Nieva con fuerza sobre Berlin. En la penumbra del salón miramos la nieve caer por la ventana. Apenas se oyen ruidos afuera: todos se esconden en sus casas, a cobijo del cruel frío que campa a sus anchas por las vacías calles. Las luces de las farolas dibujan formas caprichosas en las blancas paredes de la cálida estancia. Suave, a media voz, la voz de Maja Vasiljevic flota llenando cada oscuro rincón. El glühwein caliente en la mano, una buena manta sobre las piernas en el mullido sofá, y la sensación de no estar en Berlin, sino a cientos de kilómetros hacia el este, en algún templo ortodoxo ruso. ¿Qué mejor manera podríamos tener de celebrar la primera nieve del nuevo invierno?
jueves, 2 de diciembre de 2010
jueves, 14 de octubre de 2010
Clown
Ridi, Pagliaccio, sul taro amore infranto!
Ridi del duol che t'avvelena il cor!
I Pagliacci, Ruggero Leoncavallo
Ridi del duol che t'avvelena il cor!
I Pagliacci, Ruggero Leoncavallo
There was a lot of time since I felt like that. Maybe it's because today I'm not in the mood, or I feel too sensitive. But, the case is that it hurted me a bit. I don't know if you understand what I mean. You feel playful, you just feel creative and tries to make stories, to invent new worlds, to make fun of everything. and suddenly, you feel like nobody's playing your game, but the game of making fun of your worlds. And then you feel like a clown. And then suddenly all the fun disappears. You just can pretend that everything is ok, but you're again back in the reality with people who doesn't really understand you. Smiling while you're just in the mood for hiding of the world. And I don't like it. I don't like it at all. But I'm not going to just behave as they want me to behave. I just want to be myself. Even if it hurts...
jueves, 30 de septiembre de 2010
El otoño en Berlin
El pasado invierno fue para mí Alexander Platz, y Unter den Linden, y la Isla de los Museos, y volver a Potsdamer Platz. Fue el S-Bahn, y la nieve.
La primavera, el Mauerpark y Prenzlauer Berg, y la hierba y Hackescher Markt, y Lichtenberg. Para verano quedaban los lagos, y Kreuzberg, y AdmiralBrücke.
Y ahora, que ya esta aquí el otoño, me quedo con mi pequeño refugio en Neu-Kölln, con los paseos por Tempelhof, con los últimos rayos de sol colándose entre los altos arboles de los pequeños cementerios abandonados de Hermannstraße, con las sonrisas y los desayunos con queso y Weltmeister, con los ojos verde turquesa.
Tengo la sensación de que este va a ser un buen otoño.
La primavera, el Mauerpark y Prenzlauer Berg, y la hierba y Hackescher Markt, y Lichtenberg. Para verano quedaban los lagos, y Kreuzberg, y AdmiralBrücke.
Y ahora, que ya esta aquí el otoño, me quedo con mi pequeño refugio en Neu-Kölln, con los paseos por Tempelhof, con los últimos rayos de sol colándose entre los altos arboles de los pequeños cementerios abandonados de Hermannstraße, con las sonrisas y los desayunos con queso y Weltmeister, con los ojos verde turquesa.
Tengo la sensación de que este va a ser un buen otoño.
lunes, 13 de septiembre de 2010
Pan sin queso
Ha amanecido lloviendo. La contagiosa alegría que traía el sol cuando entraba temprano por la mañana se ha ido disipando lentamente a lo largo de la noche. Hoy algo ha cambiado.
Ayer tuvimos una concesión al otoño. Como por descuido, un día fantástico se coló entre los turbios días que están precediendo al equinoccio. Un día hermoso y soleado, cálido como un abrazo y limpio de nubes y malos pensamientos. Uno de esos domingos que se disfrutan hasta el último segundo.
Un brunch con Miss Nora y su hermana, y con Zora y Barney. Una visita al Mauerpark, al rastro, al karaoke, a los amigos que pululan arriba y abajo, o yacen risueños sobre el césped. Mis libros nuevos, mis nuevos Cds (¿quien lo diría? El A love supreme de Coltrane, el Moanin de Art Blakey, y el Out to lunch de Eric Dolphy, todos originales por 7 euros). Una cena horario europeo con Desmond (que tiene el detallazo de regalarme un pequeño libro y una postal del año 43). Un divertidísimo Quiz con grandes amigos, muchas risas, pocas preguntas acertadas y la sensación de felicidad que me ha ido acompañando toda la última semana. A medianoche, antes de el S-Bahn se transforme en calabaza, huimos buscando el calor de un pequeño refugio en las alturas. Susurros, sonrisas, y después, solo oscuridad y silencio.
Y esta mañana la lluvia. Algo ha cambiado imperceptiblemente, puedo notarlo. Quizás desapareció el queso, y ahora solo queda sobre la mesa el pan. Desde luego es un buen pan, pan alemán, de ese con semillitas y cosas por el estilo. Y el queso tampoco podía durar eternamente. Pero de alguna manera, sé que voy a echarlo un poco en falta. Quizás solo necesito dormir, y quitarme este pijama de tristeza que me pone siempre la lluvia.
