tuvimos que esperar a que la rueda girara de nuevo hasta el presente, justo cuando el ciclo se cierra.

Mentiría si no reconociera que estoy emocionado como un chiquillo, y me emociona de la misma manera ver como los demás están tan ilusionados con esto como yo. Nuestro blog de proyectos (puesto en marcha por el Gemelo malvado) ya funciona, y no solo eso, si no que ya se puede ver el primer trailer oficial de nuestro próximo corto documental, Los otros 300.

Salga lo que salga de todo esto, bienvenido sea, porque en el fondo significa que no estamos parados.

sábado, 12 de mayo de 2007

Juego semanal

Con la ladina intención de que perdáis, ¿porqué no?, un poquito más de vuestro valioso tiempo en este blog, he pensado en incluir un pequeño juego semanal. ¿En que consiste? Bien fácil. Varias preguntas para responder. Una semana de tiempo para hacerlo. En principio, las preguntas van a ser temáticas, tratando de variar los temas todo lo posible: cine, música, literatura,... ¿Quién gana el juego? Aquel que escriba antes que nadie la respuesta correcta a TODAS las preguntas. Y, ¿cual es el premio? Pues bien, aún no lo sé pero haberlo lo habrá. Eso sí, como en este blog tenemos de todo menos dinero y cosas de valor, no contéis con que os va a caer del cielo una PS3 por la jeta. Sea lo que sea, va a ser muy barato tirando a gratuito. Pero bueno, sé que en el fondo lo que os mueve a participar es el espíritu de competición, ese ansia por vencer humillando todo lo posible a los perdedores, esa necesidad de ver arrastrarse por el fango a los que vienen detrás, que nos conocemos. Así que sin más dilación paso a poneros las primeras preguntas de este

Juego semanal temático I (Cine)

  1. Freder, María, la Maquina-Corazón,... ¿De que película hablamos?
  2. Un tejano vestido de cowboy llega a la gran ciudad dispuesto a ganar dinero como hombre de compañía de damas ricas. Nombre del actor y título de la película.
  3. En este excepcional film, un guerrero sin nombre ha eliminado a los tres asesinos que intentaban acabar con el emperador y llega a palacio para cobrar su recompensa. Se pide el nombre de la primera película que rodó su director.
  4. La película más conocida donde aparece el pianista José Iturbi data del año 1945. Título del film y nombre del personaje que encarna Iturbi.
  5. 'La Tierra es un barco demasiado grande, una mujer demasiado hermosa, una música que no sé tocar'. Compositor de la BSO y nombre de la oscarizada película de este mismo director.
Fecha límite, viernes 18 de mayo a las 12 horas del mediodia.

NOTA: Aviso que por ser el primer juego las preguntas son relativamente sencillas. Si además de los datos que se piden dais una pequeña explicación mejor. Ánimo y a disfrutar.

viernes, 11 de mayo de 2007

Ricordare, dimenticare

Parece mentira. Más de un mes de la última entrada en esta pobre y casi olvidada bitácora. Y es que por unas cosas o por otras no paro.

Sí, sí, ya sé que no es una buena excusa pero desgraciadamente es la única que tengo. Como si se tratara de algún tipo de fenómeno relativista, el tiempo se comprime hasta que los segundos se vuelven líquidos y el transcurrir de los días se torna en una confusa alternancia de luces y sombras. Yo, no obstante subido a esa enloquecida rueda, atesoro la masa informe en que se ha convertido el tiempo para acabar cosas, terminar quehaceres inconclusos, zanjar planes comprometidos con anterioridad. Al menos, hasta poder empezar un nuevo ciclo.



Porque se acerca un nuevo ciclo. Nuevos proyectos, nuevas ideas, cambios en la vida que significan nuevos planteamientos. Y por el camino, dejar atrás algunas cosas para poder salir al encuentro de lo que nos espera en el futuro. Recordar y olvidar a un tiempo. Pero sobre todo, mirar hacia adelante sin miedo.

Y una de las cosas en las que espero va a repercutir ese cambio es en la frecuencia de las entradas de esta bitácora, que confío en que a partir de ahora serán más frecuentes (aunque realmente esto sea una perogrullada, ya que menos frecuentes es imposible). Así que hola a todos de nuevo. He vuelto.

sábado, 7 de abril de 2007

Llueve







Llueve afuera, sin descanso.

Toda la noche ha estado lloviendo, y ha sido mi nana el cansado repiqueteo de las gotas contra la ventana, los capós de los coches o los innumerables charcos. Ahora ha amanecido pero todo sigue igual. En las frías calles mojadas apenas se distingue de vez en cuando la oscura mancha de un paraguas o los faros fugaces de los escasos coches que pasan salpicando de agua sucia las aceras. El cielo, de un triste gris, se vuelve cada vez más oscuro y trata de hacernos olvidar que alguna vez hubo un sol tras la opaca cortina de negras nubes, y del que después de tantos días hemos perdido ya toda conciencia.

Yo, bien abrigado, contemplo desde detrás de los cristales como sigue cayendo, imperturbable, la lluvia. De fondo suenan John Coltrane y Duke Ellington, con su In a sentimental mood. La lenta cascada de notas del saxo tenor va cayendo como lo hacen las gotas que han quedado en el vidrio de la ventana y cala más de lo que lo haría la misma lluvia, mientras los acordes del piano, precisos y delicados, se abrazan a mi alma. Y me había convencido de que esta vez no iba a ponerme melancólico, pero creo que ya llego tarde.

No queda nadie. Solo estamos la lluvia, el jazz y yo. Todos han huido, buscando un descanso de la enfermiza rutina, del monótono vivir de a diario. Pero yo sigo aquí, solo, meditabundo, viendo caer la incesante lluvia. Me siento cómodo, tranquilo, sin echar en falta nada. Estoy yo, con mis ideas y mis proyectos, con mis esperanzas y mis ilusiones, también con mis tristezas y añoranzas, pero por encima de todo conmigo mismo. Conociéndome cada día un poco mejor y aprendiendo a comprenderme y a tener paciencia conmigo. A no hundirme cuando me puede la tristeza, y a no dejar de tocar el suelo cuando me gana la alegría. A saber controlarme un poco cuando el corazón me desborda de cariño, y a soportar la inevitable caída que siempre viene después. A no pararme, pase lo que pase, y a sonreír, porque algún día tiene que salir de nuevo el sol.

