martes, 20 de mayo de 2008

Diario de Turandot, 8

Día 11 (14/05/08): Hoy no deberiamos estar aquí. Se supone que había programado ensayo 'a la italiana' (o sea, ensayo musical sin escena) con la orquesta, el coro y los solistas, con lo que para nosotros era día libre. Pero resulta que el tenor que hará el papel de protagonista no puede venir hasta el ensayo general y hoy que si ha podido acudir se hará también ensayo de escena para que el hombre se vaya quedando con el montaje y sus posiciones sobre el escenario. O sea, un asco, porque eso significa que tenemos enysao de 3 a 6, dos horas de descanso forzado y de 8 a 11. Ocho horas de regalo cuando se supone que teniamos el día libre. Bueno, se podrá soportar, somos figurantes.

El problema es que parece que hoy se han vuelto todos locos. Como ya está la orquesta y el director titular, los nervios estan a flor de piel, y algún regidor está muy susceptible y a la mínima nos habla de muy malos modos. Conscientes de nuestra condición de últimos monos de este teatro aplicamos la táctica del jabón, o sea que dejamos que todo nos resbale, porque si no podriamos acabar todos de muy mala leche, y diciendo alguna tontería de la que después uno se arrepiente. La situación se comenta en los camerinos y todos los figurantes estamos un poco molestos.

La verdad es que es una pasada oir como va quedando todo con la orquesta, pero son ya muchos ensayos, por lo que poco a poco nos vamos saturando. Lo mejor de la tarde resulta ser la partida de trivial de casi dos horas que nos echamos en la cafetería con la visita inesperada de 'lo Nate' Perelló. Después un par de horas más de no hacer absolutamente nada y para casa.

Día 12 (15/05/08): Llegamos a las 4,15, con quince minutos de adelanto sobre la hora de convocatoria, pero llegamos ya de mala leche. A las 4,00 nos han mandado un SMS a todos exigiendonos puntualidad y amenazandonos con descontarnos 40 euros si llegamos tarde. Cuando llegamos a camerinos todos hablan de lo mismo. Todos coincidimos en que desde luego, es con diferencia la ópera en la que peor se nos está tratando. Coincidimos todos en que se nos prodiga un trato completamente deshumanizado, con amenazas, vejaciones y sin ningún tipo de respeto por nosotros. Ya no se trata de lo que nos pagan, que para que negarlo es poco para la disponibilidad y profesionalidad que piden, porque al fin y al cabo a nadie le han obligado a firmar el contrato y todos hemos aceptado esas condiciones. Lo realmente indignante es como nos tratan, porque aunque estemos en el último escalafón de esta jerarquizada estructura y nos paguen una miseria, no dejamos de ser personas y nos merecemos como mínimo que nos traten como personas. Y desgraciadamente no se está cumpliendo. Y aún hay gente que se pregunta porqué el ambiente está enrarecido... Cuando llega la hora de irse, avisan al coro y tardan aún un buen rato en recordar que seguimos en el escenario esperando instrucciones, para mandarnos a casa.

Día 13 (16/05/08): Hoy tenemos día completo. Media mañana y media tarde, y tenemos suerte de no ser de los cuatro que además tienen ensayo de luces hasta la medianoche. El coro no ha sido convocado con lo que estaremos solos con los solistas, y eso quiere decir que lo más probable es que nos pasemos toda la mañana en platea. Y resulta que si que es así. En el descanso nos citan en cafetería para darnos insrtucciones, que se convierten en un nuevo espectaculo de amenazas y reproches del mismo tono que de costumbre. Entre otras cosas nos acusan de armar escándalo en platea y de impuntualidad. Ambas acusaciones son falsas pero a ver quien dice nada. Callamos y tratamos de que no nos afecte, aunque en cuanto se marcha la ayudante de producción no se habla de otra cosa y el nivel de malestar crece a niveles que empiezan a ser peligrosos. En cuanto acaba el descanso nos mandan a camerinos, donde estamos sin hacer absolutamente nada (excepto quizás seguir con el agrio debate) hasta la hora de marcharnos a comer. Otras tres horas perdidas.

Por la tarde el ensayo prosigue como de costumbre pero nosotros ya no prestamos atención. Estamos expectantes a los acontecimientos, esperando a ver que ocurre. Alguien ha oido alguna cosa, otro ha recibido una bronca sin motivo de un regidor, y a un par de chicas las han llevado al despacho de la jefa de producción porque se han liado con una entrada y uno de los ayudantes de dirección dice que le han contestado de mala manera cuando les ha pedido explicaciones. Parece que una sola cosa más puede desencadenar la tragedia. Solo resta ver que será esa última cosa. Estamos muy susceptibles y apenas prestamos atención al ensayo. Tan solo hacemos lo que se nos pide y nada más, pues corremos el riesgo de sufrir nuevas broncas sin poder demostrar que seguimos ordenes de regiduría. Afortunadamente acaba el ensayo. Veremos mañana con el antepiano que ocurre...

¿Y si...?

¿Y si lo hiciera...?
Lo odiaría, sí,
lo odiaría,
de una manera triste,
desordenada,
amplia de gestos y ortigas,
gris como los charcos
de cieno en Pekín
que a veces he soñado;
como se odian
los conocidos ricos,
o guapos, o azules,
como se odian
los lunes o los
jueves
o las noches sin luna.
Lo odiaría, sí.

