sábado, 6 de febrero de 2010

Dos semanas

¿Quién lo diría? Hoy se cumplen ya dos semanas de mi llegada a esta nueva urbe, y yo apenas me he dado cuenta. Entre papeleos, visitas a viejos amigos, conciertos, más papeleos y otras mil y una pequeñas historias el tiempo ha volado en desbandada.


Y en este tiempo he dado un sinfín de pequeños pasos que me van convirtiendo poco a poco en un ciudadano más: desde conseguir un papel que acredita que resido aquí hasta los fútiles gestos que representan abrirse una cuenta de banco o hacerse con un número de móvil. Los incontables nombres de las estaciones de S-Bahn o de U-Bahn comienzan a quedar registrados poco a poco en el cajon de sastre que es mi memoria, y en muchos casos ya empiezan a ir asociados a sitios, personas o vivencias. Al tiempo, mi preciado cuaderno Moleskine de Berlin ya guarda las primeras notas sobre lugares o momentos, y alguna que otra receta.


A lo que no me acostumbro es a la nieve. Y no porque haga un frío atroz, sino todo lo contrario. A mi el frío me gusta y el de aquí es perfectamente soportable. Como dicen en Rusia, no hay tiempo malo sino ropas malas, y en esta ciudad si te abrigas lo suficiente se está muy bien. Es al hecho en sí de estar rodeado de nieve en plena ciudad, algo completamente desconocido para mi, a lo que no me acostumbro. Sigo, dos semanas despues, sientiendo la misma dicha cuando salgo a la calle y veo ese manto blanco cubriendo la tierra, o mejor, cayendo desde el cielo sobre la ciudad. Me es imposible enumerar cuantas sonrisas me ha procurado y me sigue procurando algo tan simple como la nieve.


Sin embargo, hay algo que no me permite sentirme aún un berlinés de pleno derecho. Un pequeño detalle que define quizás completamente lo que han sido estas semanas. Y és el hecho de no tener todavía mi espacio propio. Llevo desde que aterricé aquí en casa de amigos, y aunque estoy cómodo y rodeado de gente fantástica soy consciente de que esto no es más que una situación transitoria, y siento pese a la comodidad y la calidez que aún no estoy en casa.


Afortunadamente, eso va a cambiar muy pronto, y si no ocurre nada, a mediados de esta semana que pronto empezará estaré ya empezando mi nueva vida en mi propio espacio, un pequeño estudio en el barrio de Prenzlauer Berg de dimensiones bastante reducidas pero realmente encantador. Lo he bautizado cariñosamente como die Nuss, la nuez, y estos dias he estado ya en él, limpiándolo un poco, montando muebles de Ikea, y organizando cacharros. Solo faltan por llegar la lavadora y la nevera, y para entonces, ya seré aquí uno más...

5 comentarios:

Silvana dijo...

wow! se ve preciosoo!!!!!
te mando muchos besos! seguro serás muy feliz en tu nuez! :*

Alegria De La Huerta dijo...

M'encanta que la penúltima foto és de neu però amb sol. Moltíssima sort amb la nova etapa, se't sent molt alegre per totes aquestes novetats ;) Abriga't!

clio5mil dijo...

Enhorabuena, veo que la cosa va bien, y que poco a poco vas a tener tu "nuez" completa y podrás decir que estás en tu casa.

Un abrazo desde la capital del Turia

Rerum dijo...

Molt be, anem avançant. Ves pensant on clavar-me a mi dins la nou :).
En serio, es una alegria com gaudeixes la experiència. Una abraçada des de Ritacity d'on tan saviament has fugit :D.

omrot dijo...

Estais todos mas que invitados a venir a visitarme :)

Una gran sonrisa

Hacia mucho que no me dejaba caer por aquí. Nunca me he olvidado de este rincón de mi alma, pero en algunas épocas de mi vida esta menos pre...