jueves, 10 de noviembre de 2011

El reloj de la vida

Juventud, divino tesoro,
¡ya te vas para no volver!
[...]
Ruben Darío, Canción de otoño
en primavera
Y sin previo aviso me ha llegado toda la edad de golpe, y de una forma que jamás habría imaginado. No me ha llegado con las canas, ni con las arrugas, ni con aniversarios o responsabilidades. No ha sido la perspectiva de futura descendencia la que me ha hecho venir el tiempo de golpe. Han sido mis padres.

Notar como el tiempo va pasando por ellos, y que ya no son como los recuerdo, inamovibles, constantes y eternos, ajenos por completo al paso del tiempo. Sentir como se han hecho mayores, de golpe, sin que nos diéramos cuenta, y saber, ahora sí (atrás quedó la inocencia de la infancia) que un día ya no estarán más con nosotros, y que ese día está cada vez más cerca. Me llena de tristeza, y a la vez me hace pensar que el ciclo de la vida sigue, y que cuando ellos ya no vivan más, nosotros asumiremos su papel y seremos inamovibles, constantes y eternos para nuestros hijos, mientras el reloj de la vida hace su papel.

De alguna manera me hace sentir que la cuesta arriba que era la vida cuando más joven ha llegado ya a su cima, y que a partir de ahora todo va a ser cuesta abajo, mucho más rápido. Pero no quiero dejar de disfrutarlo todo, de vivir nuevas experiencias, y de viajar y saborear nuevas culturas y nuevos retos. Y bueno, que el tiempo haga el resto...

2 comentarios:

primavera dijo...

Comparteixc profundament aquesta entrada, i pense q és l'última etapa de la vida on podrem difrutar d'ells abans q comencen els "achaques". que trist. Però ens hem d'alegrar perquè estan ahí, i aprofitar a tope els moments q compartim amb ells. Encara queden un grapat d'anys ;D

omrot dijo...

El problema es la distancia. Com ho fas quan els tens lluny i nomes els pots visitar de tant en tant? Menys mal que amb les noves tecnologies ens podem vore i parlar prou sovint :(

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