Ayer tuvimos una concesión al otoño. Como por descuido, un día fantástico se coló entre los turbios días que están precediendo al equinoccio. Un día hermoso y soleado, cálido como un abrazo y limpio de nubes y malos pensamientos. Uno de esos domingos que se disfrutan hasta el último segundo.
Un brunch con Miss Nora y su hermana, y con Zora y Barney. Una visita al Mauerpark, al rastro, al karaoke, a los amigos que pululan arriba y abajo, o yacen risueños sobre el césped. Mis libros nuevos, mis nuevos Cds (¿quien lo diría? El A love supreme de Coltrane, el Moanin de Art Blakey, y el Out to lunch de Eric Dolphy, todos originales por 7 euros). Una cena horario europeo con Desmond (que tiene el detallazo de regalarme un pequeño libro y una postal del año 43). Un divertidísimo Quiz con grandes amigos, muchas risas, pocas preguntas acertadas y la sensación de felicidad que me ha ido acompañando toda la última semana. A medianoche, antes de el S-Bahn se transforme en calabaza, huimos buscando el calor de un pequeño refugio en las alturas. Susurros, sonrisas, y después, solo oscuridad y silencio.
Y esta mañana la lluvia. Algo ha cambiado imperceptiblemente, puedo notarlo. Quizás desapareció el queso, y ahora solo queda sobre la mesa el pan. Desde luego es un buen pan, pan alemán, de ese con semillitas y cosas por el estilo. Y el queso tampoco podía durar eternamente. Pero de alguna manera, sé que voy a echarlo un poco en falta. Quizás solo necesito dormir, y quitarme este pijama de tristeza que me pone siempre la lluvia.
domingo, 12 de septiembre de 2010
Caras largas
¿Hay algo más triste, me pregunto a mi mismo, que despertarse por la mañana y que lo primero que uno vea sea una cara seria?
Sonrisas
¿Hay algo más bonito, me pregunto a mi mismo, que despertarse por la mañana y que lo primero que uno vea sea una sonrisa?
viernes, 3 de septiembre de 2010
Cuestión de perspectiva
Es duro al principio. Vuelves pensando que el tiempo sigue como lo dejaste, y más cuando en tu tierra natal un ponientazo devastador ha elevado las temperaturas sin previo aviso y por tiempo indeterminado, hasta valores dificiles de soportar. Pero no, no aquí. En Berlín, el aire fresco ha tomado las calles, las nubes cubren el mundo vistiendo de gris los coches y edificios. A ratos, una fina lluvia se deja caer cansadamente, mojando silenciosamente el pavimento.
Se acabaron los baños nocturnos, las cervezas en Admiralbrücke, las tardes locas de domingo en el Mauerpark, las horas largas sobre la hierba de los parques. Y no puedo evitar que una sensación de tristeza me embargue. Contaba con poder disfrutar aún de un par de semanas de buen tiempo. Pero ha resultado demasiado pedir. El verano ha muerto y mi corazón se encoge a ratos.
De pronto, a media tarde, un rayo de luz barre la calle. Las nubes dejan filtrarse la luz del sol, y poco a poco los grises se tornan en verdes, en azules, en lindos amarillos.
Es una pena que haya terminado el verano en Berlin, pero... ¡es tan precioso el otoño aquí!
Se acabaron los baños nocturnos, las cervezas en Admiralbrücke, las tardes locas de domingo en el Mauerpark, las horas largas sobre la hierba de los parques. Y no puedo evitar que una sensación de tristeza me embargue. Contaba con poder disfrutar aún de un par de semanas de buen tiempo. Pero ha resultado demasiado pedir. El verano ha muerto y mi corazón se encoge a ratos.
De pronto, a media tarde, un rayo de luz barre la calle. Las nubes dejan filtrarse la luz del sol, y poco a poco los grises se tornan en verdes, en azules, en lindos amarillos.
Es una pena que haya terminado el verano en Berlin, pero... ¡es tan precioso el otoño aquí!
lunes, 23 de agosto de 2010
Vuelvo a casa
Recojo una a una las camisetas, los calcetines, la ropa interior, todo cuanto he ido usando estos últimos días y los voy guardando lentamente en la mochila. Después de unas semanitas en mi ciudad natal y una más de nuevo en el Ticino, toca volver a Berlin.
Mientras mis manos hacen el trabajo, miro ensimismado a través de los cristales hacia las rocosas crestas que se extienden a lo largo del horizonte. De pronto, un sonido me saca de mis ensoñaciones. Un mensaje. A mi numero alemán. ¿Será de mi hermano? Que raro, no parece la hora. Saco el móvil con curiosidad.
Y sin quererlo, una sonrisa me va subiendo a los labios, y me llena la cara. Son apenas tres frases, pero dicen un mundo. Tres simples frases, que de alguna manera, necesitaba escuchar después de mi extraña experiencia en Valencia. "Hey Maaaario, welcome back to Berlin. We missed you crazy guy. Signed - Welcoming comitee!".
Que importa que haya llegado con un día de adelanto. A lo largo del mismo día, varios mensajes han ido apareciendo, dejándome con una dulce excitación. Ganas de volver, de estar de nuevo allí. Voy a echar de menos a mi hermano, como echo de menos a mis padres, y a los buenos amigos de mi tierra, pero no puedo evitar un escalofrío al pensar que me quedan apenas horas para pisar de nuevo aquella urbe.
Quizás es lo que se siente cuando vuelves a casa...