Por haber
tenido
el coraje, pequeño,
grande,
inmenso, el coraje,
de decir
lo que yo
no
me he atrevido
a decir.

Así,
como me odio
por no poder decirte
todo esto
al
oído...

martes, 13 de mayo de 2008

Diario de Turandot, 7

Día 8 (10/05/08): Hoy toca prueba de vestuario. Estamos citados a las 4,30 pero llegamos diez minutos antes. Tenemos la esperanza de que nos prueben los trajes y nos manden para casa sin tardanza. Cuando llegamos hay algunos figurantes a medio vestir o desvestir. Al Principe de Persia le han puesto una capa blanca y una especie de pañal de bebes (primera etapa) aunque según comentan las de vestuario lo más seguro es que al final lleve un pantalón blanco ancho. Me siento en una de las sillas y comienzo a desvestirme mientras me empiezan a traer prendas las chicas de vestuario.


Nuestro traje de soldados me encanta nada más verlo. Llevamos un pantalón negro ancho con unas botas de estilo mongol del estilo de las que lleva Son Goku, en Bola de Drac. Encima una camisa china negra con ribetes de las que se atan a los lados y una falda negra con motivos dorados en la parte de abajo. Solo eso ya es en sí un traje chulísimo, pero aun queda lo mejor: me ponen una armadura dorada con hombreras rematadas en cabezas de dragones, unos protectores en los brazos, un cinturon con una cabeza de dragon y borlas rojas, y un casco tambien con la efigie del dragón y un alto penacho que cae hacia atras. El traje luce impresionante cuando esta completo y es muy cómodo de llevar, al contrario de lo que nos pasó con las corazas de Simon Boccanegra que nos dejaban la piel completamente marcada y nos producian heridas. Me hacen un par de fotos con el traje puesto para archivo, y me toca quitármelo ya. La verdad es que no me importaría estar más rato con el traje puesto, pero bueno, ya tendré tiempo.

A mi hermano sin embargo no le ha ido tan bien. Le han cogido las de caracterizacion para hacer pruebas de maquillaje con él. Le pintan la cara de blanco y le arreglan las cejas para que parezcan chinas. Le maquillan y le plantan un bigote y una perilla larguisimas. ¡No parece el mismo! ¿Y así vamos a tener que ir todos? Despues de un buen rato le dejan que se pruebe el traje y tras las fotos nos dejan libres. Son las 6,30 y lo que queda del sabado es nuestro.

Día 9 (12/05/08): Nueva semana y de vuelta a la rutina. Ya hemos automatizado todo y tras dejar las cosas en taquilla subimos a la hora de costumbre al escenario. Hoy vamos a repasar el primer acto. La sorpresa es que los técnicos siguen mejorando y completando el escenario, y lo que antes eran unas pequeñas columnas de pega marcando una posición se han convertido en un enorme templo, coronado por un tejado tradicional chino de los que terminan con aleros levantados en angulos muy pronunciados, y que son tan típicos de China.

Por lo demás, el tiempo se pasa volando. Una vez acostumbrados a las esperas y los intervalos tan grandes de tiempo sin hacer nada, o simplemente sujetando la lanza, el tiempo parece escurrirse sin que nos demos cuenta. Pasa una hora y media, y no lo noto. Mi percepción del tiempo esta ya completamente distorsionada. Nos dan descanso y aprovechamos para subir a la cafetería a jugar al dominó.

Se reanuda el ensayo y todo sigue la misma tónica. Repasamos el segundo acto y lo hacemos completo. Siento escalofrios en el momento en el que el coro llama a Pu Tin Pao, el verdugo. La música es impresionante y tengo la piel de gallina. Espero que esta sensación se produzca a menudo en las funciones (señal de que el coro y la orquesta estan cumpliendo), porque si no se puede hacer muy aburrido.

Tras la marcha del coro a las 7,15 nos dan quince minutos. Nos sentamos a hablar algunos figurantes en el hombro de Riu del escenario. Total, no hay demasiado tiempo para hacer nada, así que charramos un rato hasta que se reanuda el ensayo. Nos mandan a platea.

Buscamos asientos tranquilos y seguimos charrando, leyendo, contando chistes hasta que a las 9 de la noche y sin haber hecho absolutamente nada nos dicen que podemos irnos. Me da rabia no poder estar mas cerca del escenario cuando el director explica cosas, porque desde lejos no se entiende nada. Pero bueno, es lo que hay. Recogemos y nos vamos, y mañana más.

Día 10 (13/05/08): Subimos directamente al escenario sin pasar por platea. Son las 4,15. Hoy toca ensayar a partir de la segunda escena del segundo acto. y eso quiere decir que estamos con nuestra lanza desde el primer minuto hasta que baja el telón. Así que nos acercamos a que los de utilería nos den nuestras lanzas y nos ponemos en nuestro sitio de siempre.

El coro tiene varios problemas y su director se lo hace notar. Hoy se está haciendo muy duro sujetar la lanza: estamos tratando de colocar ya los brazos como deberán estar en las funciones y es pesado, teniendo en cuenta además las interrupciones. En nada ha llegado ya el descanso.