Colón anotó en su diario unos días antes de avistar por primera vez tierra 'Toda la noche oyeron pasar pájaros'. Nuestros pájaros llevan ya unas pocas noches pasando, ¿los oís?. Quizá estemos a punto de descubrir un nuevo mundo.

miércoles, 4 de abril de 2007

Una vez fuí figurante (y 2)

Las relaciones con los regidores fueron en un principio muy frías, y más después del despido en circunstancias misteriosas de uno de los nuestros. Pero poco a poco la cosa se fue normalizando y acabamos yéndonos de fiesta con ellos. Algo parecido ocurría con los técnicos y utileros, con los que apenas teníamos relación hasta que poco a poco nos fuimos haciendo con ellos y descubriendo que son unos tíos muy simpáticos. Otro mundo aparte son los cantantes, y al contrario de lo que nos esperábamos, los solistas resultaron ser personas majísimas, muy cercanas y con los que compartimos bromas, chistes y un par de buenas fiestas. Se consiguieron ganar el corazón de la gente.

Al revés que los miembros del coro que actuaron con nosotros, que demostraron ser con mucho lo peor del montaje y porque nadie en todo el teatro los soporta. Egoístas, interesados, poco profesionales y más interesados en fichar y cobrar que en actuar. Tuvimos problemas con ellos desde el primer día, porque parecía que no veníamos a trabajar en el mismo proyecto, a hacer música y crear algo bello como parte de un equipo. Nosotros eramos la chusma, los figurantes, que trabajamos el doble de horas y cobramos dos o tres veces menos que ellos, y no nos merecemos el más mínimo respeto por ello. Sé que no soy objetivo, pero realmente me siento muy decepcionado por el coro. Reconozco que tenía una imagen completamente distinta de ellos y ahora los veo como lo que son, un grupo de cantantes relativamente bueno pero sin ningún tipo de motivación o de espíritu excepto quizá el de conseguir una nómina más abultada. Ojo, que no me parece mal, yo haría lo mismo, pero creo que hay que ser consciente de que si exiges a todas horas tus derechos debes también tener claro cuales son tus deberes y no ir a hacer ópera como el que va de bolo. La verdad es que me lo he pensado bastante antes de escribir este párrafo, por que no quiero que se sienta ofendida una persona a la que quiero un montón, y que trabaja en el coro, pero he decidido que la peor censura es la autocensura, así que lo dejaré como está (y ya hablaremos tu y yo tranquilamente si no te gusta lo que he dicho).

El problema de todo es que cuando ya estábamos metidos en los ensayos, un día nos dicen que nos toca prueba de vestuario. El principio del fin. Los trajes, impresionantes, preciosos, pero también incómodos hasta el punto de no poder soportar el de condestable del Dux de Genova más de quince minutos, cuando en escena debíamos aguantarlo más de media hora.



En un suspiro nos plantamos en la semana del antepiano, el ensayo pregeneral y el general. El decorado seguía llevando de cabeza a los técnicos. Escaleras que no se movían, periactos que costaba mucho desplazar, o un mar de papel de plata que invadía medio escenario en el tercer acto, unido a los despistes de la regidora, que provocaban entradas a destiempo. Al final, todo en su sitio y un estreno envidiable. La adrenalina corriendo loca por nuestro cuerpo en un teatro abarrotado de gente, los focos, la milimétrica precisión en la coreografía. Solo nos quedaba tratar de apurar los últimos instantes, vivirlos al máximo porque nuestro momento se terminaba. Me quedo con las risas en camerinos, las sesiones de fotos, las chicas de vestuario que nos trataron como personas, nuestras perchas con la ropa, y las largas filas de cotas de anillas y armaduras en sus correspondientes sillas, los momentos creativos de la guardia pretoriana de Boccanegra,...

Y tras un mes largo de ensayos y una semana corta de funciones, colgamos por última vez los trajes en sus perchas, guardamos nuestras acreditaciones y nos despedimos de todos y cada uno de los rincones que habíamos recorrido una y otra vez en todas esas semanas. El sueño había terminado.

Una vez fuí figurante

Han pasado ya casi dos meses desde que se inició la aventura...

... y medio desde que terminó.

Eso deja un mes y medio en el que he vivido, soñado, pensado y respirado ópera por cada poro de mi cuerpo todos los minutos del día. El responsable, Giuseppe Verdi, y su Simon Boccanegra. Pero, ¿como empezó todo? De la manera más tonta.

Estaba hablando con una amiga, y dada mi condición de multi-pluriempleado sub-mileurista, tuve que rechazar su propuesta de hacer un retiro espiritual de una semana con los monjes del monasterio de Silos, por escasez de fondos. Ella, como quien no quiere la cosa, me comentó que quien no trabaja es porque no quiere, y que en el flamante palacio de la ópera que han construido en esta urbe buscaban figurantes para un nuevo montaje.

Dicho y hecho, envié mi currículo y el día señalado, bajo una lluvia de mil demonios, me presenté al casting de selección con mi hermano que también se había animado. Muchos nervios, algunos conocidos y una cantidad enorme de personas esperando para tratar de conseguir un hueco entre el elenco. Al final, los hombres tuvimos suerte (hacían falta muchos soldados) pero las mujeres lo tuvieron más crudo; solo necesitaban seis y se habían presentado casi cuarenta. Mi hermano y yo estábamos dentro. ¡Íbamos a ser figurantes!

Empezamos a primeros de febrero y llevábamos el alma a flor de piel, tratando de empaparnos de todo. Tanto tiempo alejado de las tablas a uno se le olvidan todas esas sensaciones, esa dulce droga que es el teatro y que llena todos y cada uno de los rincones del cuerpo. Acreditaciones, visitas al laberíntico interior del coliseo, almuerzos o meriendas en la cantina. Pero lo mejor de todo la gente. Se creó desde el principio un lazo muy especial entre el grupo de figuración hasta el punto de que parecía que nos habíamos conocido toda la vida. Lo mejor es que ese vínculo aún subsiste pese a que cada uno sigue haciendo su camino por su cuenta, y seguimos quedando para hacer cosas juntos o irnos de fiesta de vez en cuando.

