martes, 27 de marzo de 2007

Yo, me, mi, conmigo

Y ocurre que, de un tiempo a esta parte, me he vuelto escéptico. No con respecto a mis creencias religiosas: sigo siendo agnóstico y algo anticlerical. Me refiero más bien a mi trato con las personas. Llega un momento en el que te das cuenta de que cada uno (con escasísimas excepciones) hace su vida y solo se acuerda de ti cuando necesita algo, ayuda, un favor o tan solo compañía, para olvidarte en cuanto el momento de necesidad ha pasado. Y yo tengo el grave defecto de no saber decir no, de no poder negarle nada a mis amigos, así que vas sumando hasta que un día te cansas, y empiezas a desconfiar de manera injusta de todo y todos.

Yo he alcanzado ya ese punto. He comprobado que no se puede vivir de poesía, y que debo ponerme yo mismo por delante de todos en mi lista de prioridades, porque nadie más lo va a hacer. Y eso no implica que vea el mundo de manera más pesimista, o que la tristeza haya decidido volver a visitarme. Me encuentro muy bien, feliz y contento, y decidido a aferrarme a la vida con todas mis fuerzas, pero también más egoista, más seco, y decididamente más sarcástico (y por eso mismo más cruel).

Y sé que no es justo para algunas personas, que nunca me han abandonado. Vosotros que siempre estais ahí, en todo momento, no os preocupeis, voy a seguir siendo el mismo. A todos los demás, que no os extrañe si algún día os digo No.

miércoles, 21 de marzo de 2007

La última lágrima







La tenue luz bañaba su piel tersa y suave, y dibujaba sobre su cuerpo perdidos mares de sombra de formas caprichosas. Con la punta de mis dedos recorría lentamente, rozando apenas, sus hombros desnudos buscando el perfumado nacimiento de su cuello mientras ella, absorta, observaba fijamente la hipnótica danza de la llama en el pebetero. Aparté la selva salvaje de su pelo, encrespada torre donde tantas veces habían fondeado mis caricias, y posé mis labios sobre su delicada nuca. Un escalofrío recorrió su cuerpo y con la respiración entrecortada giró su cara hacía mí. Una pequeña lágrima había rodado hasta la noble barbilla y pendía, adamantina, como cristal puro de claros reflejos. Recogí esa pequeña lágrima con la yema de un dedo y la llevé solemne a mis labios secos. Un suspiro brotó de su boca trémula y sus dulces ojos verdes fijaron en los míos sus pupilas. Mi mano buscó su mejilla pero ella me detuvo, a la vez que giraba de nuevo su rostro hacía la mortecina llama que se extinguía poco a poco, muy poco a poco. Y al tiempo que mi boca buscaba su oído, fui trenzando en su augusto cuello un tibio collar con mis manos desnudas. Allí, mientras la luz dejaba paso a la fría oscuridad, y tal como hiciera con la chica de las ciruelas Jean-Baptiste Grenouille, murió de mi mano la esperanza.


miércoles, 14 de marzo de 2007

Etiquetas

Como no podía ser de otra manera, he sido etiquetado por la bella Ía. Y seguramente alguien se pregunte qué significa eso. Pues bien, según las reglas del juego, debo contar 6 de mis rarezas en este pequeño espacio, y una vez concluido, pasarle el testigo a otros 6 incautos que desde ese mismo instante quedarán etiquetados al igual que lo fui yo. Como forma de cortesía, se recomienda dejarle un mensaje a los etiquetados en sus respectivos blogs, aunque no se descartan otros métodos menos sutiles o elegantes, como el de bombardear el buzón de correo electrónico del interfecto/a o contratar a una banda de rumanos para que le partan las piernas a la par que le notifican de que ha sido etiquetado. Yo me doy de tiempo para decidir sistema hasta que acabe esta entrada de mi bitácora jejeje.
Y ahora sin más dilación, voy a empezar con algunas de mis rarezas, 6 en concreto y que expongo aquí para escarnio público.

  • Reconozco que pese a ser bastante feliz por naturaleza y estar siempre sonriendo, tengo una morbosa tendencia a la melancolía que me suele dar disgustos emocionales de vez en cuando, y me hunde en penosos estados de tristeza y apatía cada cierto tiempo. Pero eso no es lo raro. Lo raro es que me encanta y no quiero perder del todo esa faceta, que ha hecho que ame tanto la ciudad melancólica por excelencia (Lisboa) y su música, o que consigue que mis posts tristes estén un poquito por encima de la mediocridad de los restantes.
  • Otra rareza podría ser, por ejemplo, mi extraña afinidad para acabar siempre y de manera indefectible defendiendo todas las causas perdidas que se cruzan en mi camino, como si fuera una especie de Don Quijote moderno, con los mismos escasos resultados, y una ingente lista de enemigos. Cuando se junta con la rareza anterior producen mezclas explosivas, como mi fascinación/obsesión por la Guerra Civil, y la identificación con el lado republicano.
  • Me encanta ordenar, clasificar y organizar mis cosas de una manera que casi raya en la compulsión. Me gusta hacer listas y tenerlo todo donde toca, para poder disponer de ello lo más rapidamente posible. Pero bueno, eso es lo que me gusta. En realidad, lo tengo todo siempre en pilas y grandes montones y me cuesta horrores encontrar lo que busco.
  • Otra rareza podría ser mi tendencia a la promiscuidad social. No puedo salir de fiesta o quedar exclusivamente con la misma gente siempre, porque al cabo de un tiempo me agobio bastante. Necesito alternar diferentes ambientes, y relacionarme con mucha gente distinta para sentirme cómodo.
  • Una más de mis particularidades es que me asemejo a efectos térmicos a una manta eléctrica. Mi temperatura corporal siempre esta un par de grados (centígrados) por encima de la ambiental con lo que nunca paso frío en invierno, y aún puedo permitirme el caritativo cometido de calentar manos amigas sin menoscabo de mi calor corporal o mi salud. El problema viene en verano, cuando compruebo horrorizado que mi termostato personal no tiene regulador y debo soportar estoicamente el tórrido y húmedo bochorno de estas tierras.
  • Y por último, podría hablar sobre mi total y absoluta carencia de gusto para la ropa. Desde siempre me ha producido la mayor indiferencia, y ahora, pasados los años, y pese a conocer sucintamente las nociones básicas del arte de combinar, no puedo evitar seguir eligiendo mi vestuario por el famoso método de coger lo que queda encima de todo, con lo que las múltiples combinaciones así obtenidas suelen clamar al cielo.
Y creo que con esto ya hay bastante. Ya he dado material más que suficiente para poder ser ampliamente flagelado. Ahora me toca elegir victimas para continuar este nefasto ciclo, y me da que no llego a seis ni de lejos (así de triste es mi vida social blogera), de manera que los próximos etiquetados en número de tres son : terrewiwa, quique y Braida. Eso sí, me guardo el derecho a nominar a tres personas más en un futuro no muy lejano.

Una gran sonrisa

Hacia mucho que no me dejaba caer por aquí. Nunca me he olvidado de este rincón de mi alma, pero en algunas épocas de mi vida esta menos pre...