Conduce sin prisa. Solo queda un kilómetro escaso para llegar al pequeño pueblo. Atrás han quedado las curvas y revueltas de la carretera, y ahora tan solo queda una recta prolongada que lleva hasta las fabricas y pequeñas naves diseminadas que hay a las afueras. Es de noche y la luna aún no ha aparecido sobre el horizonte. Con un profundo suspiro, se permite unos instantes para recordar, y su semblante se vuelve aún más triste.
De pronto, como salidos de la nada, dos figuras vestidas de colores oscuros y con pasamontañas son alumbrados por los faros del vehículo. Están parados en mitad del carril y hacen señas al conductor. Él frena de golpe a escasos metros de ellos, y se los queda mirando completamente sorprendido. Sin embargo, en unos instantes reacciona y acelerando de nuevo invade el carril contrario y esquiva a las dos figuras que permanecen en pie sobre la carretera. Y parece que le ha venido justo, pues en cuanto esta arrancando alcanza a ver a una tercera persona que se acerca por el lateral con la intención de abrir la portezuela del acompañante e introducirse dentro del coche, sabedor de que casi nadie cierra los seguros de las puertas. Oye un ruido cuando el nuevo desconocido aferra la manija, pero el coche ya se aleja deprisa.
Cuando ha avanzado un par de centenares de metros, da media vuelta al coche y vuelve a toda velocidad. Los tres individuos discuten acaloradamente cuando ven al coche de nuevo venírseles encima. Saltan al arcén, y echan a correr como alma que lleva el diablo perdiéndose en las cercanías de la fábrica de azulejos. El conductor pasa de largo y cuando esta a distancia prudencial da media vuelta y enfila hacia el pueblo. De los tres asaltantes no queda rastro.
Parece de película, ¿verdad? Que se lo digan a mi padre. Le ocurrió el día que murió mi abuelo y volvía del hospital al pueblo para arreglar papeleo.
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2 comentarios:
Pensé que era alguna historia inventada para un corto. Cuando he visto que era real se me han puesto los pelos de punta. Siento lo de tu abuelo.
No pasa nada. Hace ya casi 8 años que murió. Es que mi padre se acordó ayer y nos lo volvió a contar, y me pasó lo mismo que a ti, se me pusieron los pelos de punta.
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