Más dominó, con la novedad de que a nuestro lado otros figurantes han montado timba de cartas. Los del coro miran con cara de flipados el casino clandestino que estamos empezando a montar. Si nos dan una semana más ponemos servicio de ruleta. Amenizamos la partida con bromas y cotilleos variados.


Bajamos a terminar el segundo acto, y enseguida a platea a ver el tercero. Los lanceros de élite solo salimos al final del acto, los últimos tres minutos de la ópera, así que va a ser largo. Nos ponemos cómodos y aprovechando que Ximo se ha traido el Fotogramas comentamos los últimos estrenos. El tiempo pasa. No parece importarnos, ya no. A las ocho y cuarto nos mandan a casa. Aún me da tiempo a pasarme por el ensayo del orfeón, y empezar a mirar el Daphnis et Chloe de Ravel.

viernes, 9 de mayo de 2008

Diario de Turandot, 6

Día 6 (08/05/08): Llegamos a camerinos con los zapatos y la parte de abajo de los pantalones completamente empapados. Ha estado lloviendo todo el día, y estamos convencidos de que cuando salgamos por la noche seguirá. Nos tratamos de secar un poco y subimos al escenario. Hoy se ensaya el tercer acto. Nos envían a platea. Me dejo caer sobre uno de los asientos, busco una posición cómoda y cierro los ojos. Es hora de la siesta. Me gustaría oír el principio del acto que es una pasada, y que sigue con el famoso Nessun dorma, pero sé que van a parar muchas veces para corregir cosas y que seguramente el solista no cantará el aria a viva voz, así que, sin ningún tipo de remordimiento me quedó dormido.

Me despiertan para la pausa. Son las 5,30 y como llueve lo de bajar a la piscina está descartado. Subimos a la cafetería de la planta 9 con nuestro dominó y montamos una partidita en condiciones. Nos salen buenas fichas y acabamos ganando de largo. Si es cierto eso que dicen de 'afortunado en el juego, desafortunado en amores' yo lo llevo realmente mal...

De vuelta a nuestros asientos de platea a las 6, Miquel me pide que le guarde un libro pues lo han llamado al escenario y no sabe donde dejarlo. Se trata de un volumen con las obras Vida de Galileo y Madre Coraje y sus hijos de Bertolt Brecht. Empiezo a ojearlo y cuando me doy cuenta estoy leyéndomelo. El coro se va a su hora y nos dan 15 minutos más de pausa, que nos sirve para ir a camerinos a beber un poco de agua y pasar por el aseo, y darnos una vuelta por la planta 9 a ver si sigue lloviendo. En nada, otra vez corriendo a platea.


Sigo leyendo. Aún no hemos hecho absolutamente nada y son las 7,30 de la tarde. Tampoco saco provecho de las explicaciones del director a los que están sobre el escenario, porque apenas oigo nada y se encuentra de espaldas a nosotros. Sigo leyendo.

Dos horas y setenta páginas después, nos informan de que podemos marcharnos. Cuando suben los de producción a preguntar a que figurantes necesitan para venir mañana alguien oye que comentan 'Si les estamos pagando igual, que vengan todos, aunque no les necesitemos'. A estas alturas ya ni nos sorprende ni nos escandaliza. Todavía nos vamos contentos porque nos han dejado salir cuarenta y cinco minutos antes de la hora. Le pido a Miquel que se traiga el libro mañana y así me lo acabo...

Día 7 (09/05/08): Aunque hoy no llueve esta nublado, y tiene pinta de que el día va a ser igual que ayer. Se va a repetir el tercer acto desde el principio y eso significa que de nuevo nos toca bajar a platea. Le pido a Miquel el libro y me enfrasco de nuevo en la lectura, pero esta vez si que presto atención al inicio del acto. Como suponía ya lo pasan todo del tirón, y sorpresa, el solista esta cantando a voz. Se me pone la piel de gallina al escuchar las voces desde fuera del escenario avisando que nadie duerma mientras no se averigüe el nombre del extranjero por orden expresa de Turandot. Cuando veo que llegan al punto en el que lo dejaron ayer, intuyendo nuevos parones, retomo la lectura.


Así el tiempo pasa volando. Llega el momento del descanso y nuevamente subimos a la cafetería a jugar al dominó. Hay bastante gente interesada en jugar, con lo que seguramente habrá que traer otro dominó. Esta vez ganamos pero de una manera más ajustada. Media hora y de nuevo a platea. Se repite la tónica de ayer.

Tras un buen rato leyendo nos llaman al escenario. Menos mal, porque solo quedábamos nosotros y los dos generales, que solo aparecen en el primer acto durante unos 10 segundos aproximadamente. Nos proveen de nuestras respectivas lanzas y nos sitúan a los pies de la plataforma, cada uno a un lado, con la misma pose que llevamos adoptando desde que iniciara esta producción, es decir la de guerreros de terracota. Y así debemos seguir los dos minutos que quedan de ópera. Respiramos hondo y nos metemos en el papel. No es difícil. Repasamos todo varias veces y el coro recibe permiso para irse. Para nosotros veinte minutos de pausa.

