Y al cabo de cien años, la Bella Durmiente despertó. Y vio que todos aquellos que había conocido y querido habían muerto hace ya mucho tiempo. Y se sintió muy sola, porque incluso el Príncipe Azul, cansado de esperar, había vendido todo y se había mudado a otro país.
Ahora, tiene un gato que se llama Pompón, trabaja de día en una tienda de colchones, y estudia por las noches para ver si de una vez termina la carrera que empezó hace ya más de un siglo.
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