lunes, 11 de diciembre de 2006

Audite quid dixerit







I


Los tambores resuenan en la explanada a los pies del castillo. Las trompetas hieren la cálida mañana estival con sus agudas notas, mientras caramillos, sacabuches y bombardas hilan a su alrededor notas marciales. El griterío entre la tropa hace presagiar que algo ocurre, y de boca en boca se extiende descontrolado un rumor: la ciudad ha capitulado; la batalla ha concluido. Algunos aseguran haber presenciado el parlamento con los emisarios del asediado burgo, y otros haber visto hincar la rodilla en el sucio polvo al mismísimo hijo del duque, amo y señor de estas tierras.

El rey, impaciente, aguarda junto a la entrada de su tienda el retorno de la avanzadilla que ha entrado por las astilladas puertas en dirección a las estancias del duque, en lo más alto del imponente alcázar de sólida roca. La ciudad es ahora suya, después de varios meses de asedio, pero los minutos que restan hasta que pueda entrar en ella le pasan más lentos que todas las largas horas combatiendo contra los acérrimos defensores del recinto. De origen romano, y posteriormente ocupada por los árabes, hace apenas unas décadas que la fortaleza está en manos cristianas, y aun se aprecia claramente la belleza de los singulares espacios creados por los arquitectos musulmanes en sus gallardos torreones, sus esbeltas lineas y preciosos elementos decorativos, tan distintos a las sobrias construcciones cristianas.

Al final, exasperado por la espera toma una decisión. Cambia sus ropajes por otros que disimulan mejor su rango y alcurnia, y congrega ante la puerta de la tienda a tres de sus más leales vasallos, recios soldados curtidos en mil batallas. Y unos instantes después cruzan raudos el campamento en dirección al castillo, montados en caballos árabes, obsequio de algún caudillo sojuzgado en pretérita batalla. Pronto, los jinetes, pequeños puntos oscuros en la lejanía, son engullidos por las abiertas fauces de maltrecha madera que guardan la entrada del feudo, y por donde desapareció, poco tiempo atrás, la comitiva enviada por el rey.

1 comentario:

omrot dijo...

He partido el relato en tres posts distintos, porque varias personas se me han quejado de que no podian escribir respuestas, y he pensado que quizás era por la extensión del mismo.

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