martes, 15 de enero de 2008

El amor intransitivo


Hace unos dias conseguí hacerme por fin con una edición bilingüe de Las elegías de Duino, de Rainer Maria Rilke, un ciclo de poemas que le costó más de diez años terminar, y en los que expone muchas de las ideas y conceptos que han marcado su obra, como por ejemplo el del amor intransitivo.

Llegué a Rilke por pura casualidad (o quizás por destino), por una referencia en un estupendo libro de Carme Riera, en el que en uno de los muchos relatos, una alumna curiosa le pregunta a un profesor de literatura disfrazado de profesor de matemáticas sobre el amor intransitivo. Y este, capeando como puede contra la intrépida nínfula, esboza los principios de esa teoría de Rilke. O al menos lo suficiente para dejarte intrigadísimo.

Así, me he puesto manos a la obra, y con paciencia y muchos ratos sueltos en el metro, voy avanzando entre las dificiles páginas, desentrañando, saboreando, desmigajando hasta la última palabra para no perderme nada de cada elegía. Y vale, eso esta muy bien, puede decir alguno, pero... ¿en que consiste el amor intransitivo? Bien. A estas alturas (mitad de la tercera elegía) aún no lo se exactamente, pero ya lo intuyo, así que como no soy ningún maestro sobre el tema, el que tenga curiosidad, que me lo diga y quedamos para tomar un café y hablar sobre esto de tú a tú.

Y para no dejar mal sabor de boca por cerrar el post sin una respuesta clara, os dejo el quinto poema del Ciclo de Les Roses, que escribió pocos años antes de morir, y que según he leido en un estudio podría tener como tema la interioridad autosuficiente de la rosa (aunque yo siempre he pensado que se refería al autoerotismo femenino :p).

Abandon entouré d’abandon,
tendresse touchant aux tendresses…
C’est ton intérieur qui sans cesse
se caresse, dirait-on;

se caresse en soi même,
par son propre reflet éclairé.
Ainsi tu inventes le thème
du Narcisse exaucé.



(Traducción versada de Tomás Segovia:
Dejadez que en dejadez se hace envolver,
ternura a las ternuras propicia...
Es tu interior que sin cesar reinicia
su caricia, al parecer;

su caricia para sí,
por su propio reflejo iluminado.
Inventas el tema así
del Narciso no frustrado.)

1 comentario:

Anónimo dijo...

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