Recuerdo perfectamente los ensayos. Como llegábamos y nos poníamos nuestra ropa cómoda para movernos por el escenario. Las regañinas de los regidores a los que se retrasaban y aparecían mientras el director de escena nos estaba dando ya instrucciones. Los primeros escarceos con los palos de madera que más tarde se convertirían en flamantes espadas o antorchas. La magia de la ópera a cada acorde del piano que nos acompañaba al preparar las escenas.


martes, 27 de marzo de 2007

Yo, me, mi, conmigo

Y ocurre que, de un tiempo a esta parte, me he vuelto escéptico. No con respecto a mis creencias religiosas: sigo siendo agnóstico y algo anticlerical. Me refiero más bien a mi trato con las personas. Llega un momento en el que te das cuenta de que cada uno (con escasísimas excepciones) hace su vida y solo se acuerda de ti cuando necesita algo, ayuda, un favor o tan solo compañía, para olvidarte en cuanto el momento de necesidad ha pasado. Y yo tengo el grave defecto de no saber decir no, de no poder negarle nada a mis amigos, así que vas sumando hasta que un día te cansas, y empiezas a desconfiar de manera injusta de todo y todos.

Yo he alcanzado ya ese punto. He comprobado que no se puede vivir de poesía, y que debo ponerme yo mismo por delante de todos en mi lista de prioridades, porque nadie más lo va a hacer. Y eso no implica que vea el mundo de manera más pesimista, o que la tristeza haya decidido volver a visitarme. Me encuentro muy bien, feliz y contento, y decidido a aferrarme a la vida con todas mis fuerzas, pero también más egoista, más seco, y decididamente más sarcástico (y por eso mismo más cruel).

Y sé que no es justo para algunas personas, que nunca me han abandonado. Vosotros que siempre estais ahí, en todo momento, no os preocupeis, voy a seguir siendo el mismo. A todos los demás, que no os extrañe si algún día os digo No.

miércoles, 21 de marzo de 2007

La última lágrima







La tenue luz bañaba su piel tersa y suave, y dibujaba sobre su cuerpo perdidos mares de sombra de formas caprichosas. Con la punta de mis dedos recorría lentamente, rozando apenas, sus hombros desnudos buscando el perfumado nacimiento de su cuello mientras ella, absorta, observaba fijamente la hipnótica danza de la llama en el pebetero. Aparté la selva salvaje de su pelo, encrespada torre donde tantas veces habían fondeado mis caricias, y posé mis labios sobre su delicada nuca. Un escalofrío recorrió su cuerpo y con la respiración entrecortada giró su cara hacía mí. Una pequeña lágrima había rodado hasta la noble barbilla y pendía, adamantina, como cristal puro de claros reflejos. Recogí esa pequeña lágrima con la yema de un dedo y la llevé solemne a mis labios secos. Un suspiro brotó de su boca trémula y sus dulces ojos verdes fijaron en los míos sus pupilas. Mi mano buscó su mejilla pero ella me detuvo, a la vez que giraba de nuevo su rostro hacía la mortecina llama que se extinguía poco a poco, muy poco a poco. Y al tiempo que mi boca buscaba su oído, fui trenzando en su augusto cuello un tibio collar con mis manos desnudas. Allí, mientras la luz dejaba paso a la fría oscuridad, y tal como hiciera con la chica de las ciruelas Jean-Baptiste Grenouille, murió de mi mano la esperanza.


miércoles, 14 de marzo de 2007

Etiquetas

Como no podía ser de otra manera, he sido etiquetado por la bella Ía. Y seguramente alguien se pregunte qué significa eso. Pues bien, según las reglas del juego, debo contar 6 de mis rarezas en este pequeño espacio, y una vez concluido, pasarle el testigo a otros 6 incautos que desde ese mismo instante quedarán etiquetados al igual que lo fui yo. Como forma de cortesía, se recomienda dejarle un mensaje a los etiquetados en sus respectivos blogs, aunque no se descartan otros métodos menos sutiles o elegantes, como el de bombardear el buzón de correo electrónico del interfecto/a o contratar a una banda de rumanos para que le partan las piernas a la par que le notifican de que ha sido etiquetado. Yo me doy de tiempo para decidir sistema hasta que acabe esta entrada de mi bitácora jejeje.
Y ahora sin más dilación, voy a empezar con algunas de mis rarezas, 6 en concreto y que expongo aquí para escarnio público.

  • Reconozco que pese a ser bastante feliz por naturaleza y estar siempre sonriendo, tengo una morbosa tendencia a la melancolía que me suele dar disgustos emocionales de vez en cuando, y me hunde en penosos estados de tristeza y apatía cada cierto tiempo. Pero eso no es lo raro. Lo raro es que me encanta y no quiero perder del todo esa faceta, que ha hecho que ame tanto la ciudad melancólica por excelencia (Lisboa) y su música, o que consigue que mis posts tristes estén un poquito por encima de la mediocridad de los restantes.
  • Otra rareza podría ser, por ejemplo, mi extraña afinidad para acabar siempre y de manera indefectible defendiendo todas las causas perdidas que se cruzan en mi camino, como si fuera una especie de Don Quijote moderno, con los mismos escasos resultados, y una ingente lista de enemigos. Cuando se junta con la rareza anterior producen mezclas explosivas, como mi fascinación/obsesión por la Guerra Civil, y la identificación con el lado republicano.
  • Me encanta ordenar, clasificar y organizar mis cosas de una manera que casi raya en la compulsión. Me gusta hacer listas y tenerlo todo donde toca, para poder disponer de ello lo más rapidamente posible. Pero bueno, eso es lo que me gusta. En realidad, lo tengo todo siempre en pilas y grandes montones y me cuesta horrores encontrar lo que busco.
  • Otra rareza podría ser mi tendencia a la promiscuidad social. No puedo salir de fiesta o quedar exclusivamente con la misma gente siempre, porque al cabo de un tiempo me agobio bastante. Necesito alternar diferentes ambientes, y relacionarme con mucha gente distinta para sentirme cómodo.
  • Una más de mis particularidades es que me asemejo a efectos térmicos a una manta eléctrica. Mi temperatura corporal siempre esta un par de grados (centígrados) por encima de la ambiental con lo que nunca paso frío en invierno, y aún puedo permitirme el caritativo cometido de calentar manos amigas sin menoscabo de mi calor corporal o mi salud. El problema viene en verano, cuando compruebo horrorizado que mi termostato personal no tiene regulador y debo soportar estoicamente el tórrido y húmedo bochorno de estas tierras.
  • Y por último, podría hablar sobre mi total y absoluta carencia de gusto para la ropa. Desde siempre me ha producido la mayor indiferencia, y ahora, pasados los años, y pese a conocer sucintamente las nociones básicas del arte de combinar, no puedo evitar seguir eligiendo mi vestuario por el famoso método de coger lo que queda encima de todo, con lo que las múltiples combinaciones así obtenidas suelen clamar al cielo.
Y creo que con esto ya hay bastante. Ya he dado material más que suficiente para poder ser ampliamente flagelado. Ahora me toca elegir victimas para continuar este nefasto ciclo, y me da que no llego a seis ni de lejos (así de triste es mi vida social blogera), de manera que los próximos etiquetados en número de tres son : terrewiwa, quique y Braida. Eso sí, me guardo el derecho a nominar a tres personas más en un futuro no muy lejano.

