sábado, 12 de noviembre de 2011

Once del once (Fasching!)

Ayer fue el undécimo día del undécimo mes del año. Coincide que además transcurre el año dosmilésimo undécimo de nuestra era, pero no pretendo hacerme hoy eco ni de catastrofismos supersticiosos ni de curiosidades matemáticas relacionadas con la tan mentada fecha.

Aquí en Alemania, y en especial en las regiones a lo largo del Rhein, el once del once a las 11:11 de la mañana ocurre cada año algo muy particular: comienza el Carnaval (Fasching, Fastnacht o Karneval). Las panaderías y pastelerías se llenan de berlinesas (Berliner como las llaman en toda Alemania, o Pfannkuchen como las llaman en Berlin) recubiertas de mil cosas diferentes y con una variedad enorme de rellenos. Los niños por la noche salen juntos con sus padres por el barrio con farolillos de papel recogiendo caramelos. He oído que en ciudades como Kölln o Düsseldorf la gente se reúne disfrazada delante del ayuntamiento a las 11:11 de la mañana y celebran el advenimiento de un nuevo carnaval con cerveza y cantos y muchas risas, pero aquí creo que no se organiza nada a ese nivel. Por la noche los más tradicionales cenan el ganso de San Martín, relleno de castañas, pasas y manzanas.

Ahora solo queda esperar a febrero para vivir la fiesta grande...


jueves, 10 de noviembre de 2011

El reloj de la vida

Juventud, divino tesoro,
¡ya te vas para no volver!
[...]
Ruben Darío, Canción de otoño
en primavera
Y sin previo aviso me ha llegado toda la edad de golpe, y de una forma que jamás habría imaginado. No me ha llegado con las canas, ni con las arrugas, ni con aniversarios o responsabilidades. No ha sido la perspectiva de futura descendencia la que me ha hecho venir el tiempo de golpe. Han sido mis padres.

Notar como el tiempo va pasando por ellos, y que ya no son como los recuerdo, inamovibles, constantes y eternos, ajenos por completo al paso del tiempo. Sentir como se han hecho mayores, de golpe, sin que nos diéramos cuenta, y saber, ahora sí (atrás quedó la inocencia de la infancia) que un día ya no estarán más con nosotros, y que ese día está cada vez más cerca. Me llena de tristeza, y a la vez me hace pensar que el ciclo de la vida sigue, y que cuando ellos ya no vivan más, nosotros asumiremos su papel y seremos inamovibles, constantes y eternos para nuestros hijos, mientras el reloj de la vida hace su papel.

De alguna manera me hace sentir que la cuesta arriba que era la vida cuando más joven ha llegado ya a su cima, y que a partir de ahora todo va a ser cuesta abajo, mucho más rápido. Pero no quiero dejar de disfrutarlo todo, de vivir nuevas experiencias, y de viajar y saborear nuevas culturas y nuevos retos. Y bueno, que el tiempo haga el resto...

miércoles, 9 de noviembre de 2011

Nuevo otoño

Hoy Berlin ha amanecido envuelta en un gris abrigo de niebla. No tan espesa que no se pueda ver el otro borde del canal, pero si lo suficiente como para que los corredores o ciclistas que recorren el Weigandufer por las mañanas parezcan surgir de la nada por entre los arces que jalonan el pequeño sendero. Bien abrigado con mis guantes, mi gorro y mi bufanda, paseo sobre el amarillo manto de hojas que cubre el húmedo suelo. En los claros, donde la verde hierba parece blanca de rocío y escarcha, se empieza ya a ver la tierra oscura.

Mientras Zora corretea ajena al profundo frío yo miro pensativo el nuevo otoño: otro más, una nueva vuelta en este carrusel de feria que es el mundo. Y sin embargo, me sigue sorprendiendo. Sigo disfrutando con sus colores, con los aromas de las hojas y la tierra húmeda, con el olor de la leña quemada y de la comida hecha al fuego, con la quietud, con el suave murmullo de la lluvia.

Dentro de unos meses estaré hasta el mismo gorro de todo esto, en especial de la lluvia, y estaré deseando que llegue de nuevo la primavera. Pero mientras tanto, voy a disfrutar este nuevo otoño.

Le subo un poquito el volumen a la tercera de Brahms en mis auriculares y sigo sonriente mi camino.

Una gran sonrisa

Hacia mucho que no me dejaba caer por aquí. Nunca me he olvidado de este rincón de mi alma, pero en algunas épocas de mi vida esta menos pre...