lunes, 8 de junio de 2020

Día 3

Anoche, poco antes de acostarme, empezó a dolerme la cabeza. No un dolor lacerante pero si desagradable que ha estado yendo y viniendo hasta mediodía. Las primeras alarmas suenan en mi cabeza. Sé como funciona, lo he leido, estoy preparado. Y aún así, no puedo dejar de sentirme sorprendido, como si no creyerá que me puede pasar a mi.

Respiro hondo y me digo que puede haber sido también por no haber podido dormir del tirón (cosas de tener crios). Me meto un paracetamol y evito pensar en el tema. Las sensaciones de ayer se mantienen.

Pasado un rato el dolor de cabeza desaparece y no vuelvo a notarlo en todo el día. Suspiro aliviado.

Es casi medianoche. Trato de pensar en lo que he hecho durante el día y me sorprendo. Me trato de convencer de acabar un par de cosas que yacen desde hace mucho sobre mi escritorio, pero la voz está de vuelta y me insiste en que ya es tarde, en que estoy cansado. El sueño, sin embargo, sigue sin aparecer...

domingo, 7 de junio de 2020

Día 2

No noto nada. Es algo tan sutíl que cuesta percibirlo si no lo estás buscando. Y no es algo que esté ahí, sino algo que falta: esa vocecilla que siempre se quejaba y se sentía siempre tan cansada. Esa ausencia de resistencia interna es desconcertante, pero sienta muy bien.

Por lo demás, me siento de un humor maravilloso. Tengo la sensación de que un viejo amigo a quien echaba de menos ha vuelto. Y me sorprende porque no me siento para nada como mi viejo yo. Tengo, por el contrario, la sensación de que mi nuevo y mis viejos yo se están conociendo y de alguna forma encajan bien juntos. Es una sensación de plenitud y de sosiego que hacía mucho que no tenía.

Trato, no obstante, de mantener los pies en la tierra. El cambio es casi tan imperceptible que temo haberme convencido a mi mismo de que en realidad está ahí. Pero no me preocupa, solo el tiempo puede aclararme si estoy en lo cierto o no, y mientras tanto, voy a disfrutar todo lo que pueda este momento.


lunes, 2 de marzo de 2020

A veces...

A veces tengo mono de escribir. Me siento ilusionado delante del teclado.

Alguién me llama. El peque esta sentado en el trono y necesita ayuda. El mayor no quiere hacer los deberes. Tengo que salir a comprar algo. Me toca tender la ropa. Hoy visitamos a alguien.

A veces tengo mono de escribir. Pero no me da tiempo, antes de ser arrastrado otra vez por la marea de lo cotidiano.

Una gran sonrisa

Hacia mucho que no me dejaba caer por aquí. Nunca me he olvidado de este rincón de mi alma, pero en algunas épocas de mi vida esta menos pre...