jueves, 22 de febrero de 2007

Un bel dì, vedremo


Antecedentes: Nagasaki, Japón, a finales del siglo XIX. Cio-Cio-San, cuyo nombre de geisha es Madame Butterfly, es una joven frágil e ingenua, de una buena familia venida a menos tras el trágico suicidio del padre. Mediante el casamentero Goro, Butterfly se ha casado con un oficial de la marina estadounidense, Pinkerton, al que ama con locura. Sin embargo, para él nuestra joven no es más que un puro entretenimiento hasta que vuelva a EEUU, y tal como le dice al Cónsul americano en Nagasaki, pueda casarse "de verdad con una verdadera esposa americana". Cio-Cio-San renuncia a su religión y sus tradiciones por amor a Pinkerton, hasta el punto de que es repudiada por su tío, y abandonada por sus amigos, familiares y conocidos.

Cuando comienza el segundo acto, han pasado ya tres años desde la partida del barco de Pinkerton y Butterfly vive sola en su casa, esperando día tras día la vuelta de su amado, y acompañada solo por Suzuki, la fiel criada. Vamos a detenernos en este punto de la historia. La pequeña mariposa esta absolutamente convencida del retorno de Pinkerton, y obliga a Suzuki, que sufre por su ama y no deja de sollozar, a repetir una vez tras otra '¡Volverá!'. Y para demostrarle que realmente volverá, le cuenta como será ese regreso.




Un bel dì, vedremo levarsi un fil di fumo dall'estremo confin del mare. E poi la nave appare. Poi la nave bianca entra nel porto, romba il suo saluto. Vedi? È venuto!
(Un hermoso día veremos alzarse un hilo de humo en el horizonte. Y entonces aparecerá la nave. Luego, esa nave blanca entrará en el puerto, atronando con su saludo. ¿Lo ves? ¡Ya ha llegado!)
Butterfly mira hacia la pared del fondo como si pudiera ver el mar y el puerto a los pies de la colina donde vive. Con sus palabras pinta una escena que tantas y tantas veces ha visto en su mente. Cuerda, flautas y arpa acompañan la vívida descripción y van en crescendo tal como Cio-Cio-San deja atrás la angustiosa espera y se sumerge de lleno en su fantasía.

Io non gli scendo incontro. Io no. Mi metto là sul ciglio del colle e aspetto, e aspetto gran tempo e non mi pesa, la lunga attesa. E uscito dalla folla cittadina un uomo, un picciol punto s'avvia per la collina.
(Yo no bajo a encontrarme con él. Me pongo allí, en lo alto de la colina, y espero, espero largo tiempo y no me pesa la larga espera. Y saliendo de entre la multitud un hombre, un punto pequeño se destaca por la colina.)
La emoción la embarga al pensar que él ya está en el puerto, y la orquesta disminuye hasta dejar solo a los vientos acompañando el susurro de Butterfly que coqueta reprime sus deseos de bajar corriendo a buscarlo y espera, como lleva tanto tiempo haciendo, a la entrada de su casa. En el momento en el que él atraviesa la muchedumbre y sube por el camino la orquesta se une de nuevo al unísono, y los metales con unas suaves notas anuncian su llegada.

Chi sarà? chi sarà?E come sarà giunto che dirà? che dirà? Chiamerà Butterfly dalla lontana. Io senza dar risposta me ne starò nascosta un po' per celia... e un po' per non morire al primo incontro, ed egli alquanto in pena chiamerà, chiamerà: piccina mogliettina olezzo di verbena, i nomi che mi dava al suo venire.
(¿Quién será? Y cuando llegue, ¿qué dirá? ¿qué dirá? Llamará a Butterfly desde lejos. Y yo, sin dar respuesta, estaré allí escondida, un poco para inquietarlo, y un poco para no morir al primer encuentro, y él, con alguna inquietud, llamará, llamará:"Pequeña mujercita, olor de verbena", los nombres que me daba cuando volvía a casa.)
En su fantasía le parece oír como él la llama, y cuando pronuncia Butterfly un dulce solo de violín responde sobre arpa y las cuerdas, que van callando hasta que el clarinete la deja sola con su imaginado encuentro. La melodía de la orquesta tierna y triste como la misma Butterfly parece esperar con el corazón encogido, y previendo un trágico desenlace, entra con un súbito fortissimo cuando Cio-Cio-San pronuncia la palabra morire, trágico augurio del destino de la infeliz. Pero no dura mucho el fatal vaticinio, y cuando recuerda los nombres que él le llamaba, el fortissimo cae preso de una infinita tristeza.

Tutto questo avverrà, te lo prometto. Tienti la tua paura, io con sicura fede l'aspetto.
(Todo esto ocurrirá, te lo aseguro. Guárdate tu miedo, yo con firmeza le espero.)

Con una fuerza que no esperaríamos en alguien tan frágil como ella, Butterfly lanza las últimas frases y se afianza en su ilusión, una ilusión que todos excepto ella saben vana. Suzuki no puede evitar echarse a llorar. La orquesta corre arrastrada por la arrebatada actitud de Butterfly hasta un gran final que poco a poco desaparece, como dejando sola a nuestra protagonista con su dolor.

Epílogo: Butterfly esta convencida de que Pinkerton volverá, por una simple razón: debe conocer a su hijo, nacido al poco de su partida, y rubio y de ojos azules como él. Y efectivamente, Pinkerton vuelve, pero lo hace con su mujer americana y solo para llevarse al niño con ellos. Cio-Cio-San destrozada decide suicidarse como hiciera su padre y cuando esta a punto de hacerse el harakiri, entra su hijo en la habitación, y ella, rota por dentro sonríe y le dice al hijo que salga a jugar fuera con su padre y su nueva mamá, y que debe irse con ellos a EEUU. Cuando el niño sale, abandonada y sin ninguna razón para seguir viviendo, se mata. Telón.

jueves, 15 de febrero de 2007

Epidemia

No lo entiendo. No le veo ninguna explicación. Y sin embargo, todo me lleva a pensar que a finales de enero y principios de febrero ha ocurrido algo. Algo así como una enorme epidemia emocional que ha hecho estragos entre la mayoría de gente que conozco (incluyéndome a mí) y según he oído, incluso a un nivel más general. Y como si de una mala gripe se tratara hemos ido cayendo todos, propios y extraños, contagiados por la ola de tristeza que ha asolado estos días el planeta, como si por una vez nos hubiéramos puesto de acuerdo para llorar nuestras penas al mismo tiempo.