Mientras mis manos hacen el trabajo, miro ensimismado a través de los cristales hacia las rocosas crestas que se extienden a lo largo del horizonte. De pronto, un sonido me saca de mis ensoñaciones. Un mensaje. A mi numero alemán. ¿Será de mi hermano? Que raro, no parece la hora. Saco el móvil con curiosidad.
Y sin quererlo, una sonrisa me va subiendo a los labios, y me llena la cara. Son apenas tres frases, pero dicen un mundo. Tres simples frases, que de alguna manera, necesitaba escuchar después de mi extraña experiencia en Valencia. "Hey Maaaario, welcome back to Berlin. We missed you crazy guy. Signed - Welcoming comitee!".
Que importa que haya llegado con un día de adelanto. A lo largo del mismo día, varios mensajes han ido apareciendo, dejándome con una dulce excitación. Ganas de volver, de estar de nuevo allí. Voy a echar de menos a mi hermano, como echo de menos a mis padres, y a los buenos amigos de mi tierra, pero no puedo evitar un escalofrío al pensar que me quedan apenas horas para pisar de nuevo aquella urbe.
Quizás es lo que se siente cuando vuelves a casa...
jueves, 12 de agosto de 2010
Redshift
Y un día vuelves a tu ciudad, y ves que todo sigue igual, pero también que todo ha cambiado. Las mismas calles, con algunos ligeros detalles diferentes, las mismas caras, los mismos autobuses, las mismas farolas. Pero todo es distinto, ya no es como antes.
No puedo evitarlo. Me siento desplazado. La vida, como no podía ser de otra manera, ha seguido su curso. Sin mi. Todos han continuado con sus rutinas, sus trabajos, sus historias cotidianas. Y es lógico, no me puedo quejar, no tengo derecho a hacerlo. Pero es que todo es tan distinto...
Apenas medio año y ya tengo la sensación de haber sido extirpado de manera limpia de la vida de muchas personas. Aunque reconozco que siempre hay gratas excepciones, y he tenido muchos y muy emotivos encuentros durante mi breve estancia, de esos que te hacen sentir que no has desaparecido del todo de esta urbe, y que aún tienes un huequecito en el corazón de los que quieres aquí.
Quizás, se junta también que muchos piensan que mi estancia en Berlin es algo temporal, o que es verano y todos andan dispersos, o la luna, o que hoy tengo el día tonto, o que echo terriblemente de menos Berlin. Sea como fuere no pienso amargarme. El estío está ahí fuera. Pienso salir y comerme la ciudad,... aunque sea como turista.
miércoles, 9 de junio de 2010
Música en el metro
Sí, sé que es lo normal en las ciudades grandes. Músicos itinerantes entran en el vagón del metro y por una parada o dos deleitan a la gente con algunas canciones, para solicitar después un pequeño óbolo. Pero vamos, siempre suelen ser un violinista, o un trompetista...
Hoy me he asombrado al ver entrar en mi vagón dos saxofones, un tio con una melódica, otro con un contrabajo, otro con un acordeón y un último individuo con algo de percusión, que han tocado a un ritmo endiablado Hit the road Jack y Sweet Georgia Brown. ¡Aún estoy alucinando!
Hoy me he asombrado al ver entrar en mi vagón dos saxofones, un tio con una melódica, otro con un contrabajo, otro con un acordeón y un último individuo con algo de percusión, que han tocado a un ritmo endiablado Hit the road Jack y Sweet Georgia Brown. ¡Aún estoy alucinando!
lunes, 7 de junio de 2010
Stadt ohne Ende
Eine Stadt ohne Ende, una ciudad sin fin. Eso parece Berlin cuando empiezas a recorrerla fuera del turístico centro. De este a oeste, de norte a sur, a lo largo de sus casi novecientos kilometros cuadrados de superficie.
Este fin de semana he tenido oportunidad de conocer algunas zonas a las afueras de Berlin, aunque todavía dentro de la ciudad. Zonas tan pintorescas como el antiguo pueblo de Lübars (ahora parte del barrio de Reinickendorf) con sus pequeñas granjitas de caballos y ovejas, sus riachuelos y prados (el Tegeler Fließ). La impresión que da es la de que, al contrario de lo que ocurre en otras ciudades donde pasado el último edificio la ciudad acaba abruptamente, Berlin se va disolviendo de manera gradual según te alejas del centro, hasta que sin darte cuenta te encuentras en medio de la Naturaleza.
Y en el extremo contrario de la ciudad, aprovechando el calor del pasado fin de semana, he podido visitar otra zona (esta más conocida, al menos por los berlineses) llena de encanto y que refuerza mi impresión de la apertura de la ciudad, esa sensación de no tener límites. Se trata del bosque de Grünewald. Y sí, es un verdadero bosque, dentro de la ciudad (y me consta que no es el único). Un punto de encuentro para los berlineses que no pueden escapar al mar del Norte en verano, y que acuden con el buen tiempo a disfrutar en familia de sus multiples lagos.
