La calle, fría y húmeda, resplandece bajo el tímido sol invernal que hoy se ha dignado a aparecer. Es el primer día de un nuevo año, hace apenas unas horas estrenado, y en la desierta ciudad no se ve a nadie. Solo los aguerridos dueños de algún perro hollan los sucios adoquines, más por obligación que por gusto, en esta fría mañana de enero.
Les veo caminar, cruzarse saludos y felicitaciones en ese misterioso idioma que solo entienden aquellos que poseen un can, les veo contemplar los devaneos y juegos de sus perros, alegres estos y totalmente ajenos a fechas o festividades, mientras el resto de la ciudad duerme la fiesta del viejo año.
Y lo sé, porque también yo puedo ser considerado ahora dueño canino, aunque eso... eso ya es otra historia.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Una gran sonrisa
Hacia mucho que no me dejaba caer por aquí. Nunca me he olvidado de este rincón de mi alma, pero en algunas épocas de mi vida esta menos pre...
-
Una calurosa noche de verano soñé que, al igual que Pessoa, yo tenía un heterónimo. Alguien completamente distinto de mí, con otras ambicion...
-
Aunque llueve y hace un frío que pela, no puedo evitar sentirme contento. Esta semana ha empezado con otro aire, y atrás quedan los últimos ...
-
III Deposita la moneda en la hornacina y se abre paso por la oscura caverna, alumbrada cada pocos pasos por tenues lamparitas de aceite ...
No hay comentarios:
Publicar un comentario