Me siento avergonzado. Bueno, no. Me siento MUY avergonzado. Porque este fin de semana, tratando de mirar un poco por mi, he hecho daño a quien no esperaba. Es lo que llaman un daño colateral.
Me explico. Cualquiera que me conozca un poco sabe que me cuesta muchísimo decirle No a la gente que aprecio, y que a veces eso me trae más de un problema. Pues bien, este fin de semana tuve que decirles No a unos amigos de hace muchísimo tiempo, y un poco desorientado por la ansiedad que eso me produce, perdí completamente las maneras, y olvidé llamar a otros amigos, a los que también dejé colgados en el último momento. Vamos, un fin de semana fantástico.
Ahora, han pasado ya varios días pero no consigo quitármelo de la cabeza. Y pueden decirme que no pasa nada, pero yo sé que no es así, que lo he hecho mal, y me avergüenzo de ello. Tanto que reconozco haberme aislado estos últimos días. He rehuido el contacto humano, he evitado a la gente, he renunciado voluntariamente al messenger, quizás con el temor irracional de hacer de nuevo involuntariamente daño a alguien a quien quiero.
He pensado en resarcir a alguna de esas personas, por ejemplo a la que más cariño le tengo, con algún regalo, algún detalle, cualquier cosa, pero no dejo de recriminarme que en el fondo no es más que una manera de comprar su perdón, cosa que me avergüenza aún más. Al final me he dado cuenta de que aunque consiguiera que me perdonara, aún me tendría que perdonar yo...
Me pasa algo curioso, y creo que nunca lo había contado a nadie. Cuando me siento avergonzado, me cuesta muchísimo mirar a los ojos de la gente, como si a través de los ojos pudieran leer mi alma. Siempre acabo evitando sus miradas, mirando hacia el suelo, o hacia el infinito como si pensara en mis cosas. Me ha ocurrido siempre, y no tengo ningún indicio que me haga pensar que va a cambiar. Por eso, no me lo tengáis en cuenta si estos días me veis, y parezco ausente, o no os miro a los ojos...
Esta historia, no tiene final. O al menos por ahora. Así que, por el momento, lo dejaremos aquí, y yo seguiré mirando al suelo como quien busca monedas mientras busco la manera de no herir inconscientemente a nadie.