lunes, 15 de octubre de 2007

Luces



Siempre, desde que tengo memoria, me ha gustado ver las luces de la ciudad.

Cuando apenas era un renacuajo que no llegaba al alféizar de la ventana, y mis ojos necesitaban de una pequeña ayuda óptica, me encaramaba como podía al anochecer a la ventana del cuarto de mis padres que daba a un amplio deslunado, y allí, olvidadas las lentes sobre la cama, miraba sin ver, las infinitas luces que llenaban la ciudad como una extraña constelación de estrellas fluorescentes. Me sobrecogía ver tantas luces y una súbita emoción me recorría el cuerpo como años después conseguirian hacerlo las estrellas y constelaciones de verdad. Desde entonces, y pese a que ya no uso gafas, me sigue gustando mirar las luces de la ciudad, cada una un mundo de vidas y sueños, un pequeño universo de risas y llantos.

Y si persevero, a veces, por encima de los tejados aparece tímida la luna...

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Yo querría vivir en un ático...

Anónimo dijo...

Empieza comprándote un zulo, buscador!

Aguacate y Mandarina dijo...

Amo también las luces de mi ciudad, aunque haya quien se queje de ella sin conocerla o los más neuróticos que yo sólo le encuentren defectos (sin salir de ella; les encanta también)

Anónimo dijo...

"Durante el día, el hombre es consciente de lo que le rodea, pero por la noche su alma se libera y expresa la propia esencia del Yo"

Una gran sonrisa

Hacia mucho que no me dejaba caer por aquí. Nunca me he olvidado de este rincón de mi alma, pero en algunas épocas de mi vida esta menos pre...