lunes, 7 de junio de 2010

Stadt ohne Ende

Eine Stadt ohne Ende, una ciudad sin fin. Eso parece Berlin cuando empiezas a recorrerla fuera del turístico centro. De este a oeste, de norte a sur, a lo largo de sus casi novecientos kilometros cuadrados de superficie.


Este fin de semana he tenido oportunidad de conocer algunas zonas a las afueras de Berlin, aunque todavía dentro de la ciudad. Zonas tan pintorescas como el antiguo pueblo de Lübars (ahora parte del barrio de Reinickendorf) con sus pequeñas granjitas de caballos y ovejas, sus riachuelos y prados (el Tegeler Fließ). La impresión que da es la de que, al contrario de lo que ocurre en otras ciudades donde pasado el último edificio la ciudad acaba abruptamente, Berlin se va disolviendo de manera gradual según te alejas del centro, hasta que sin darte cuenta te encuentras en medio de la Naturaleza.


Y en el extremo contrario de la ciudad, aprovechando el calor del pasado fin de semana, he podido visitar otra zona (esta más conocida, al menos por los berlineses) llena de encanto y que refuerza mi impresión de la apertura de la ciudad, esa sensación de no tener límites. Se trata del bosque de Grünewald. Y sí, es un verdadero bosque, dentro de la ciudad (y me consta que no es el único). Un punto de encuentro para los berlineses que no pueden escapar al mar del Norte en verano, y que acuden con el buen tiempo a disfrutar en familia de sus multiples lagos.


Ha sido una experiencia fantástica poder recorrer el bosque en bicicleta, nadar desnudo en cada lago (¡Viva la FKK!), pasar el día en contacto con la naturaleza, y conocer un poquito mejor esta ciudad que cada día que pasa me gusta más. Y pienso seguir descubriendo más cosas, porque aquí las posibilidades, como la ciudad, no tienen fín.

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