Y al final pasa como con la gripe: que no hay antibióticos que la curen, y no nos queda más remedio que esperar sentados con nuestro paquete de pañuelos, a que de una maldita vez vayan desapareciendo los síntomas. Solo que esta vez, después del impacto inicial, he decidido no seguir sentado, y si me tiene que coger la melancolía, que sea en movimiento.

Y me he arrancado espinas (aunque ahora sienta un poco menos el corazón) y he protegido al Dux de Génova; he salido a la calle a ver pasar el invierno y he acampado en mitad de la nieve, con colacao y grandes amigos; he corrido, he gritado, he bailado hasta las tantas y reído como nunca (como siempre); he abierto mi puerta a astronautas, monjas, piratas, ninjas y a un conejo que no dejaba de mirar la hora, y porque no, también a la muerte; he luchado con cimmerios sedientos de sangre, y con la soledad oscura de las mañanas frías de invierno, y sigo vivo. Y podría haberte dado el mundo, la luna, mi alma, con solo una palabra, pero ¿sabes?, el mundo, la luna, mi alma, están muy bien donde están, y no te los voy a volver a ofrecer, pese a que sigo bajo tu hechizo, pese a tus ojos de miel, pese a tu sonrisa de cielo. Si un día los quieres me los pides, aunque para entonces quien sabe donde estaré. Porque pienso seguir moviéndome.

Y espero que si leéis esto, y estáis todavía inmersos en esta triste epidemia, os animéis a no esperar que pase sin más, sino que deis un paso hacia delante y dejéis que el viento fresco os de en la cara. Yo os tiendo mi mano, al igual que habéis hecho vosotros tantas veces conmigo...

domingo, 4 de febrero de 2007

Días inciertos

Y es cuando piso la calle,
ese enorme mar de gente,
que de pronto,
sin aviso,
mi corazón
se rompe.
En trozos,
pequeños trozos
de muchas formas,
como un triste puzzle,
donde cada pieza
es un recuerdo roto.
Siempre, siempre
cuando piso la calle.
Cuando libre de tu imagen
dulce,
del amargo influjo
de tu voz,
comprendo de golpe
todo lo que esconden
tus silencios,
y mi cielo se vuelve
de nuevo
gris.
Hasta que otra vez
tarde o temprano
veo de pronto tu cara
o te oigo reír, hablar,
e hilo despacio
con tus sonrisas
los cansados fragmentos
de mi corazón,
y todo, de nuevo,
vuelve
a
empezar.


Porque puedo tratar de racionalizar las cosas pero no consigo dejar de sentir lo que siento. Porque hay días en los que no apetece sonreír. Porque todo rasguño deja cicatriz para siempre. Porque hace frío y no quiero dormir solo. Porque no quiero que haya un alguien, sino un tú. Y por otras mil razones más, estos días no estoy para nadie.

viernes, 26 de enero de 2007

No hay camino

Una imagen se ha instalado en mi memoria y no consigo desterrarla. Acude insistentemente en el momento menos esperado y un escalofrío me recorre de pies a cabeza. La quiero compartir con vosotros.

En ella, puedo ver nítidamente una riada de gente que camina triste y lentamente por un viejo camino. Sus caras muestran un amplio espectro de emociones, pena, miedo, desesperación, pero ni una sola sonrisa, ni una cara alegre. El duro mes de enero azota cruelmente a los que sin apenas abrigo ni calzado adecuado se mueven hacia la frontera huyendo del horror, de las represalias, de la muerte, y se cobra, inclemente, un alto precio en pobres desgraciados que quedarán para siempre en esta carretera, muertos de frío y tristeza. Los que han tenido más suerte consiguen encaramarse en alguno de los muchos camiones que traquetean repletos junto a la gris comitiva.

Esta imagen que tanto se repite a lo largo del mundo a través de los años podría ser de cualquier lugar, pero nos queda muy próxima. Acaba de comenzar el año 1.939, y las autoproclamadas tropas nacionales están a poco de cumplir sus últimos objetivos militares y terminar la guerra, lo que para miles de personas no significará la paz sino una derrota cotidiana en la guerra del día a día o incluso la muerte, por lo que son muchos los que cogiendo lo poco que pueden cargar toman el camino desde Barcelona hacia la frontera francesa. Cualquiera de estas personas ha vivido el drama de una guerra fratricida y tiene una historia digna de ser contada, pero hoy, permitidme que me acerque a un hombre de unos sesenta y cinco años y aspecto fatigado que camina acompañando del brazo a su anciana madre. Viste de una manera sencilla y lleva tan solo una pequeña maleta de cartón y un portafolios con cuadernos. Nuestro caminante sigue el camino junto a tantos otros, en dirección a la frontera, y cuando ya la tiene a un paso, se detiene, y al volver la vista atrás, ve la senda que nunca más habrá de pisar. Así abandona este país con el alma encogida Antonio Machado, camino del exilio.

Sí, ya sé que seguramente no le daría tiempo a mirar atrás, o a pensar siquiera que ya había cambiado de país, pero esta es mi imagen, y en ella, todos los que se exilian siempre lo hacen a pie, y siempre aguardan un instante para mirar atrás, y llorar por todo lo perdido, la familia, los amigos, sus casas, sus vidas,...

Esta última semana, por avatares de la vida, Machado ha vuelto a hacer acto de presencia, impregnando mis grises días de tiernos colores de tonos muy, muy cálidos. Y la tristeza que trataba de ahogar mi voz y anidar en mi corazón ha pesado mucho menos, y poco a poco ha ido desapareciendo, hasta no ser más que una pequeña espina que no quiero arrancar. Y creo, que en el fondo, mi tristeza no se ha ido, sino que se ha transformado en su tristeza, la de aquel que escribía desde la sencillez de su corazón y tuvo que abandonarlo todo huyendo de la sinrazón y el odio absurdo.

