domingo, 25 de enero de 2015

...al final del tunel

Hace ya mucho tiempo publiqué una entrada en este cuaderno de vida llamado Un rayo de luz. En él daba cuenta de un descubrimiento fortuito, que parecía de alguna manera responder a muchas de las preguntas existenciales que me atormentaban en aquel momento. Era genial. De pronto muchas piezas parecian encajar de golpe para mostrar algo: un patrón, una dirección.

Solo había un problema. Era un texto que hablaba de superdotados, y suponer que las soluciones que se daban me podían ser útiles era suponer que yo era un superdotado. Nada más escribirlo ya empecé a sentirme molesto. Me disculpé en los comentarios con la sensación de estar siendo petulante, e incluso así llegó a ser percibido por algún lector de esta bitácora, que inmediatamente me lo hizo notar.

Y así sucedió que decidí ignorar mi descubrimiento, y el post, y todo lo que pudiera estar relacionado con él.

Y el tiempo pasó, y no fué hasta que llevaba un tiempo viviendo en mi nueva ciudad, que volvió todo de pronto a mi cabeza. Las mismas preguntas sin respuesta rondaban en mi mente, los mismos problemas que seguían atormentándome. Y esta vez sí, con ganas de mirar la situación de frente.

Y no me arrepiento de ello.

Al final me atreví a hacer un Test de Inteligencia a traves de Mensa en Alemania, y al cabo de unas semanas me mandaron a casa una carta con tres sigmas y una invitación para unirme al club.

Con eso, también unos años de asesoramiento y terapia. De descubrirme a mi mismo y de conocerme mejor. Y sobre todo de aprender a no avergonzarme de mi mismo.

Ser superdotado no es algo de lo que estar orgulloso. Uno nace así. Yo no he hecho nada para ser así, sino que venía conmigo cuando nací.

Pero al mismo tiempo no es algo de lo que avergonzarse. Muchas veces tengo la sensación de que la gente no entiende lo que se siente. Te miran como si se sintieran amenazados o insultados, o como si creyeran que tratas de hacerles sentir inferiores y se colocan a la defensiva. Y no es para nada así.

Ser superdotado tiene ventajas pero también muchos inconvenientes, sobre todo si no se aprende desde pequeño a vivir con ello. Requiere de ayuda profesional en muchos casos, al igual que la necesitaría gente con problemas de aprendizaje.

Ahora tengo en casa una buena colección de libros sobre el tema, y sigo descubriendo cosas nuevas, métodos para mejorar, maneras de sacarle aún más provecho y disfrutar mejor mis habilidades.

Al fin, ese rayo de luz, me ha guiado al final de tunel.

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