Ayer fue el undécimo día del undécimo mes del año. Coincide que además transcurre el año dosmilésimo undécimo de nuestra era, pero no pretendo hacerme hoy eco ni de catastrofismos supersticiosos ni de curiosidades matemáticas relacionadas con la tan mentada fecha.
Aquí en Alemania, y en especial en las regiones a lo largo del Rhein, el once del once a las 11:11 de la mañana ocurre cada año algo muy particular: comienza el Carnaval (Fasching, Fastnacht o Karneval). Las panaderías y pastelerías se llenan de berlinesas (Berliner como las llaman en toda Alemania, o Pfannkuchen como las llaman en Berlin) recubiertas de mil cosas diferentes y con una variedad enorme de rellenos. Los niños por la noche salen juntos con sus padres por el barrio con farolillos de papel recogiendo caramelos. He oído que en ciudades como Kölln o Düsseldorf la gente se reúne disfrazada delante del ayuntamiento a las 11:11 de la mañana y celebran el advenimiento de un nuevo carnaval con cerveza y cantos y muchas risas, pero aquí creo que no se organiza nada a ese nivel. Por la noche los más tradicionales cenan el ganso de San Martín, relleno de castañas, pasas y manzanas.
Ahora solo queda esperar a febrero para vivir la fiesta grande...