La noche cae sobre Berlin. El otrora lleno parque de Friedrichshain permanece ahora apenas mudo, roto el vasto silencio por pequeños grupos diseminados que cuchichean y rien en voz baja. La luna, coqueta, se deja ver entre las tupidas nubes. La ciudad, sin embargo, bulle de vida. Gente se mueve arriba y abajo, buscando la llave que ha de abrirles el fin de semana.
Yo, ahíto de carne a la brasa y risas, prefiero quedarme hoy en casa: descansar, quizás leer (lentamente en alemán), mientras Anouar Brahem me mece con su Voyage de Sahar. Saborear cada segundo de esta fantastica noche desde la comodidad de la que pronto dejará de ser mi pequeña nuez.
Mañana, eso sí, será otro día. Mañana saldré, a quemar la noche, a disfrutar por ahi en buena compañía y vivir Berlin como si el mundo se acabara ya. Pero eso será mañana.
Por hoy ya esta bien. Gute nacht, Berlin, und träum was Schönes!
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