En cuanto nos han reunido a todos, nos guían hacia los camerinos. ¡Novedad! Por primera vez en un año largo estamos en el F2 (que por otra parte es idéntico al F3 que siempre hemos ocupado). El inconveniente es que vamos a ser 22 tíos en el mismo camerino, mientras solo 8 chicas ocupan el F1. No quiero pensar en como nos las vamos a apañar para cambiarnos, maquillarnos, o movernos todos al mismo tiempo, por no hablar del olor que hará los días de función... Aparece una chica con enormes sobres en los que viene la hoja para firmar por las llaves de taquilla (ya sabéis, chicos, si perdéis la llave os descontamos 30 euros) y la llave misma. Nos va nombrando y vamos recogiendo nuestros sobres. Me toca la 19, al lado de la de mi hermano, y cerca de los aseos y de los monitores. No nos vamos a quejar. Podía haberme tocado alguna taquilla que tiene la cerradura rota, o me podían haber dado la misma taquilla que a otro, como les ha pasado a Jose y al señor mayor que iba a hacer de verdugo.
Se supone que el ensayo empieza a las 6, pero están llegando las 6,30 y aún no nos han avisado para subir al escenario. La gente empieza a incomodarse. Mientras, nos hemos repartido por todo el camerino en grupos mas o menos diversos y charramos de mil cosas diferentes. Al final, la ayudante de producción nos dice que podemos subir a la cafetería, que un regidor vendrá a avisarnos cuando se nos necesite.
Son las 8,30 de la tarde. Llevamos dos horas en la cafetería sin hacer absolutamente nada. Al llegar la gente se salió fuera, a la terraza, a fumar, hablar y aprovechar el poco sol que aún quedaba excepto cinco que decidimos atrincherarnos junto a la maquina de comida. Como siempre, acabamos cantando trozos de Simon Boccanegra, o de las Bodas de Figaro, recordando los mejores momentos o los más graciosos, o a aquel figurante que ya hace tiempo que no vemos. Vamos charla de abuelos. Poco a poco la gente ha ido entrando y se ha ido incorporando a nuestro grupo. Se agradece que seamos más, no se nota tanto el rollo sexual como en las bodas.
Al fin hemos sido avisados. Son las 9,15 y ya estamos en los hombros del escenario. Los solistas que interpretan a Ping, Pang y Pong ensayan la primera escena del segundo acto. Nos toca esperar un rato más. Pero después de todo ya estamos pisando el escenario. Primera impresión, ¡brutal! El decorado que aún está a medio montar es impresionante. Parece que estamos mismamente en China. Han usado todo el escenario y también la chácena para recrear el palacio imperial de Pekin. Nos presentan a los ayudantes de escena (3 nada más y nada menos), y después de unas instrucciones básicas nos presentan al director, Chen Kaige, uno de los maestros actuales del cine chino, y ganador de la Palma de Oro de Cannes por Adiós a mi concubina. Tenía ya ganas de verlo en persona.
Nos hacen ponernos en fila y reparten los papeles. Y aquí viene lo que no me gusta. A mi hermano y a mí nos toca de guardias del Emperador. Eso significa que solo apareceremos cuando salgan el Emperador o Turandot y nuestra loable y encomiable misión si nada lo impide, será la de sostener imperturbablemente una lanza. Con esto, se ha cumplido el tiempo y nos han mandado para casa, no sin antes anunciar quien ensaya mañana y quien no. Y como no podía ser de otra manera, a los dos lanceros de Pekin les toca currar mañana. Un poco apenados, por el rol que nos ha tocado, y por no poder librar mañana como la inmensa mayoría de los figurantes, hemos acabado el ensayo de hoy. Son las 10,30 de la noche y si no nos damos prisa nos quedamos sin bus para volver a casa.
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