Y sucedió que aquellos truhanes le consiguieron al Muy Honorable Emperador varios trajes de suntuosas telas, y exquisito corte a su medida, y con la mágica propiedad de que solo los insidiosos y desleales podían verlos. Y fueron los estafadores bien remunerados por ello, llenando sacos y sacos de oro que pusieron pronto a buen recaudo.
Y el Muy Honorable Emperador, se paseó con aquellos trajes por sus dominios, y nadie osaba decir nada para no ser tildado de insidioso y desleal, hasta que en la prensa de fuera del Reino se destapó el engaño, y todo el mundo se hizo eco del asunto...
Bueno, todo el mundo no. Dentro del Reino, como los medios de comunicación eran muy leales no se publicó nada, así que la gente siguió sin poder decir nada, y el Emperador siguió viviendo feliz, y comiendo perdices.
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4 comentarios:
Qué pena que un cuento tan interesante se haga realidad en el siglo XXI. Me ha gustado este guiño.
zas! no me sé el chisme pero pfff pasa en todas partes :(
Gracias por pasarte! Extraño platicar contigo. Un besito!
Untuosas o suntuosas? Léase, grasas y pegajosas o magníficas y costosas?
Cierto, se me ha colado un flagrante error tipográfico. Gracias por la corrección ;)
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