Tras pasar la frontera, se instaló en Collioure, en una pequeña pensión, junto a su madre y su hermano José. Menos de un mes después, el día 22 de febrero fallecía Antonio Machado, y tres días más tarde su madre. Ambos fueron enterrados en el cementerio de Collioure.

Atrás dejó tantos poemas, tantos versos tan llenos de dulzura, que hoy, víspera de su paso por la frontera quiero dedicarle esta humilde entrada en mi cuaderno de bitácora. Y quiero pedir a todo el que quiera y le apetezca, que deje en los comentarios, alguno de sus poemas. No puedo despedirme sino con su último verso, escrito poco antes de cerrar sus ojos para siempre.

Éstos días azules y este sol de la infancia






domingo, 21 de enero de 2007

La sombra de Pessoa

Una calurosa noche de verano soñé que, al igual que Pessoa, yo tenía un heterónimo. Alguien completamente distinto de mí, con otras ambiciones y anhelos, con una personalidad distinta, con un espíritu y determinación que yo nunca había tenido, y que sin que yo lo supiera, un día comenzó un blog...

En él escribía lo que le pasaba por la cabeza, su estado de ánimo, los poemas que le gustaban,... Y era un blog triste, melancólico, y en el que la imagen obsesiva pero fresca del mar inundaba todo. Me dedicó una de sus últimas entradas, con un poema de Benedetti y una cálida dedicatoria, y me animó a comenzar mi propio blog, ese emocionante paso que nunca me había atrevido a dar. Nunca volvió a escribir nada. Su bitácora vivió por casi 20 días antes de que ese amigo tan distinto de mí desapareciera sin dejar rastro. Y después de tanto tiempo empiezo a comprender que fue de él.

No se marchó. Tan solo, un día miró al espejo y se dió cuenta de que nunca fué alguien distinto de mí, como pudieron haberlo sido Reis, Caeiro o de los Campos, de Pessoa. Que todas las propiedades que yo le otorgaba, toda su determinación, su iniciativa, y que yo siempre había considerado como mis propias carencias, siempre habían estado dentro de mí. Que su tristeza, oculta durante el día, pero dolorosamente presente al caer la noche, también era la mía, y su melancolía, la forma de mi alma. Así, cuando sintió que ya no era necesario, pues no era sino yo mismo, aprovecho para desaparecer dentro de mí al llegar el amanecer.

En parte, siento que le debo algo, y esta noche, para que vea que no le olvido, quiero dedicarle un pequeño texto. Algo que escribió, o quizás escribí, en el mes de Julio. Se llama Cipreses.

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Condujo con mucha tranquilidad. No tenía ninguna prisa y quería disfrutar con el anciano de esos últimos momentos. Sabía que el viejo no estaría de acuerdo, pero no podía hacer otra cosa. Lo habían hablado su mujer y él y no veían otra solución. Estaba ya muy mayor, y les resultaba muy difícil aguantar sus excentricidades y su actitud hostil y tajante. Sus nervios estaban ahora a flor de piel y estaba siempre crispado. No podía seguir así.

- Padre, estamos ya casi llegando. Verá como le gusta mucho. Se llama Residencial Los Cipreses, y es un sitio precioso.

El viejo, sentado en el asiento de atrás, miraba con cara de no entender. Parecía que aún no se había despertado del todo, o a lo mejor era efecto de la medicación. Sopesaba cada una de las palabras y miraba asustado por la ventanilla, buscando la imagen cotidiana a la que estaba tan acostumbrado. Solo veía campos. Carretera sin fin y campos amarillentos y agostados por el calor.

- Hijo, ¿donde me llevas?

- Se lo he dicho antes- respondió con paciencia el hombre.- Se llama Los Cipreses y le va a encantar. Allí podrá hablar con gente de su edad, gente que comparte sus problemas y sus preocupaciones.

- Pero yo tengo muchas cosas que hacer- se quejó el anciano.

- Usted es ya mayor. Ahora debe ya descansar y dejar a otros que trabajen. Se ha merecido ya un buen descanso. Aprovéchelo.

El anciano calló. Muchos pensamientos recorrían su cerebro cansado, y al final con un suspiro se resignó y bajó la otrora altiva cabeza.
No hubo ningún problema para ingresarlo en la Residencial Los Cipreses. No se quejó, no protestó ni una pizca cuando lo sacaron del coche blanco para conducirlo a su habitación. Le dijeron que si estaba cómodo con el camisón se lo podía dejar puesto pero que debía guardar en su habitación la bufanda y la gorra. Ahora juega por las tardes a las cartas con otros ancianos y hay una señora mayor que le guiña el ojo y siempre que puede le da pellizcos en el culo.

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No consiguen explicarse que ocurrió. El dispositivo de seguridad estaba funcionando a la perfección, cuando de pronto el papamóvil desapareció al salir de un túnel. Aún hoy se indaga sobre el paradero del pontífice.


viernes, 19 de enero de 2007

La pequeña Vera

Una nueva noche ha llegado, con los recuerdos de ayer aún indeleblemente impresos en mi memoria. Pero esta noche es distinta, totalmente diferente. Hoy, por fin, ha llegado Vera.

Hace ya tiempo que la esperábamos. Hemos contado los días, y maltratado al inocente calendario, nos hemos comido las uñas, propias y ajenas, y hemos bombardeado a llamadas y mensajes a su tío Tian, ese tierno gigante de mazapán que nos ha tenido tan informados como ha podido pero no tanto como nos demandaban nuestros colapsados nervios. Pensábamos que vendría a primeros de mes pero el frío le ha hecho demorarse hasta encontrar el día apropiado. Y así, cuando ya desesperábamos, ha aterrizado en nuestras vidas la pequeña Vera.

Tan solo 3.250 g y 49,50 cm de vida nueva, palpitante y fresca, acabada de estrenar, pero tan enorme como la de cualquiera de nosotros. Una persona más sobre la Tierra desde que entrara en el mundo de un salto, con el ímpetu de su potente llanto. Desde que su corazón empezara a latir con fuerza abrazándose a la vida. Una niñita que pese a haber llegado hace nada ya es importante para mucha gente, y va a cambiarle la vida a muchos más.

Sí. Lo reconozco. Estoy contento. La quiero ya un montón sin haberla visto todavía, y no puedo evitar sentirme dichoso por los padres, dos personas que se merecen lo mejor que este mundo pueda dar. Y me maravilla pensar como hace apenas un ratito Vera aún no existía sino como una extensión del cuerpo de su madre y ahora es un ser humano más, libre e independiente.

