Fue tan gradual que no se dieron cuenta. Las maquinas habian ido ganando terreno en todos los aspectos de sus vidas, y mostrandose cada vez más imprescindibles, hasta el punto de que ya no podían vivir sin ellas.
Así, apenas se sorprendió cuando su hambriento estomago, en vez de rugir como de costumbre, emitió un bip de batería baja.
domingo, 5 de octubre de 2008
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Una gran sonrisa
Hacia mucho que no me dejaba caer por aquí. Nunca me he olvidado de este rincón de mi alma, pero en algunas épocas de mi vida esta menos pre...
-
Con la ladina intención de que perdáis, ¿porqué no?, un poquito más de vuestro valioso tiempo en este blog, he pensado en incluir un pequeño...
-
Aunque llueve y hace un frío que pela, no puedo evitar sentirme contento. Esta semana ha empezado con otro aire, y atrás quedan los últimos ...
-
Una calurosa noche de verano soñé que, al igual que Pessoa, yo tenía un heterónimo. Alguien completamente distinto de mí, con otras ambicion...
No hay comentarios:
Publicar un comentario