Subimos a la planta 9 y buscamos rápidamente la terraza. Empiezan los problemas con el coro, y cada uno quiere explicar sus experiencias. Lo último es que nos piden cuando estamos en posición fija por orden de los ayudantes de dirección que nos movamos a un lado o nos apartemos, o demos un paso para atrás, para que se les vea mejor, para tener más espacio o para poder ver al director. Como hemos pasado por esto otras veces les decimos siempre lo mismo, que no es cosa nuestra y que si tienen algún problema, en vez de empujarnos o tratar de desplazarnos que lo hablen con los ayudantes de dirección, que indefectiblemente siempre les responden lo mismo, que estamos donde tenemos que estar, y que todo el teatro esta lleno de monitores donde se ve perfectamente al director y se pueden ver desde cualquier sitio, sino uno otro. Los nuevos están alucinando de que de cosas tan sencillas puedan hacer tanto escándalo.

Bajamos de nuevo, a las 7,35 y nos hacen sentarnos en platea. Se va a ensayar la primera escena del segundo acto, en la que se supone que nosotros no salimos. Aprovecho y leo un rato. Me quedan solo 4 páginas para terminarme Vida de Galileo. El stage manager y el equipo artístico están mirándonos. Nombran a tres personas, que participarán en esta escena, y a los demás nos dejan irnos a casa. No lo puedo creer. No son ni las 8 de la tarde y ya estamos pisando la calle. Además, nos han despedido con una buena noticia. Mañana no hay ensayo. Tan solo prueba de vestuario, y eso significa media horita de faena como mucho...

jueves, 8 de mayo de 2008

Diario de Turandot, 5

Día 5 (07/05/08): Ya estamos de vuelta aquí. Vamos convirtiendo en rutina lo que hace apenas unos días era novedad, y a la hora de siempre, reiniciamos el ritual de pasar por camerinos y dirigirnos al escenario. Hoy toca primer acto, lo que vimos ayer, pero con nosotros en nuestra habitual posición de lanceros desde que se levanta el telón al principio de la ópera. Mientras los ayudantes de producción recuerdan notas y movimientos al coro, mi hermano y yo repasamos nuestro corto y por ahora único desplazamiento de toda la obra: la salida por las grandes puertas una vez el verdugo ha cumplido con su misión. Contamos los pasos, probamos los giros, el cambio de mano de la lanza. Queremos que nos salga a la perfección, porque no vamos a tener ningún otro momento así. Finalmente comenzamos y la piel se me pone de gallina. Si desde platea era impresionante, tener el coro a unos pocos metros pidiendo la presencia del verdugo Pu Tin Pao, o clamando clemencia a Turandot, y sentirte parte de la acción me produce escalofríos por la espalda. Aguanto derecho con mi lanza y en cuanto todos cruzan la puerta mi hermano y yo nos miramos, el momento ha llegado. Giramos al unísono y avanzamos hasta encontrarnos de frente, nuevo giro cruzamos la puerta, un giro mas y tras dos pasos estamos fuera del escenario, detrás de todo el decorado. Ha salido bastante bien, aunque habrá que pulirlo con los ensayos. Nadie nos ha dicho nada de la coreografía que hemos inventado así que suponemos que esta bien. Nos hacen repasar el final de nuevo porque el coro ha sido poco hábil a la hora de colocarse en la escalera con las sombrillas para tapar la acción del verdugo. Una nueva oportunidad de probar nuestra salida, que queda un poco mejor esta vez. Y así llegamos al descanso.

La cita con la piscina es ya obligada y cuando bajo ya estan todos merendando. La novedad es que esta vez alguien ha bajado una baraja de cartas. Como el que no quiere la cosa me acaban enseñando como se juega al mus y nos echamos unas manitas. No será lo único que aprenda hoy.

En el escenario se preparan para seguir el primer acto desde donde lo hemos dejado, con los solistas y alguna intervencion puntual del coro. Nosotros aprovechamos para sentarnos en la oscuridad y escuchar la intervención de los solistas o hablar entre nosotros. Yo hablo un buen rato con el chico que hace de principe de Persia, y que solo sale en el primer acto un momento para que lo maten, perra vida. Es bastante simpático y se nos pasa el tiempo volando. Sobre el escenario cuatro soldados han sacado una tarima pequeña y la colocan en una posición prefijada para que Calaf golpee el gong que ha descendido del techo y así, poder enfrentarse a los tres enigmas del Turandot. Nos quedamos con las ganas de golpear el gong, es muy grande y pesado y hace un sonido espectacular, a ver si un día al descuido me puedo dar el gustazo.


El primer acto ha terminado. Nos hacen pasar un ratillo esperando mientras apuntan cosas para el coro, y luego nos sueltan con diez minutos de pausa. Siempre que está el coro las pausas son de media hora pero en cuanto se van, misteriosamente se nos reducen a intervalos de diez minutos o un cuarto de hora. Pero bueno, somos figurantes, no vamos a quejarnos. Me pongo a saludar a algunos conocidos del coro y en cuanto me descuido ya se me han pasado la pausa. Corriendo para arriba otra vez...

