jueves, 21 de diciembre de 2006

Todos como ovejas

Estoy de pie en mi sitio del escenario del Teatro Principal. En cartel, el Mesías participativo que se organiza en nuestra urbe cada año. Hace apenas unos minutos que ha empezado la fatídica segunda parte y varios centenares de personas corean a grito pelado el número 25, And with his stripes we are healed. El tempo, alla breve moderato, no permite presagiar lo que se nos viene encima. En nuestra fútil inocencia, encadenamos fácil y despreocupadamente los ritmos de las negras o las largas blancas con puntillo sin perder de vista las señales que nos marca el director. Y el número llega a su fin con un brillante acorde de do mayor del coro. Si todo va como de costumbre, y teniendo en cuenta que hemos cantado ya dos corales seguidos, ahora nos volveremos a sentar mientras alguno de los solistas canta un recitativo con su correspondiente aria; Handel es tan previsible, me digo a mi mismo.

Pero algo no va bien. La gente sigue de pie. Paso rápidamente la página, y lo primero que llama mi atención son los dos indicadores gigantes que me he colocado bien visibles en la hoja. Cualquier conductor los reconocería como señales de "Atención, curvas peligrosas". Y si el indicador está ahí significa... ¡cielos! el momento ha llegado. Un escalofrío recorre mi espalda y un leve temblor se adueña de mis piernas. La orquesta ataca y sin apenas tiempo para más reflexión la música me arrastra,... literalmente.

Se trata del número 26, All we like sheep have gone astray, y en su parte superior reza un allegro moderato. Los primeros compases son sencillos; acordes fáciles y bien armonizados en bloque por todas las voces, pero las tranquilas negras poco a poco se van convirtiendo en escalas de corcheas y un sudor frío empieza a recorrer mi frente. Uuuuuuuf, un silencio largo de bajos viene a darnos un poco de vida. Ahora lo importante es dar bien la entrada. Sigo la partitura y en el momento preciso, nuestra cuerda al unísono entra con su frase, siguiendo de un tirón hasta el siguiente silencio. Andrés me mira; estamos resistiendo. Iluso de mí, la recordaba más difícil.

Tengo la impresión de que el tempo se acelera, y cada nueva entrada se hace más angustiosa, con más dudas, y por lo que oigo a mi alrededor no soy el único. Las corcheas cada vez pesan más y van arrastrandonos, mientras otras voces van empezando las carreras de semicorcheas. Mientras leo la de los tenores percibo al final de la página un aviso: al girar entramos con la nuestra. Nuestra frase, un 'we have turned' que debería haber salido fluido queda tendido en el aire al cantar el 'turn' mientras cada bajo trata desesperadamente de no descolgarse, y seguir la endemoniada melodía que huye muy por delante de nosotros hacia el final de frase. Cuando llega, nerviosos, no atinamos ya a enganchar las que antes nos parecieron alegres corcheas. Con la cara roja como un tomate sigo cantando como puedo mientras trato de atinar las entradas.

Nuevas semicorcheas aparecen en el libreto, pero esta vez tenemos mejor suerte y apenas nos pillan de refilón. Cuando, ya casi finita la pieza, llegamos a la seguridad de las blancas mayestáticas, disminuye un poco el temblor y la confianza vuelve a arropar un poco nuestras voces, dejándonos urdir los acordes finales con un volumen de voz que nos ha faltado apenas un minuto antes.

El mal rato ya ha pasado. Lástima que aún me queden señales de 'Atención: curvas peligrosas' en al menos, dos números más...

4 comentarios:

gemelo malvado dijo...

jejeje
recuerdo esos momentos en mis años de corista...
para mi los mas interesantes...

lo que pasa es que nosotros, los tenores de divisi, no nos sulfurábamos mucho...siempre teniamos alguien que nos levantaba, nos apoyaba, que nunca se equivocaba, mi hermano.

De hecho eso dió pie a que nos tomaramos todo demasiado en broma eso de aprendernos la partitura y cuando mi hermano no estaba...jejeje aquello era el caos total jejeje

Esther Ita dijo...

Yo no recuerdo ninguno de esos momentos, porque nunca he cantado en un coro (mejor para los coros, jajajaja).

Y espero que esas curvas peligrosas se puedan sortear sin dificultad.

Abrazos sonoros y besitos musicales.

omrot dijo...

Al final las curvas se sortearon bastante bien, aunque con alguna que otra baja por el camino.

La verdad es que en los ensayos había sonado todo tan bién, y era tan facil cogerse que nos confiamos un poco. El problema fue llegar al teatro y subirnos al escenario. Como estaba abierto por los lados todo el sonido se perdía tan deprisa que apenas llegabas a escucharte a ti mismo y al de al lado. Y claro, las notas falsas, los desafines, uuuuf se notan muchísimo.

También he de decir que en realidad las señales de 'curvas peligrosas' la tengo en el 25 y no en el 26 que canta casi integramente el Coro de la Generalitat, pero bueno, el 26 me gusta más :).

Un abrazo muy fuerte a los dos ;).

terrewiwa dijo...

Jajajajjaja...menudo viajecíto me he dado en un momento contigo!! :D Gracias!!
Yo también he pasado por ahí...y me hubiera encantado hacerlo este año contigo de nuevo...pero no pudo ser.
Es fenomenal ese número.Es mi preferido. Me siento como un corderito saltando por el prado cada vez que lo canto. Y es estupendo hacerlo al lado de un buén compañero que te sonrría en la coloratura, que te apoye con su respiración...y con el que echar unas risas a mitad de número...cuando todo ha pasado y te sientes a salvo.
Me encanta Haendel...y aunque la estrucctura hace que sea predecible...usa toda su imaginación para que cada momento sea todo lo divertido que se puede ser en un oratorio!
Toda una experiencia, si señor!!

All we like sheep!!
pam pám pam pám
All we like sheep!
we have taaa,aaaa,aaaa,aaaaaaaa,aaaaaarned!

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