Tengo una sensación de vértigo al pensar como en las últimas horas he vivido dos situaciones tan diferentes, y a la vez tan complementarias: el paso de existir a no existir y viceversa. En cierta manera me hacen sentir más apego por la vida, y más cariño por el resto de personas, pero si la muerte no es nada, y la forma de morir lo es todo (como bien decía mi amigo del alma Nachete), nacer tampoco es nada, y el lugar donde naces es todo. ¿Cuantos niños nacen sin las posibilidades que tendrá Vera? ¿Sin la suerte de tener los padres que tiene ella? Me alegro de que esos niños estén aquí, de que sean en vez de no ser, pero me abruma pensar qué futuro le espera a muchos de ellos. Y todo pasa por lo mismo, cambiar el mundo para que todos los niños, todas esas vidas nuevas, tengan las mismas oportunidades.

Quizás penséis que es una batalla perdida, pero bueno, al menos habrá que intentarlo ¿no?

¡Bienvenida a este mundo que tratamos de mejorar, pequeña Vera!

jueves, 18 de enero de 2007

Memento mori


Nadie es una isla completo en si mismo; cada hombre es un pedazo del continente, una parte de la tierra; si el mar se lleva una porción de tierra, toda Europa queda disminuida, como si fuera un promontorio, o la casa de uno de tus amigos, o la tuya propia; la muerte de cualquier hombre me disminuye, porque estoy ligado a la humanidad; y por consiguiente, nunca preguntes por quién doblan las campanas; doblan por ti.

John Donne


Esta noche he visto morir a un hombre.

Hace un rato se movía, respiraba y pensaba. Ahora no es más que un bulto en el suelo tapado por una sabana blanca. Una forma inerte desprovista de todo hálito y fría como el frío suelo sobre el que yace.

Era uno de los habitantes de este barrio herido de muerte en el que trabajo, tan lleno de historias rotas y viejas cicatrices. Pasaba las noches en la calle, delante del albergue, hablando, bebiendo, gritando, peleándose, metiéndose en el cuerpo ese veneno que supongo ha sido lo que ha acabado al final con él.

Mientras escribo esto, los forenses han llegado con sus gabardinas grises como en una película mala de la tele, y se han puesto enseguida a realizar su labor. Varios policías se mantienen cerca para evitar que los curiosos interfieran en el trabajo de los peritos, pero su misión es baldía, ya que todos han huido al oír llegar los coches de la policía y nadie queda por los alrededores. Desde mi mesa en la recepción, asisto a través de la cristalera a la llegada del furgón que se llevará el cuerpo.

No voy a ser hipócrita. No lo conocía de nada, no hemos hablado nunca, y no tengo motivos especiales para sentir que haya muerto. Pero me entristece porque al fin y al cabo era una persona, y por lo insignificante que parece la vida. También impresiona un poco asistir al momento en el que dejas de ser para no ser nunca más. Esa sensación de irreversibilidad que te aprieta el corazón y te cierra la garganta para que no puedas decir nada.

Poco a poco la calle se ha ido calmando. Los forenses han terminado su trabajo y se han ido corriendo en sus coches (seguro que debajo de las gabardinas aún llevan puesto el pijama que vestían cuando una inoportuna llamada los arrancó de la cama). Los coches de policía y el furgón con el cadáver ya han partido hacia la morgue y yo, todavía sobrecogido, veo como la calle se va llenando de nuevo de los habituales inquilinos, los yonkis, las prostitutas buscando otra vez clientes...

Solo una sucia sabana blanca que ha quedado tirada en el suelo recuerda que esta noche, aquí delante, ha muerto un hombre.

miércoles, 10 de enero de 2007

Discrepamos

Del color de la miel de romero,
como la arena mojada en la playa,
como la arcilla creadora
que dió forma a tus manos;
claros, profundos y luminosos,
del color de los libros
que en librerias viejas
he acariciado apenas,
y tan tiernos, que a ratos,
en cuanto me descuido,
me desarman.
Como el dulce de membrillo,
o los centenarios troncos,
el sendero en las cálidas mañanas,
el oscuro ámbar de Chiapas.

Así que no quiero volver a oirte decir
que tus ojos son solo
de
un
vulgar
marrón.

sábado, 6 de enero de 2007

Nuevo año

Y es que ha pasado ya casi una semana pero no consigo olvidarme por un rato de la pasada Nochevieja. Cada dos por tres me sorprendo a mi mismo con alguna frase, alguna canción o alguno de los muchos chistes y bromas que convirtieron un día por lo general insulso y anodino en algo totalmente memorable.

A mi la última noche del año jamás me ha dicho nada. Soy de los que piensan que los años son solo excusas, y suelo afrontar el acontecimiento como si de un viernes o sábado más se tratara, de manera que este año no podía ser distinto. Los valinoreanos me habían propuesto una desenfrenada noche de Carmen, pero el cansancio manifiesto que llevo atesorando en los últimos meses me exigía algo mucho más tranquilo. Así que, con mucho dolor de mi corazón, y más aún después, que me enteré que dos encantadoras señoritas (a las que aún debo un buen par de abrazos) se habían unido a la fiesta, me descolgué de la lista. La alternativa era una noche tranquila en el chalet de una buena amiga (la ragazza dei lunghi cappelli d'oro) con un pequeño grupo de colegas. Al final, el grupo fue aún más reducido de lo que pensábamos (Nachete, te echamos mucho de menos) pero fue más que suficiente. El germen de una velada inenarrable ya estaba plantado.

Recuerdo la cena y las risas, la tarta de cumpleaños de Anna, ese gran invento que es el bote de Pringles,... Recuerdo un poco más vagamente la partida de trivial etílico (pregunta fallada, trago de mistela) aunque no estoy muy seguro de quien ganó. He tratado de olvidar el karaoke pero no hay manera, y encima se rumorea que existe un vídeo con el momento pasodoble, que será utilizado prontamente, no lo dudo, para hacernos a Israel y a mi todo tipo de chantajes. Luego el Monopoly y el vilipendiado Darth Vader, la preciosa Leia con su ensaimada única y el patán de Luke, medio deshidratado y llenando bolsas de Mercadona, muchísimas más risas, postales y viajes al Caribe.

