lunes, 8 de junio de 2020

Día 3

Anoche, poco antes de acostarme, empezó a dolerme la cabeza. No un dolor lacerante pero si desagradable que ha estado yendo y viniendo hasta mediodía. Las primeras alarmas suenan en mi cabeza. Sé como funciona, lo he leido, estoy preparado. Y aún así, no puedo dejar de sentirme sorprendido, como si no creyerá que me puede pasar a mi.

Respiro hondo y me digo que puede haber sido también por no haber podido dormir del tirón (cosas de tener crios). Me meto un paracetamol y evito pensar en el tema. Las sensaciones de ayer se mantienen.

Pasado un rato el dolor de cabeza desaparece y no vuelvo a notarlo en todo el día. Suspiro aliviado.

Es casi medianoche. Trato de pensar en lo que he hecho durante el día y me sorprendo. Me trato de convencer de acabar un par de cosas que yacen desde hace mucho sobre mi escritorio, pero la voz está de vuelta y me insiste en que ya es tarde, en que estoy cansado. El sueño, sin embargo, sigue sin aparecer...

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