Ha sido una experiencia fantástica poder recorrer el bosque en bicicleta, nadar desnudo en cada lago (¡Viva la FKK!), pasar el día en contacto con la naturaleza, y conocer un poquito mejor esta ciudad que cada día que pasa me gusta más. Y pienso seguir descubriendo más cosas, porque aquí las posibilidades, como la ciudad, no tienen fín.
viernes, 4 de junio de 2010
Wallhunting
La visión del muro de Berlín con la que se identifica todo el mundo, la que hemos visto tantas veces en la televisión, y que nos resulta tan familiar, coincide con la visión que se tenía del muro desde Berlín Oeste, la de la Alemania Federal, pero que no tiene nada que ver con lo que en realidad separaba una Berlín de la otra.
Cuando pensamos en el Muro, enseguida imaginamos la hilera de piezas de hormigón de 3,75m de altura, pero esta no era sino el último obstáculo de una larga lista de elementos que conformaban la llamada "franja de la muerte", una zona de entre 50 y 200m de ancho, donde ningún ciudadano tenía permiso para entrar, y donde los soldados que custodiaban la zona tenian instrucciones de tirar a matar para evitar cualquier fuga. Para comprender mejor como funcionaba esa franja de la muerte, así como la que separaba el territorio de las Alemanias Federal y Democrática fuera de Berlin, recomiendo ver el video de la Deutsche Welle "Encerrados: la frontera interalemana".
Más de 20 años después de la caida del muro, aún pueden encontrarse restos de todos estos elementos de defensa pertenecientes al Muro: lámparas que iluminaban la "franja de la muerte", carriles para los coches de patrulla, verjas, restos de alambrada,... Así que con la ayuda de un fantastico libro (obsequio de mi hermano) que describe cada tramo de muro urbano de Berlín (42 o 43 km) , he decidido hacer Wallhunting: buscar los vestigios remanentes de las fortificaciones del Muro, cámara de fotos en mano, y de paso disfrutar del buen tiempo al aire libre conociendo mejor mi ciudad.
Cuando pensamos en el Muro, enseguida imaginamos la hilera de piezas de hormigón de 3,75m de altura, pero esta no era sino el último obstáculo de una larga lista de elementos que conformaban la llamada "franja de la muerte", una zona de entre 50 y 200m de ancho, donde ningún ciudadano tenía permiso para entrar, y donde los soldados que custodiaban la zona tenian instrucciones de tirar a matar para evitar cualquier fuga. Para comprender mejor como funcionaba esa franja de la muerte, así como la que separaba el territorio de las Alemanias Federal y Democrática fuera de Berlin, recomiendo ver el video de la Deutsche Welle "Encerrados: la frontera interalemana".
Más de 20 años después de la caida del muro, aún pueden encontrarse restos de todos estos elementos de defensa pertenecientes al Muro: lámparas que iluminaban la "franja de la muerte", carriles para los coches de patrulla, verjas, restos de alambrada,... Así que con la ayuda de un fantastico libro (obsequio de mi hermano) que describe cada tramo de muro urbano de Berlín (42 o 43 km) , he decidido hacer Wallhunting: buscar los vestigios remanentes de las fortificaciones del Muro, cámara de fotos en mano, y de paso disfrutar del buen tiempo al aire libre conociendo mejor mi ciudad.
Die Sonne
Son los días como este los que me hacen darme cuenta de por qué quiero vivir en Berlin. Un día radiante y cálido, con un hermoso cielo azul. Un día para salir a la calle a pasear. Para tirarse en la hierba en el Lust Garten o junto al Spree en Hackescher Markt. La ciudad esta preciosa y llena de vida. Gente caminando arriba y abajo por las calles, gente sentada en terrazas o jardines, miles de bicicletas,...
Para redondear la tarde, no hay nada mejor que una visita a alguno de los museos estatales, que cada jueves a partir de las seis son absolutamente gratis. Hoy, por fin, he podido visitar el Pergamonmuseum, que alberga la colección de arte griego y romano, de Asia menor, y árabe. Entre sus maravillas se encuentran el Altar de Pérgamo, la puerta del mercado romano de Mileto, y la majestuosa reconstrucción de la Puerta de Ishtar en Babilonia.
Ebrio de emociones abandono poco después el museo para dirigirme a Hermannplatz, al principio de Sonnenallee, para atender un extraño evento, mezcla de teatro improvisado y clase de alemán para principiantes. Allí, en buena compañía y con muchas risas, acabo de agotar un día magnifico de los que hacen que vivir aquí sea tan especial. Llego a casa un poco tarde, un poco cansado y también un poco achispado. Y mañana...
Mañana, si el tiempo sigue igual de radiante, empezaré la primera de mis excursiones como Wallhunter. ¿Que qué es eso? Creo que dejaré la explicación para mañana. Buenas noches, y dulces sueños. Gute Nacht! Träum was Schönes!
Para redondear la tarde, no hay nada mejor que una visita a alguno de los museos estatales, que cada jueves a partir de las seis son absolutamente gratis. Hoy, por fin, he podido visitar el Pergamonmuseum, que alberga la colección de arte griego y romano, de Asia menor, y árabe. Entre sus maravillas se encuentran el Altar de Pérgamo, la puerta del mercado romano de Mileto, y la majestuosa reconstrucción de la Puerta de Ishtar en Babilonia.
Ebrio de emociones abandono poco después el museo para dirigirme a Hermannplatz, al principio de Sonnenallee, para atender un extraño evento, mezcla de teatro improvisado y clase de alemán para principiantes. Allí, en buena compañía y con muchas risas, acabo de agotar un día magnifico de los que hacen que vivir aquí sea tan especial. Llego a casa un poco tarde, un poco cansado y también un poco achispado. Y mañana...