Ahora parece que vamos a ensayar el tercer acto. Seleccionan a unos pocos y los demás nos quedamos en platea sin hacer nada. Tras media hora a Julián se le ocurre ir a por la baraja, y como si tal cosa nos montamos una timba de poquer descubierto en los asientos, ante la mirada atónita de los visitantes o miembros del equipo técnico que pasan por allí cerca. La apuesta máxima es medio euro, pero despues de varias manos Ximo ya ha conseguido dinero suficiente para poder cenar kebab hoy y mañana. Yo tras un inicio algo desastroso me acabo recuperando y al final saldo mis deudas y aun me debe 35 centimos el verdugo. Solo paso de jugar las rondas que coinciden con las subidas del director de escena al escenario a explicar algo, que me interesan y me disgustaría perdermelas.

El tiempo pasa y nosotros nos aburrimos cada vez mas. Ademas, los cuatro soldados han sido llamados y la timba no puede seguir. Aprovechamos para hablar con el verdugo, que tambien es bastante simpático y campechano. Todos coincidimos que hace un trabajo impresionante como verdugo y que queda realmente bien. Sin darnos cuenta son ya las 9,00 y seguimos allí sin hacer nada. Ademas no nos han dado ningún descanso más después de la marcha del coro. La gente se queja porque hoy hay futbol y todos estan deseando ver un partido u otro.

Parece que el ensayo ya se ha acabado. Son las 9,30 de la noche. Nos mandan a casa y excepto los ayudantes de Pu Tin Pao los demas debemos volver mañana a ensayar, porque según nos han anunciado aparecemos tambien en el tercer acto. Eso significa que salimos en todos los actos, desde que sube el telón hasta seguramente el momento en el que definitivamente baje. Y tan solo sujetando una lanza. ¡Somos grandes!

miércoles, 7 de mayo de 2008

Un centenar (o porqué escribo)

Hoy el contador de posts me informa de que la última entrada es la que hace un centenar dentro de mi pequeño álbum de recortes. No me siento especialmente orgulloso de ello: solo consiste en ser paciente y llenar poco a poco de letras los huecos que van quedando en el corazón. Lo único para lo que ha servido este dato anecdótico ha sido para hacerme reflexionar sobre porqué escribo. Y bueno, creo que ahora ya sé cuales son mis razones.

La primera es tener cosas dentro que me apetece contar: cosas que me pasan, cosas que pienso, cuentos, historias, poemas, ... Después tenemos otro clásico: por el hecho narcisista de escribir algo que sabes que la gente puede leer, aunque sea de escaso valor literario, y nulo interés. Y por último, pero no por ello menos importante sino más bien todo lo contrario, porque me he dado cuenta de que escribo también para mi, para poder releer tiempo después las entradas y poder revivir los momentos más tristes o más alegres de los últimos tiempos, cada sentimiento, cada cosa que me ha ocurrido y que ha quedado aquí plasmada, una manera de no olvidar por lo que he pasado, lo que he vivido.

Así, como conclusión puedo decir que este rincón es un espacio de egolatría en el que yo escribo por mi, y para mi, y para los demas que leyendo este blog, refuerzan mi narcisismo. Solo me falta ponerme alguna medalla...

martes, 6 de mayo de 2008

Diario de Turandot, 4

Día 4 (06/05/08): Parece que le vamos cogiendo el tranquillo a los horarios del bus. Hoy salimos cinco minutos mas tarde de casa y llegamos a la hora de siempre. Son las 3:55 y el camerino ya está casi lleno. Dejamos trastos y en unos minutos subimos al escenario. En cuanto nos ven nos mandan a nuestras posiciones. Pasamos entre el coro y subimos a la plataforma, cada uno a nuestro pilar de referencia, y allí un miembro de utilería nos alcanza La Lanza. Parece que vamos a terminar de pasar el segundo acto hasta el final.

Pese a que hay algunas ausencias (falta Pong, y una de la figurantes esta mala del estomago y tampoco ha podido venir) comenzamos sin dilación desde el momento de los tres enigmas. Todo sigue como siempre, excepto por las enormes puertas que han colocado en el decorado y que se corren hacia los lados para dejar acceso a la zona en la que se encuentra el emperador. El problema es que estan acabadas de poner y aún existe un hueco bastante grande en el suelo donde estan las puertas y que los solistas y actores deben saltar para no caer por el hueco desde una considerable altura. La cover de Turandot va a cantar ahora así que tendremos la oportunidad de escucharla. Volvemos a tener presencia solista en los balcones de las chicas, esta vez más descarada, pues ya no se contentan con hablarles desde abajo y suben sin ningun tipo de pudor a saludar y presentarse. Lo bueno es que el ensayo parece avanzar deprisa y tras parar solo en un par de ocasiones para corregir posiciones y dar nuevas instrucciones llegamos al final del acto. Ha sido rápido e indoloro. Nos dan veinte minutos de descanso y ya nos avisan de que después volveremos a pasarlo todo de nuevo, esta vez sin interrupciones. Devolvemos las lanzas a los chicos de utilería y bajamos corriendo a merendar al sol junto a la piscina.