El primer día del año, luminoso y cálido, se abría ante nosotros como una granada madura dejando un gusto dulce, como de beso. La terraza, nuevo territorio conquistado, parecía el idóneo lugar en el que seguir nuestra íntima reunión. Tumbonas, remojón de pies en la piscina, nuevos chistes, conciertos de año nuevo, confidencias y cacahuetes recubiertos de miel. Y pasaba inexorable el tiempo y nadie decía nada de volver. Comida en la terraza, Madredeus, más remojones, cabezadas, visitas esporádicas de nuestro querido Vader, y un juguetón sol de enero que se empeñaba en asarnos muy lentamente. Vídeos de conciertos, intento de nuevas cabezadas, de retener el calor corporal a cualquier precio, de reposar la cabeza en el cojín más mullido, manos frías, manos calientes, bostezos y risas. Y luego casi seguido, recoger, despedidas, charretas esperando el tren, manos frías y manos calientes, más risas. Vader agonizante. Y por último, tren de vuelta a casa, para poder coger el bocata e irme tranquilamente a empezar mi turno de noche del día uno.

Y lo recuerdo porque concentrado en un día he visto todo lo que quiero tener no solo este año, sino todos los días de mi vida. La despreocupación, la alegría, la seguridad de que tienes siempre a tu alrededor a personas maravillosas, las risas, la ternura y el cariño, y sobre todo, el mundo extendido más allá de tus pies, apunto para ser descubierto.



Os deseo, un feliz 2007, pero por encima de todo
os deseo una vida muy, muy feliz


jueves, 4 de enero de 2007

Esas entrañables fiestas

Parece que las fiestas dan ya sus últimos coletazos. Y francamente, es casi un alivio. A ver, entendedme bien, no es que no me gusten las fiestas; es simplemente que al final terminas más agotado de lo que las empezaste y con mucha faena acumulada.

Todo el mundo te da más trabajo, porque hombre, son fiestas, y vas a tener mucho tiempo por delante. Y tú, que te hacías una previsión para organizarte un poco estos días, tienes que sacar el calzador y empezar a recolocarlo todo bien apretado para poder tener tiempo de hacer todo lo que quieres.

Por que no solo esta el trabajo. De pronto una tarde que por tu agenda mental sabes que toca cervecita con los amigos, tu madre te llama y te dice "niño, (muy triste, casi con treinta años las madres nos siguen llamando niño, nene o similar) arréglate un poco y péinate esos pelos que nos vamos a ver a la tía Tomasa y le felicitamos las fiestas". Y tu planning mental, pulcramente elaborado, se precipita raudo por el inodoro sin pinta de que vaya a volver. Y cuando deberías estar tranquilamente sentado en casa de algún amigo, te encuentras dándole dos besos a una señora a la que solo ves una vez al año y que luce más bigote que tú mismo. Eso sí, siempre te da una esplendorosa estrena de 5 euros, en un billete tan arrugado que casi no se lee nada y te dice, con tono de persona conocedora de mundo, que no te lo gastes todo en chuches.

Cuando parece que ya no puede pasar nada más y te has hecho con las fechas de celebraciones y visitas familiares para incorporarlas a tu ya abarrotada agenda, surge el siguiente imprevisto: "¿Chaval, tu has comprado ya los regalos?". Mierda. Mierda y más mierda. ¿Regalos? ¿No se supone que eso me lo hacen a mi? ¡Claro que no he comprado los regalos! Y eso significa que debes hacer hueco en al menos dos tardes para poder ir a buscar algo decente entre lo poco que han dejado repartido los que hicieron sus compras a tiempo. Eso sí, lo han dejado repartido entre todas las tiendas de la ciudad, de manera que no puedes ir a una y elegir, no. Debes visitarlas todas porque, siguiendo la ley de Murphy, lo que te puede valer siempre estará en la última (yo además asumo plenamente el Comentario de O'Toole, que asegura que Murphy era un optimista). Pero como dicen que mal de muchos consuelo de tontos, cerca de quinientas mil personas se han puesto de acuerdo contigo para hacer las compras el último día de manera que no te sientas solo y tonto por no haberte acordado de llamar a los Reyes con antelación. Así, comprar un regalo se convierte en un deporte de riesgo en el que los pisotones en la nuez, los codazos en la vesícula y los arañazos en el dorso de la mano para dejar caer un juguete, se convierten en lo más normal y cotidiano de estas encantadoras fiestas de paz y alegría. No hace mucho un amigo me hacía la observación de que se puede ver menos violencia en la película Conan el bárbaro que en cualquier centro comercial en estas fechas.

Sea como fuere, al final sales a la calle con un par de bolsas de regalos que no tienen pinta de que vayan a gustar a nadie, y un enorme vacío en tu cuenta corriente. ¡Porque en estos días se nos va una pasta! Todo el año tratando de ahorrar algo para que en unos días se escape todo. Adiós viaje a Lisboa, adiós mesa para la salita, adiós libros y discos, adiós fondo de imprevistos... Menos mal que en enero hay rebajas, y podré volver a un centro comercial a repetir el ritual de codazos, pisotones y arañazos para conseguir salir con dos bolsas y constatar que me he gastado lo mismo que me habría gastado en cualquier otra época del año.

Un día de pronto te acuerdas de que habías hecho un planning, para las fiestas, y empiezas a comparar solo por el placer de comprobar que no has hecho absolutamente nada de lo que tenias planeado en un principio. Pero ya te da igual, ahora lo importante es que todo se acabe porque ya empiezas a estar cansado de estos días de descanso. Y estresado, porque todo el día arriba y abajo sin tiempo para hacer nada, y sin poder pararse un segundo agobia, reconozcámoslo.

De todas maneras, este año yo no me he estresado. Regalé en casa a mis padres una postal de cartulina con un corazón pintado con témpera y la consabida frase de 'Papás, os quiero mucho', porque total, si colaba cuando yo era un nene, ¿porque no va a colar ahora que me lo siguen llamando? Y a fuerza de salir todas las noche de juerga y pasarme el día durmiendo, he conseguido eludir las visitas familiares, así que he de reconocer que este año mi bolsillo no se ha visto muy perjudicado y lo he pasado bastante bien, pero tanta fiesta acaba con uno. Y lo duro viene ahora cuando te das cuenta de todo el trabajo que tienes acumulado. Así que me reitero. Francamente, es casi un alivio. Y entendedme bien, no es que no me gusten las fiestas.

Una gran sonrisa

Hacia mucho que no me dejaba caer por aquí. Nunca me he olvidado de este rincón de mi alma, pero en algunas épocas de mi vida esta menos pre...