Mañana, si el tiempo sigue igual de radiante, empezaré la primera de mis excursiones como Wallhunter. ¿Que qué es eso? Creo que dejaré la explicación para mañana. Buenas noches, y dulces sueños. Gute Nacht! Träum was Schönes!
martes, 1 de junio de 2010
Fusión
La fusión es un proceso físico que consiste en el cambio de estado de la materia del estado sólido al estado líquido por la acción del calor.
Wikipedia
Un día te levantas temprano y al pisar la calle notas que la nieve que ayer pintaba de un blanco inmaculado tiene hoy un feo y sucio aspecto amarronado. Parece que las temperaturas van subiendo así que la gente se prepara para lo peor: a fuerza de pisar los restos níveos, se forman masas compactas que al llegar la noche y bajar las temperaturas acaban transformándose en letales placas de hielo, donde resbalar y caer es más un hábito que una remota posibilidad. Al cabo de unos días de continuos e inevitables hielos y deshielos, los pequeños promontorios son cada vez menores y el verde de la hierba y los arboles, y las pequeñas flores, pugnan por llenar de colores la ciudad congelada en su foto en blanco y negro.
Un buen día, cuando te levantas, ya no hay nieve. Se ha fundido. ¡La primavera ya está aquí!
O al menos eso me dijeron hace ya unos cuantos meses. Yo sigo esperando...
viernes, 30 de abril de 2010
Am Friedrichshain
La noche cae sobre Berlin. El otrora lleno parque de Friedrichshain permanece ahora apenas mudo, roto el vasto silencio por pequeños grupos diseminados que cuchichean y rien en voz baja. La luna, coqueta, se deja ver entre las tupidas nubes. La ciudad, sin embargo, bulle de vida. Gente se mueve arriba y abajo, buscando la llave que ha de abrirles el fin de semana.
Yo, ahíto de carne a la brasa y risas, prefiero quedarme hoy en casa: descansar, quizás leer (lentamente en alemán), mientras Anouar Brahem me mece con su Voyage de Sahar. Saborear cada segundo de esta fantastica noche desde la comodidad de la que pronto dejará de ser mi pequeña nuez.
Mañana, eso sí, será otro día. Mañana saldré, a quemar la noche, a disfrutar por ahi en buena compañía y vivir Berlin como si el mundo se acabara ya. Pero eso será mañana.
Por hoy ya esta bien. Gute nacht, Berlin, und träum was Schönes!
Yo, ahíto de carne a la brasa y risas, prefiero quedarme hoy en casa: descansar, quizás leer (lentamente en alemán), mientras Anouar Brahem me mece con su Voyage de Sahar. Saborear cada segundo de esta fantastica noche desde la comodidad de la que pronto dejará de ser mi pequeña nuez.
Mañana, eso sí, será otro día. Mañana saldré, a quemar la noche, a disfrutar por ahi en buena compañía y vivir Berlin como si el mundo se acabara ya. Pero eso será mañana.
Por hoy ya esta bien. Gute nacht, Berlin, und träum was Schönes!
sábado, 27 de febrero de 2010
Desgracias
Acabo de enterarme del terremoto que ha sacudido Chile, y que ha dejado más de un centenar de muertos. Rápidamente he mandado un mensaje a un amigo mío que vive allá, Felipe (una increíble persona, un entrañable compañero) deseándole que se encuentre bien, y esperando que no le haya pasado nada, ni a él ni a sus amigos o familiares. Y tal como lo he mandado no he podido evitar pensar para mi que, en el fondo, un deseo así es siempre egoísta. ¿Acaso los que han muerto no tenían familiares? ¿O amigos? ¿Acaso es menos grave su pérdida por la dudosa falta de no ser familiar o amigo de algún conocido nuestro?
Una sensación parecida experimenté cuando el 3 de julio de 2006 un metro descarriló en mi ciudad natal segando la vida de cuarenta y tres personas, en una estación muy próxima a mi casa. Mi primera reacción entonces fue la misma: Espero que no sea nadie que conozca, ningún amigo, ningún familiar,... Esta esperanza (que después se demostró tristemente vana) me hizo también meditar sobre este asunto. Una voz dentro de mi se negaba a sentir alivio por no conocer a ninguna de las víctimas mortales. Más tarde, resultó que sí conocía a alguna de las víctimas, pero de alguna manera lo sentía por todas.
Por eso, en ocasiones como esta no puedo evitar hacer mías las palabras de John Donne en Devotions Upon Emergent Occasions:
- Nadie es una isla, completo en sí mismo; cada hombre es un pedazo de continente, una parte de la tierra.; si el mar se lleva una porción de tierra, toda Europa queda disminuida, como si fuera un promontorio, o la casa de uno de tus amigos, o la tuya propia. La muerte de cualquier hombre me disminuye porque estoy ligado a la humanidad; por consiguiente nunca hagas preguntar por quién doblan las campanas: doblan por ti.
domingo, 21 de febrero de 2010
Fin (o Mi primera experiencia en la Berlinale)
Era un crimen tener tan cerca la Berlinale y no acercarse a ver alguna película. Y eso que, como dice una amiga mía, para tener la sensación de estar realmente en un festival tienes que ver varias películas, pero pese a los módicos precios y la amplísima oferta, mi mermado presupuesto en espera de conseguir algún trabajo aquí, solo me ha permitido ver un film: Fin, de Luis Sampieri.