De nuevo en el escenario. Lanza en mano, codos levantados y mirada al frente. Se nos avisa de que vamos a ver toda la segunda escena completa. La solista ya ha reemplazado a la cover y se prepara. A una orden del director la pianista repertorista ataca los primeros acordes, los soldados comienzan a desfilar y la música nos envuelve. Y en cuanto nos hemos descuidado, absortos en cada nota, en cada frase, el acto está ya terminado. Algunos de los solistas aprovechan el momento posterior para hacer nuevos acercamientos. Oigo a uno de ellos cantando ¿la cucaracha? Por suerte, nos mandan a platea y se preparan para repasar el principio del primer acto. El solista de la cucaracha se coloca a mi lado y me pregunta la altura. Es apenas tres centimetros más bajo que yo y bromea con una chica del coro al respecto. Como veo que sobro, me despido y bajo corriendo hacia los asientos.

Es la primera vez que vemos este acto, pues por ahora siempre habiamos estado con el segundo. Nos acomodamos en nuestros asientos y disfrutamos con la visión del escenario desde una posición tan diferente a la que tenemos mientras estamos arriba. Escuchar al coro resulta sobrecogedor, pone la piel de gallina y eso que por ahora el acompañamiento es todavía el piano. No quiero imaginarme como debe ser oirlo con la orquesta. Desgraciadamente dura poco, ya han pasado las tres horas de trabajo que tiene estipulado el coro y se despiden a toda prisa.


Son las 7,15 y tenemos veinticinco minutos de pausa. Juanjo se ha traido el domino y montamos partida en el camerino, y entre pitos dobles, pasos y cierros se nos hace la hora de volver otra vez arriba. A nuestros asientos de platea en concreto. El director de escena trabaja con el verdugo y sus cuatro ayudantes, que le llevan la mortal aguja que usará para matar al príncipe de Persia, el agua con la que se lavará las manos y el paño con el que se las secará. El director pone mucho énfasis en este aspecto y dedica bastante tiempo a trabajar con el verdugo, que hace un trabajo de filigrana, en realidad, el único papel de actor interesante de toda la figuración. Cuando muere el principe de Persia, cuatro soldados se lo llevan fuera por la puerta y el director decide que deben estar los dos lanceros sobre el escenario.

Así, de pronto, estamos también en el primer acto, y ¡sorpresa! Cuando salen los soldados con el cuerpo por las enormes puertas traseras, nosotros rompemos formación, en lo que será posiblemente la única vez en toda la ópera, y salimos detras de ellos con porte y paso marcial. No lo podemos creer, vamos a movernos por el escenario. Ensayamos varias veces el cambio de mano de la lanza y la posición y movimientos mientras los soldados prueban una manera eficaz y segura de alzar al príncipe sin peligro de que se las caiga. No da tiempo para más, el ensayo por hoy ha terminado. Son las 9,30, y cada uno corre ya para su casa.

Diario de Turandot, 3

Día 3 (05/05/08): Acabamos de llegar a camerinos. Son las 4 de la tarde y ya estan casi todos. Yo hoy he venido cargado con mi traje y mis partituras dispuesto a quemar hasta el último barco con tal de cantar esta noche el Carmina Burana. Dejamos todos los trastos en la taquilla y subimos al escenario, donde nos dicen que toca esperar en platea. La suerte es que en unos minutos ya nos han llamado y vamos ocupando nuestras posiciones.

Hoy ha venido por primera vez el coro. No me hace mucha ilusión verlos, siempre me siento incómodo en su presencia, nos toca estar en guardia a perpetuidad, alerta por si a alguno le da por molestar y alegar que somos nosotros los que no dejamos trabajar. Pero bueno, paso sin mirar a nadie y me coloco en mi posición. Un miembro del equipo técnico me alcanza la consabida lanza. El ensayo va a empezar.

Hoy toca revisar de nuevo la segunda escena del segundo acto. Paramos muchas veces mientras los ayudantes de escena o el mismo director corrige posiciones o movimientos al coro y solistas. A nosotros poco tiene que decirnos al respecto... Es fascinante ver como trabaja, como explica detalladamente a Ping, Pang y Pong el transfondo, las motivaciones, qué espera de ellos, sin cortarse un pelo a la hora de moverse y representar para ellos lo que quiere decir. A ello se une la tranquilidad y seguridad que transmite. Me hago a mi mismo el propósito de tratar de aprender todo lo que pueda de este hombre.

Y sin que nos demos apenas cuenta, llega el primer descanso. Bajamos a la parte de abajo a merendar, jugar a las cartas y a comentar el ensayo entre risas y bromas.


Es el momento. Aprovecho que la zona del escenario debe estar tranquila para subir y hablar con el stage manager y ver si se me permite acudir a cantar el Carmina Burana. Él transmite mi petición a los ayudantes de dirección y dialogan en privado durante unos minutos. Cuando vuelve trae ya la respuesta. ¡Voy a poder cantarlo! No puedo creerlo. El que no ha tenido suerte ha sido Zvonimir, que hace de soldado, y al que seguramente necesitaran para algo. Cuando se reanuda el ensayo a las 6 yo estoy pensando ya en el Carmina Burana. La tónica es la misma pero parece que algunos de los solistas ya se han fijado en las figurantes. En nada empezará el cortejo, es cuestión de tiempo.

Llegan las 7,15 y aún estamos en el momento de los enigmas. De todas maneras, el coro trabaja solo 3 horas diarias así que para ellos por hoy es suficiente. Nos dan otro descanso de 20 minutos que aprovecho para subir a la prueba acústica y comunicar al mestre la situación. En cuanto me descuido se me ha pasado ya el descanso y bajo corriendo otra vez al escenario. Me está empezando a agobiar tanto subir y bajar por los ascensores centrales. Abajo, ya más tranquilo todo por la ausencia del coro el ensayo continua, y el acercamiento de los solistas a la sección figuración es más evidente.

