domingo, 5 de noviembre de 2006

Mil y una noches

Hola de nuevo. Después de tanto tiempo voy a tratar de retomar este blog que apenas ha dado un par de pasos antes de ser temporalmente aparcado entre los numerosos proyectos que llenan mi día a día. Para ello se juntan una serie de venturosas coincidencias que van a permitir que si no escribo mucho más no sea al menos por falta de tiempo. Una de esas coincidencias es la que hace que yo, este mes y parte del que viene, esté noche sí y noche también de angel custodio en el albergue en el que habitualmente trabajo.

Así, a horas intempestivas y arrullado por el sempiterno jazz que se desliza como seda sobre la noche fría de este agitado barrio, me dispongo a poner en palabras todo eso que cruza fugaz por mi cabeza, y que a menos que sea plasmado se perderá. Tampoco es que tenga excesivo valor para nadie que no sea yo, pero como han salido de este pequeño bote de ideas que yo llamo cerebro, pues les tengo un algo de cariño.

Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos. Es Ella Fitzgerald con Louis Armstrong trenzando de manera inverosímil ese Summertime que siempre consigue ponerme los pelos de punta. Subo el volumen. Todo esta tranquilo. La mayoría de alberguistas duermen y los asiduos de las calles circundantes (yonkis, putas y demás fauna) hablan por lo bajo sentados en portales y aceras. La luna llena apenas asoma entre las nubes que cruzan el cielo de la ciudad y un aire frio y humedo cala hasta los huesos a todo aquel que osa pisar la calle o asomarse a cualquier ventana o balcón. Mientras, Ella y Louis han dejado a su sitio a Sarah Vaughan, cantando en directo I cover the waterfront.

Mientras, sigo preparando reservas y contestando correos. En nada, acabaré la faena y me retiraré discretamente a mi pequeño lugar, a descansar hasta mañana, el primer día del resto de mi vida.

Y como últimamente estoy en exceso cariñoso, mando a cualquiera que lea esto (pues sé que al menos son dos las personas que lo leen e insisten en que lo siga) un abrazo muy fuerte, y el ferviente deseo de que tengais los sueños más dulces que puedan imaginarse.

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