El feliz suceso se produjo ayer noche, a las 22,15h en los Cines Cubix, en una esquina de la AlexanderPlatz. Se trata de un enorme multicine de 4 plantas donde se han habilitado, como en otras ocasiones, algunas salas para uso exclusivo de la Berlinale, que este año cuenta con nada menos que 48 lugares de proyección para un total de 276 películas y 102 cortos. La sala en la que se proyecta Fin, al Cubix 9, se encuentra en la última planta, y desde los cristales se contempla una magnífica vista de la Alex con la enorme Fernsehturm, la estación de S-Bahn o la Marien Kirche.
Una vez dentro, la temperatura agradable en contraste con el glacial frío exterior, o las increíbles vistas te hacen sentir cómodo en seguida. La cola para entrar en la sala no es excesivamente larga (luego me enteraré de que no es lo habitual) con lo que cuando menos te das cuenta estas ya sentado dentro en unos sillones muy, muy confortables, y con mucho espacio entre fila y fila (que siempre es de agradecer). Mi amiga Claudia ha llegado unos minutos más tarde que yo, y cuando al fin conseguimos reunirnos, apenas tenemos un par de minutos para comprobar que ninguno de los dos tiene mucha idea de qué podemos esperar realmente de este film.
La película resulta ser un film experimental, en el que (traduzco directamente la reseña) "tres adolescentes se ponen en contacto para realizar un viaje juntos. Gradualmente, más y más pistas señalan cual puede ser el severo destino de dicho viaje". ¡Atención, amigo lector! Si pretendes cometer mi mismo error y ver este film, quizás no deberías seguir leyendo, porque cabe la remotísima posibilidad de que aún no hayas intuido de qué va la película. La palabra clave es gradualmente. Como el mismo director reconoce, es una película difícil de digerir, muy minimalista, a la que se ha despojado de toda lírica para dejar simplemente la mecánica de la muerte, los hechos en si. Los diálogos han sido reducidos a su mínima expresión: no conocemos las razones de ninguno de los tres jóvenes para querer suicidarse, ni tienen intención de justificarse, solo quieren que todo acabe cuanto antes. No llega, no obstante, a enganchar al publico. Aunque la idea es interesante, las tomas excesivamente largas, la difícil comprensión de algunos pasajes, que tratan de contener según el director, a modo de matrioshka, varios planos de significación unos dentro de otros (a mi modo de ver, con muy poco éxito), y el empleo excesivo de la filmación con cámara en mano, hacen de Fin una película árdua y aburrida. Toda posible tensión creada por el guión se desvanece al cabo de pocos minutos, dejando al público completamente indiferente, en el mejor de los casos, y aburrido o dormido en el peor. Algunas personas abandonaron la sala a mitad, y había siempre un rumor de cuchicheos hasta el final. A destacar, los dos o tres momentos en los que uno de los protagonistas parece encararse al espectador al más puro estilo Buñuel, aunque me temo que si bien Buñuel lo hacía con ánimo transgresor, Sampieri lo hace con ánimo de despertar al adormilado público. En definitiva, una buena idea que podía haber quedado perfecta en un corto de poco más de media hora, ahorrándole al público una hora de sopor. Como dirían unos amigos mios, entra directamente en la categoría Able...
La posterior tertulia con el director me acabó de confirmar algunas sospechas. De una película con una lectura muy clara en su conjunto, el director pretendía extraer muchas otras conclusiones o ideas que de ninguna manera quedaban a la vista en la cinta, envolviéndola con una carga filosófica que en ningún momento se dejó siquiera entrever a lo largo de la hora y media de metraje. Justificaciones pobres (o incluso a veces improvisadas) a diferentes elecciones estéticas o al uso de recursos técnicos poco acertados, acabaron de ensombrecer la experiencia de visionado. Una lástima haber empezado así mi experiencia con la Berlinale. Me queda el consuelo de pensar, que para quitarme este sabor de boca, necesito acudir el año próximo a la edición número 61. Y ¿por que no? Para ver muchas películas más, en vez de solo una.
jueves, 18 de febrero de 2010
Absent-minded
M entra en el baño, coge distraidamente el cepillo y la pasta, y se dispone a realizar el mecánico proceso de lavar sus dientes cuando, de pronto, algo le sobresalta. Algo ha rozado su nuca, y de un brusco salto se mueve hacia un lado. Lo primero que piensa es que es una araña, de esas grandes, negras y peludas, como la que vieron el otro día encaramada al techo y que según D presagia la llegada del buen tiempo. Pero no, se trata tan solo de unos pequeños delfines de plástico que cuelgan de una estructura de hilos y varillas, igual que los bonitos móviles infantiles.
De vuelta, la siguiente conversación se produce entre M y D:
- Oye, muy bonitos los delfines del baño.
- Gracias, son un regalo de mi padre por mi cumpleaños
- ¡Ah! ¿Y cuando los has puesto?
- ¿Quieres decir que en las tres semanas que llevas viviendo aquí no los habías visto? Los colgué hace más de un año...