Pasadas ya las 8, aprovecho la primera pausa para escabullirme a camerinos y cambiarme a toda prisa. En nada ya estoy en formación para salir a cantar. Mi ensayo de Turandot de hoy ya ha terminado. Luego me entero de que al resto los han dejado salir media hora antes, a las 9,45. No se me ha echado en falta, como ya se podía suponer. El montaje de Turandot sigue sin contratiempos.

sábado, 3 de mayo de 2008

Diario de Turandot, 2

Día 2 (03/05/08): Sabado tarde. Hace calor en la calle y una modorrilla muy dulce se venía apoderando de nosotros mientras veniamos en el bus. Son las 3,45 y hemos llegado con media hora de antelación, por falta de experiencia con los horarios de la EMT en fin de semana. Obviamente no hay nadie en ningún camerino, y seguramente aún tardarán en llegar. Mi hermano se tumba a descansar sobre el banco y yo aprovecho para hacerle fotos y perrear por los pasillos. Mientras, la gente empieza a aparecer poco a poco.

A las 4,15 justas, nos encontramos ya en los hombros del escenario. Hoy hemos sido convocados una docena de figurantes: los cuatro eunucos que asisten al emperador, las seis bellezas que asisten a Turandot y los dos fornidos e intrépidos guardias imperiales. ¿Estamos todos? No, falta Ximo. La ayudante de producción lo llama insistentemente al móvil pero no consigue hacerse con él. Mientras se le espera, a las seis bellezas y a los dos guardias se nos manda a platea a ver el ensayo porque todavía no se nos necesita. Al final, con media hora de retraso aparece Ximo y el ensayo comienza.

Se trata de la segunda escena del segundo acto, en la que Calaf se enfrenta a los enigmas de la princesa de hielo. Después de un buen rato viendo repetir una y otra vez lo mismo, empezamos a inventar traducciones alternativas a los diálogos, o a buscar parecidos razonables (¿ese solista no se parece a Joselito?). Esta resulta ser la mejor manera de pasar el largo tiempo de espera, pues pese a que venía con la intención de tomar notas sobre la manera de trabajar del maestro Chen, tras media hora no hay mucho más que rascar, al menos en esta parte de la escena. Como el que no quiere la cosa hemos llegado a las 6,15 sin hacer absolutamente nada de provecho. Nos dan veinte minutos de descanso.

Subimos a la cafetería y charramos un ratillo. Ximo nos pone al día de la razón de su retraso: la ayudante de producción envió la tablilla de horarios para hoy con un error, y en los mensajes al móvil que le llegaron no constaba la hora, con lo que él, siguiendo la tablilla pensaba acudir a las 17,45. Pese a no ser culpa suya, se ha comido nada más llegar una bronca monumental de los ayudantes de dirección, que no le han dado ni la opción de explicarse. Pero en fin, somos figurantes y estas cosas de que nos chillen y nos tiren broncas, aunque sea de manera injustificada, van con el trabajo. Ximo que ya es perro viejo sabe como está el patio y le resbala un poco todo.

Son las 6,35 y ya estamos de nuevo ensayando. ¿Ensayando? Tampoco. Han llamado ya a las seis bellezas, y las colocan por el escenario. Solo quedamos en platea los dos guardias imperiales muertos del asco. Parece que el ensayo va a continuar desde donde lo dejamos. Aguanto las dos primeras repeticiones: tras oír por tercera vez "volvemos al número cuarenta y nueve" un profundo sopor se apodera de mi.

Cuando abro los ojos después de varias cabezadas siguen por el mismo número. Son las 8,30. Y seguimos sentados en platea. Pero por fin nos llaman. Menos mal, ya pensabamos que nos habian traido por placer. Bajamos las escaleras y subimos por la escalerilla auxiliar. Uno de los ayudantes de dirección viene a hablar con nosotros. Nos dice que se había olvidado de nosotros, que debiamos haber estado en el escenario desde el principio. Nos lleva hasta la parte alta de la escalinata y nos señala nuestras posiciones. También nos dice que no hace falta que nos coloquemos, que el ensayo ha terminado. Nuestra cara es de absoluta incredulidad. Nos acercamos al resto de figurantes que estan sentados junto al divan del emperador. Comentan el ensayo de hoy. Un par de chicas han sido citadas por error, y deberian estar en sus casas y en su lugar debería haber otras dos chicas, la tablilla erronea sigue dando que hablar, nuestro caso indigna a más de uno y así un sinfín de pequeñas cosas que estan empezando a erosionar la moral de la figuración, y estamos en el segundo día. Uuuuuf, vamos a necesitar paciencia, mucha paciencia. A las nueve menos cuarto, salimos en dirección a casa con la sensación de que nos han tomado el pelo.

