Y ocurrió que cuando el Príncipe Azul encontró por fin a Cenicienta, ella hacia ya tres años que se había casado y tenía una preciosa niña y un recién nacido.
No necesitó probarle el zapato, enseguida supo que era ella. Y antes de que nadie pudiera reconocerlo, tiró el zapato en un contenedor y huyó como alma que lleva el diablo sin decir una sola palabra.
Lo último que se supo de él es que abandonó el pais, y dejando a un lado cualquier ínfula aristocrática, trabaja en una zapatería.
domingo, 17 de febrero de 2008
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3 comentarios:
precioso...
uys, muchas gracias guapa :)
ojalá que en esa zapatería no lo exploten demasiado
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