De vuelta, la siguiente conversación se produce entre M y D:
- Oye, muy bonitos los delfines del baño.
- Gracias, son un regalo de mi padre por mi cumpleaños
- ¡Ah! ¿Y cuando los has puesto?
- ¿Quieres decir que en las tres semanas que llevas viviendo aquí no los habías visto? Los colgué hace más de un año...
lunes, 15 de febrero de 2010
Die Nuss
No puedo creerlo. Ya estoy en mi piso. Y aunque aún tiene alguna que otra carencia (la nevera y la lavadora, y ese pequeño asuntillo del agua caliente) sé que van a ser poco a poco subsanadas a lo largo de los próximos días. Pero por encima de todo, está esa sensación. La sensación de que al final, después de muchas peripecias, por fin he llegado a Berlin.
jueves, 11 de febrero de 2010
Metropolis 2010
Resulta que hoy ha comenzado en esta urbe la Berlinale, el prestigioso festival internacional que este año cumple su edición número 60 y que planea celebrarlo mañana viernes con el estreno de la nueva versión del clásico de Fritz Lang, Metropolis. Aunque a priori puede parecer que se trata de una versión más de las muchas que ha contemplado la cinta, este nuevo montaje posee el atractivo de estar completamente reconstruido y restaurado gracias a los cerca de 30 minutos extra que han sido hallados recientemente de manera venturosa en Buenos Aires, y que permiten acercarse un poco más al irrecuperable montaje original, que debido a su extensa duración (153 minutos) fue mutilado por los gerentes de las salas de cine americanas para que no sobrepasara los habituales 90 minutos de la época.
Así que aprovechando semejante evento, me he dejado caer por la Deutsche Kinemathek, donde se ha instalado una interesante exposición dedicada a la película. En ella, además de páginas originales del guión y fragmentos de la partitura, se pueden ver trajes, fotografías del rodaje, cámaras de la época, y una detallada descripción con vídeos de ejemplo sobre como crearon los ingeniosos efectos especiales que demandaba una película tan ambiciosa. Para terminar hay también información sobre el hallazgo del rollo en Buenos Aires que ha hecho posible la nueva revisión de Metropolis. Un exposición realmente fascinante, en definitiva, y que ha merecido ampliamente la pena.
Una vez concluida la visita a la parte de Metropolis es siempre recomendable darse un paseo por la exposición permanente, dedicada a la historia del cine y la televisión alemanas. La primera parte, dedicada al cine, es un fantástico paseo que recorre desde los orígenes del cine hasta las películas más actuales pasando por periodos tan emblemáticos como el expresionista, o los duros años de la guerra fría. Pasillos de vértigo, preciosistas maquetas o una sala dedicada por completo a la actriz Marlene Dietrich, hacen de esta parte una experiencia totalmente inolvidable. La parte dedicada a la televisión, de diseño más futurista es también más corta, y si además se desconoce completamente la TV germana, y casi completamente el idioma, se puede ver todo el conjunto en apenas 5 minutos...
Y si al acabar aún os sobra tiempo, hay una pequeña exposición sobre Romy Schneider...
Para terminar, os dejo una pequeña delicia de Segundo de Chomón, uno de los pioneros españoles del cine. Se llama Les Kiriki, acrobates japonais:
sábado, 6 de febrero de 2010
Dos semanas
¿Quién lo diría? Hoy se cumplen ya dos semanas de mi llegada a esta nueva urbe, y yo apenas me he dado cuenta. Entre papeleos, visitas a viejos amigos, conciertos, más papeleos y otras mil y una pequeñas historias el tiempo ha volado en desbandada.
Y en este tiempo he dado un sinfín de pequeños pasos que me van convirtiendo poco a poco en un ciudadano más: desde conseguir un papel que acredita que resido aquí hasta los fútiles gestos que representan abrirse una cuenta de banco o hacerse con un número de móvil. Los incontables nombres de las estaciones de S-Bahn o de U-Bahn comienzan a quedar registrados poco a poco en el cajon de sastre que es mi memoria, y en muchos casos ya empiezan a ir asociados a sitios, personas o vivencias. Al tiempo, mi preciado cuaderno Moleskine de Berlin ya guarda las primeras notas sobre lugares o momentos, y alguna que otra receta.
A lo que no me acostumbro es a la nieve. Y no porque haga un frío atroz, sino todo lo contrario. A mi el frío me gusta y el de aquí es perfectamente soportable. Como dicen en Rusia, no hay tiempo malo sino ropas malas, y en esta ciudad si te abrigas lo suficiente se está muy bien. Es al hecho en sí de estar rodeado de nieve en plena ciudad, algo completamente desconocido para mi, a lo que no me acostumbro. Sigo, dos semanas despues, sientiendo la misma dicha cuando salgo a la calle y veo ese manto blanco cubriendo la tierra, o mejor, cayendo desde el cielo sobre la ciudad. Me es imposible enumerar cuantas sonrisas me ha procurado y me sigue procurando algo tan simple como la nieve.
Sin embargo, hay algo que no me permite sentirme aún un berlinés de pleno derecho. Un pequeño detalle que define quizás completamente lo que han sido estas semanas. Y és el hecho de no tener todavía mi espacio propio. Llevo desde que aterricé aquí en casa de amigos, y aunque estoy cómodo y rodeado de gente fantástica soy consciente de que esto no es más que una situación transitoria, y siento pese a la comodidad y la calidez que aún no estoy en casa.
