Este cuento trata sobre la dignidad. En concreto sobre la dignidad de los figurantes de ópera, y sobre como, cuando menos lo esperas, te tratan de despojar de ella.
Este cuento trata sobre doce actores que en una ópera se pasan toda la representación sobre el escenario, moviendose, corriendo, arrastrando, subiendo, bajando, moviendose, actuando, trabajando al fin y al cabo, y que llevan un mes acudiendo a ensayar entre seis y nueve horas cada dia. Y tambien trata sobre la gente de un coro, que apenas salen unos minutos en los actos uno y tres, que solo han ensayado con el resto del equipo tres veces durante menos de una hora y media, que tratan a los actores con prepotencia, y que ocupan por pura ignorancia las marcas y los espacios donde los demás estan trabajando.
¿Qué ocurre en este cuento? Que al final, cuando cae el telón, al acabar el último acto, todos se situan para saludar y los actores, tras una rápida reverencia desaparecen entre bambalinas para no ser vistos más, mientras los del coro, protagonistas según parece de esta ópera, restan junto a los solistas hasta que todo termina.
En este cuento, los actores se sienten indignados, no ya por el hecho de recibir más o menos aplausos, que es lo de menos (para casi todos), sino por que la manera de organizar los saludos es un indicador por el que medir el reconocimiento por parte del equipo de dirección de escena al trabajo realizado a lo largo de este duro mes que los actores han dedicado íntegramente a este montaje. Algunos actores piensan incluso que da la impresión de que salen a saludar tan solo por compromiso. Hay otros que consideran que toda la confianza que la directora de reposición se habia ganado, tras insistir en la importancia del trabajo de los actores, y su vital papel en el desarrollo del cómico argumento, ha desaparecido, y que quizas esa falta de confianza pueda influir en la confianza de los actores en su propio trabajo, y por ende, en la concentración durante las representaciones, y en última instancia sobre la calidad de las mismas. Y ya hay quien insinua, que quizás le entren mareos y no pueda acudir a esa pantomima de saludo que les ha sido preparada.
¿Como termina este cuento? El final, como en la vida real, no es feliz, pero tampoco es un final triste. Los actores, con humildad, asumen (pese a las alentadoras aunque falsas palabras de la directora de reposición) que están en el último peldaño de la escala del teatro, y que no tienen derecho a pedir nada, a desear nada, a esperar nada, a ser reconocidos como actores, a respirar sin permiso, pero como son profesionales, van a seguir dejándose la piel sobre el escenario, y tratando de superarse en cada función, porque los actores se han dado cuenta de que no necesitan que nadie les dé palmaditas en la espalda, ni que les diga enhorabuena (aunque siempre se agradece), porque sí, estan en el último peldaño de la escala, pero al menos tienen dignidad. Dignidad de figurante.
martes, 4 de marzo de 2008
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1 comentario:
postea esa foto que tienes en el messenger
estás bien saaaabrrroooosssssooooooooo en ellaaaa!!!!
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