Sube el telón. El coro sale y empieza a cantar. Enseguida se preparan en la rampa los primeros de la procesión. Momentos de nervios. A una indicación, y con la ayuda de cuatro miembros del equipo técnico, la carroza esta ya en el escenario, seguida por los herejes y los penitentes que cargan sobre sus hombros la virgen. Detras vienen los monaguillos y el obispo bajo palio, y detras nosotros.
Me coloco en la linea, erguido sobre la rampa y con las manos sobre la empuñadura de la espada. El regidor nos mira. El corazón bombea a toda velocidad. Esperamos, unos segundos, medio minuto, estamos listos.
Un gesto de la mano y una breve mirada. Con un impulso acabamos de subir la rampa y los focos nos inundan. Estamos dentro...
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