Parece que las fiestas dan ya sus últimos coletazos. Y francamente, es casi un alivio. A ver, entendedme bien, no es que no me gusten las fiestas; es simplemente que al final terminas más agotado de lo que las empezaste y con mucha faena acumulada.
Todo el mundo te da más trabajo, porque hombre, son fiestas, y vas a tener mucho tiempo por delante. Y tú, que te hacías una previsión para organizarte un poco estos días, tienes que sacar el calzador y empezar a recolocarlo todo bien apretado para poder tener tiempo de hacer todo lo que quieres.
Por que no solo esta el trabajo. De pronto una tarde que por tu agenda mental sabes que toca cervecita con los amigos, tu madre te llama y te dice "niño, (muy triste, casi con treinta años las madres nos siguen llamando niño, nene o similar) arréglate un poco y péinate esos pelos que nos vamos a ver a la tía Tomasa y le felicitamos las fiestas". Y tu planning mental, pulcramente elaborado, se precipita raudo por el inodoro sin pinta de que vaya a volver. Y cuando deberías estar tranquilamente sentado en casa de algún amigo, te encuentras dándole dos besos a una señora a la que solo ves una vez al año y que luce más bigote que tú mismo. Eso sí, siempre te da una esplendorosa estrena de 5 euros, en un billete tan arrugado que casi no se lee nada y te dice, con tono de persona conocedora de mundo, que no te lo gastes todo en chuches.
Cuando parece que ya no puede pasar nada más y te has hecho con las fechas de celebraciones y visitas familiares para incorporarlas a tu ya abarrotada agenda, surge el siguiente imprevisto: "¿Chaval, tu has comprado ya los regalos?". Mierda. Mierda y más mierda. ¿Regalos? ¿No se supone que eso me lo hacen a mi? ¡Claro que no he comprado los regalos! Y eso significa que debes hacer hueco en al menos dos tardes para poder ir a buscar algo decente entre lo poco que han dejado repartido los que hicieron sus compras a tiempo. Eso sí, lo han dejado repartido entre todas las tiendas de la ciudad, de manera que no puedes ir a una y elegir, no. Debes visitarlas todas porque, siguiendo la ley de Murphy, lo que te puede valer siempre estará en la última (yo además asumo plenamente el Comentario de O'Toole, que asegura que Murphy era un optimista). Pero como dicen que mal de muchos consuelo de tontos, cerca de quinientas mil personas se han puesto de acuerdo contigo para hacer las compras el último día de manera que no te sientas solo y tonto por no haberte acordado de llamar a los Reyes con antelación. Así, comprar un regalo se convierte en un deporte de riesgo en el que los pisotones en la nuez, los codazos en la vesícula y los arañazos en el dorso de la mano para dejar caer un juguete, se convierten en lo más normal y cotidiano de estas encantadoras fiestas de paz y alegría. No hace mucho un amigo me hacía la observación de que se puede ver menos violencia en la película Conan el bárbaro que en cualquier centro comercial en estas fechas.
Sea como fuere, al final sales a la calle con un par de bolsas de regalos que no tienen pinta de que vayan a gustar a nadie, y un enorme vacío en tu cuenta corriente. ¡Porque en estos días se nos va una pasta! Todo el año tratando de ahorrar algo para que en unos días se escape todo. Adiós viaje a Lisboa, adiós mesa para la salita, adiós libros y discos, adiós fondo de imprevistos... Menos mal que en enero hay rebajas, y podré volver a un centro comercial a repetir el ritual de codazos, pisotones y arañazos para conseguir salir con dos bolsas y constatar que me he gastado lo mismo que me habría gastado en cualquier otra época del año.
Un día de pronto te acuerdas de que habías hecho un planning, para las fiestas, y empiezas a comparar solo por el placer de comprobar que no has hecho absolutamente nada de lo que tenias planeado en un principio. Pero ya te da igual, ahora lo importante es que todo se acabe porque ya empiezas a estar cansado de estos días de descanso. Y estresado, porque todo el día arriba y abajo sin tiempo para hacer nada, y sin poder pararse un segundo agobia, reconozcámoslo.
De todas maneras, este año yo no me he estresado. Regalé en casa a mis padres una postal de cartulina con un corazón pintado con témpera y la consabida frase de 'Papás, os quiero mucho', porque total, si colaba cuando yo era un nene, ¿porque no va a colar ahora que me lo siguen llamando? Y a fuerza de salir todas las noche de juerga y pasarme el día durmiendo, he conseguido eludir las visitas familiares, así que he de reconocer que este año mi bolsillo no se ha visto muy perjudicado y lo he pasado bastante bien, pero tanta fiesta acaba con uno. Y lo duro viene ahora cuando te das cuenta de todo el trabajo que tienes acumulado. Así que me reitero. Francamente, es casi un alivio. Y entendedme bien, no es que no me gusten las fiestas.
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5 comentarios:
Hola M!
Opino lo mismo, tengo ganas de que acaben las navidades por la faena acumulada (tengo el minipiso "PatasParriba")
Me alegro de haber descubierto tu blog :-)
jejejeje, cuanto tiempo!!
Yo visitaba el tuyo, pero lo actualizas poco, eh? ;)
Avisame cuando estes por aquí y quedamos. Y con tu permiso, añado la dirección de tu blog a mi lista.
rompo una lanza de rohan por ti mariete...
solo he tenido 1 semana de vacaciones y he acabado más cansado que si hubiera trabajado..y encima..
aun no tengo los regalos!!!!
dios que presión!! jejeje
en serio hable contigo en fin de año? jejejejee
nos vemos esta nocheeee!!!!
De fiesta , ¿tú y muakis? me alegro. :D. Lo de regalar mola cuando apetece , pero por obligación (que es el caso en estas fechas ... ) da igual lo que compres , no les va a gustar ,así que lo mejor es no complicarse. Ya me entiendes :P.
Por una vez, y sin que sirva de precedente, muakis y yo te entendemos, Joan. Y sí, anoche lo saqué de fiesta, pero bien abrigadito para que no se constipara.
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