Es curioso como puede cambiar tu estado de ánimo con una cosa tan sencilla como un SMS. Así, te levantas un día, cansado con sueño acumulado desde hace dos semanas, solo, y con un ligero gusto a melancolía en la boca. Desayunas de manera mecánica, solo por meter algo en el cuerpo hasta que te hagas a la idea de empezar a cocinar algo para comer, con la cabeza perdida quien sabe a cuantos kilómetros de aquí, y el corazón medio olvidado en el cajón de los calcetines.
Y entonces, el teléfono móvil vibra un par de veces y queda inmóvil de nuevo como hace unos segundos. Te acercas con curiosidad y miras la pantalla. Tienes un SMS. Aprietas un botón y el mensaje aparece ante tus ojos. Y el gesto adusto desaparece para dejar paso a una sonrisa. No de esas forzadas de foto; una auténtica, de las que te nacen como un cosquilleo dentro de la boca y te explotan en los labios para ramificarse por todo tu cuerpo. Y a partir de ese momento parece que el sol brilla más, y el cansancio sigue, pero ya no pesa tanto, y decides que después de todo no hay porque tomarse las cosas tan a pecho.
Y así, una cosa tan simple y sencilla como un SMS ha obrado el milagro. Gracias a todos y todas los que teneis la virtud de mandar mensajes en el momento oportuno.
viernes, 15 de agosto de 2008
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1 comentario:
bendita sea la tecnología
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