martes, 29 de julio de 2008

El crudo blanco

Se veía venir. Lo había avisado el parte meteorológico y se podía respirar en la atmósfera. El sol brillaba pero todos sabíamos que no podía durar. Tan solo confiábamos en que aguantara hasta que hubiéramos llegado hasta la cima del Javalambre. Y al menos en eso tuvimos suerte. La ascensión, por la cara más empinada, la que estaba sembrada de guijarros sueltos y falsos repechos, fue muy dura pero tras mucho esfuerzo y una pequeña parada a mitad de camino para recuperar liquido llegamos. El sol seguía brillando pero ya no con tanta fuerza, tal como enormes nubes se acercaban a toda velocidad. Había que darse prisa.


Y entonces fue cuando empezaron nuestros problemas. ¿Donde está Carlos? Iba por delante de nosotros y cuando llegamos a la cima había desaparecido. Ni rastro de él por ninguna parte. Dejamos las pesadas mochilas en el suelo y nos organizamos para buscarlo. Desandamos y rehicimos el camino una y otra vez gastando el poco aliento que nos quedaba y un tiempo que tal como veríamos después iba a resultar precioso. Tras casi una hora de infructuoso resultado y muy preocupados, abandonamos la búsqueda y seguimos avanzando para buscar una zona donde hubiera cobertura y desde allí poder llamar a Joan y Cosa que llegaban esa misma mañana por si tenían alguna noticia. Al final pudimos descubrir que Carlos se había perdido y en vez de esperarnos había decidido, de una manera muy imprudente, volver solo al pueblo deshaciendo todo el camino y esperarnos allí, mientras nosotros seguíamos la ruta prevista y bajamos por la zona de las pistas de esquí.

A partir de aquí, la preocupación había dejado paso a un cabreo enorme y solo las primeras gotas de lluvia consiguieron sacarnos de nuestro estado y romper la cadena de protestas y amenazas que íbamos hilando durante la bajada. Arreglamos un poco las bolsas para que no se nos mojaran y continuamos el lento descenso. En un rato que nos pareció eterno, llegabamos a la cafetería de las pistas de esquí. Contentos por tener un sitio donde sentarnos y comer caliente, contabamos que nuestras penurias se habian acabado. Exhaustos y completamente empapados, aun no sospechabamos que lo peor estaba por llegar...

3 comentarios:

gemelo malvado dijo...

Carlos hizo bien en no quedarse a esperar a unos rescatadores que nunca le hubieran visto.

Se comportó de forma correcta al diriguirse al último sitio, con cobertura, donde habian parado, ya que era tarde y estaba cada vez más cansado de subir y bajar la puta montaña...

de todas formas y a pesar de todo...la aventura es la aventura...no os guardo rencor alguno ;)

omrot dijo...

Grrrrrrrrrrr

clio5mil dijo...

Nieve, con el calor que hace estos días...

Una gran sonrisa

Hacia mucho que no me dejaba caer por aquí. Nunca me he olvidado de este rincón de mi alma, pero en algunas épocas de mi vida esta menos pre...