Al llegar a casa, aún aguarda una última sorpresa. El lunes uno de los coros a los que pertenezco debe cantar el Carmina Burana en el mismo teatro, pero en otra sala, a partir de las 8,30 de la noche, con tan mala suerte que tenemos ensayo de Turandot ese mismo día y en horario coincidente. Pues bien, esta noche he sido notificado de que nuestra petición de abandonar temporalmente el ensayo a las 8 de la tarde para poder cantar el Carmina Burana, siendo como es que tan solo sujetamos una lanza, ha sido rechazada con argumentos bastante vagos. Conclusión, menos mal que mañana tenemos día libre...

viernes, 2 de mayo de 2008

Diario de Turandot, 1

Día 1 (02/05/08): Ya hay nervios. ¡Primer día! Estamos citados a las cinco y media, pero llegamos a control de seguridad diez minutos antes. Una docena de personas ya está allí esperando mientras comentan con excitación lo que han oído o les ha contado alguien sobre esta ópera. Abrazos y saludos a los amigos, y presentaciones con los nuevos. Un solecito cálido ilumina la zona donde nos encontramos y alegra la espera. Mientras, la ayudante de producción ha aparecido y nos ha dado la hojita tradicional con las prohibiciones, recomendaciones, y obligaciones de todo buen figurante.

En cuanto nos han reunido a todos, nos guían hacia los camerinos. ¡Novedad! Por primera vez en un año largo estamos en el F2 (que por otra parte es idéntico al F3 que siempre hemos ocupado). El inconveniente es que vamos a ser 22 tíos en el mismo camerino, mientras solo 8 chicas ocupan el F1. No quiero pensar en como nos las vamos a apañar para cambiarnos, maquillarnos, o movernos todos al mismo tiempo, por no hablar del olor que hará los días de función... Aparece una chica con enormes sobres en los que viene la hoja para firmar por las llaves de taquilla (ya sabéis, chicos, si perdéis la llave os descontamos 30 euros) y la llave misma. Nos va nombrando y vamos recogiendo nuestros sobres. Me toca la 19, al lado de la de mi hermano, y cerca de los aseos y de los monitores. No nos vamos a quejar. Podía haberme tocado alguna taquilla que tiene la cerradura rota, o me podían haber dado la misma taquilla que a otro, como les ha pasado a Jose y al señor mayor que iba a hacer de verdugo.


Se supone que el ensayo empieza a las 6, pero están llegando las 6,30 y aún no nos han avisado para subir al escenario. La gente empieza a incomodarse. Mientras, nos hemos repartido por todo el camerino en grupos mas o menos diversos y charramos de mil cosas diferentes. Al final, la ayudante de producción nos dice que podemos subir a la cafetería, que un regidor vendrá a avisarnos cuando se nos necesite.

Son las 8,30 de la tarde. Llevamos dos horas en la cafetería sin hacer absolutamente nada. Al llegar la gente se salió fuera, a la terraza, a fumar, hablar y aprovechar el poco sol que aún quedaba excepto cinco que decidimos atrincherarnos junto a la maquina de comida. Como siempre, acabamos cantando trozos de Simon Boccanegra, o de las Bodas de Figaro, recordando los mejores momentos o los más graciosos, o a aquel figurante que ya hace tiempo que no vemos. Vamos charla de abuelos. Poco a poco la gente ha ido entrando y se ha ido incorporando a nuestro grupo. Se agradece que seamos más, no se nota tanto el rollo sexual como en las bodas.

Al fin hemos sido avisados. Son las 9,15 y ya estamos en los hombros del escenario. Los solistas que interpretan a Ping, Pang y Pong ensayan la primera escena del segundo acto. Nos toca esperar un rato más. Pero después de todo ya estamos pisando el escenario. Primera impresión, ¡brutal! El decorado que aún está a medio montar es impresionante. Parece que estamos mismamente en China. Han usado todo el escenario y también la chácena para recrear el palacio imperial de Pekin. Nos presentan a los ayudantes de escena (3 nada más y nada menos), y después de unas instrucciones básicas nos presentan al director, Chen Kaige, uno de los maestros actuales del cine chino, y ganador de la Palma de Oro de Cannes por Adiós a mi concubina. Tenía ya ganas de verlo en persona.

Nos hacen ponernos en fila y reparten los papeles. Y aquí viene lo que no me gusta. A mi hermano y a mí nos toca de guardias del Emperador. Eso significa que solo apareceremos cuando salgan el Emperador o Turandot y nuestra loable y encomiable misión si nada lo impide, será la de sostener imperturbablemente una lanza. Con esto, se ha cumplido el tiempo y nos han mandado para casa, no sin antes anunciar quien ensaya mañana y quien no. Y como no podía ser de otra manera, a los dos lanceros de Pekin les toca currar mañana. Un poco apenados, por el rol que nos ha tocado, y por no poder librar mañana como la inmensa mayoría de los figurantes, hemos acabado el ensayo de hoy. Son las 10,30 de la noche y si no nos damos prisa nos quedamos sin bus para volver a casa.

jueves, 1 de mayo de 2008

XXIX

29

29
como el cobre,
como febrero en los
años bisiestos,
29

29 deseos,
29 estrellas,
29 mundos por descubrir,
29 viajes por hacer

29 años

Porque aún te queda muchísima vida por delante
¡Felicidades guapísima!

Una gran sonrisa

Hacia mucho que no me dejaba caer por aquí. Nunca me he olvidado de este rincón de mi alma, pero en algunas épocas de mi vida esta menos pre...