Afortunadamente, eso va a cambiar muy pronto, y si no ocurre nada, a mediados de esta semana que pronto empezará estaré ya empezando mi nueva vida en mi propio espacio, un pequeño estudio en el barrio de Prenzlauer Berg de dimensiones bastante reducidas pero realmente encantador. Lo he bautizado cariñosamente como die Nuss, la nuez, y estos dias he estado ya en él, limpiándolo un poco, montando muebles de Ikea, y organizando cacharros. Solo faltan por llegar la lavadora y la nevera, y para entonces, ya seré aquí uno más...
Y en este tiempo he dado un sinfín de pequeños pasos que me van convirtiendo poco a poco en un ciudadano más: desde conseguir un papel que acredita que resido aquí hasta los fútiles gestos que representan abrirse una cuenta de banco o hacerse con un número de móvil. Los incontables nombres de las estaciones de S-Bahn o de U-Bahn comienzan a quedar registrados poco a poco en el cajon de sastre que es mi memoria, y en muchos casos ya empiezan a ir asociados a sitios, personas o vivencias. Al tiempo, mi preciado cuaderno Moleskine de Berlin ya guarda las primeras notas sobre lugares o momentos, y alguna que otra receta.
A lo que no me acostumbro es a la nieve. Y no porque haga un frío atroz, sino todo lo contrario. A mi el frío me gusta y el de aquí es perfectamente soportable. Como dicen en Rusia, no hay tiempo malo sino ropas malas, y en esta ciudad si te abrigas lo suficiente se está muy bien. Es al hecho en sí de estar rodeado de nieve en plena ciudad, algo completamente desconocido para mi, a lo que no me acostumbro. Sigo, dos semanas despues, sientiendo la misma dicha cuando salgo a la calle y veo ese manto blanco cubriendo la tierra, o mejor, cayendo desde el cielo sobre la ciudad. Me es imposible enumerar cuantas sonrisas me ha procurado y me sigue procurando algo tan simple como la nieve.
Sin embargo, hay algo que no me permite sentirme aún un berlinés de pleno derecho. Un pequeño detalle que define quizás completamente lo que han sido estas semanas. Y és el hecho de no tener todavía mi espacio propio. Llevo desde que aterricé aquí en casa de amigos, y aunque estoy cómodo y rodeado de gente fantástica soy consciente de que esto no es más que una situación transitoria, y siento pese a la comodidad y la calidez que aún no estoy en casa.
Afortunadamente, eso va a cambiar muy pronto, y si no ocurre nada, a mediados de esta semana que pronto empezará estaré ya empezando mi nueva vida en mi propio espacio, un pequeño estudio en el barrio de Prenzlauer Berg de dimensiones bastante reducidas pero realmente encantador. Lo he bautizado cariñosamente como die Nuss, la nuez, y estos dias he estado ya en él, limpiándolo un poco, montando muebles de Ikea, y organizando cacharros. Solo faltan por llegar la lavadora y la nevera, y para entonces, ya seré aquí uno más...
sábado, 23 de enero de 2010
Berlin
Cuando emprendas el viaje hacia Itaca
ruega que sea largo el camino,
lleno de aventuras, lleno de experiencias.
A los Lestrigones, a los Cíclopes
o al fiero Poseidón, nunca temas.
No encontrarás trabas en el camino
si se mantiene elevado tu pensamiento y es exquisita
la emoción que toca el espíritu y el cuerpo.
Ni a los Lestrigones, ni a los Cíclopes,
ni al feroz Poseidón has de encontrar,
si no los llevas dentro del corazón,
si no los pone ante ti tu corazón.
Ruega que sea largo el camino.
Que muchas sean las mañanas de verano
en que - ¡con qué placer! ¡con qué alegría! -
entres en puertos nunca antes vistos.
Detente en los mercados fenicios
para comprar finas mercancías
madreperla y coral, ámbar y ébano,
y voluptuosos perfumes de todo tipo,
tantos perfumes voluptuosos como puedas.
Ve a muchas ciudades egipcias
para que aprendas y aprendas de los sabios.
Siempre en la mente has de tener a Itaca.
Llegar allá es tu destino.
Pero no apresures el viaje.
Es mejor que dure muchos años
y que ya viejo llegues a la isla,
rico de todo lo que hayas guardado en el camino
sin esperar que Itaca te de riquezas.
Itaca te ha dado el bello viaje.
Sin ella no habrías aprendido el camino.
No tiene otra cosa que darte ya.
Y si la encuentras pobre, Itaca no te ha engañado
sabio como te has vuelto con tantas experiencias,
habrás comprendido lo que significan las Itacas.
Konstantino Kavafis, Itaca
Ich bin ein Berliner
John F. Kennedy
El tiempo ha pasado, y lo que parecía un loco plan es hoy ya una realidad. Una nueva vida empieza a partir de hoy para mi en una de las ciudades más apasionantes que conozco: Berlin. Una nueva aventura, una nueva experiencia, un nuevo reto. Pero lo asumo con ganas y mucha esperanza. Desde hoy, bin ich auch ein Berliner.
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