Cae otra vez la noche, vieja amiga y silenciosa compañera en este húmedo puerto, y yo, sentado sobre un frío noray, observo los castigados barcos que dormitan su sueño de vientos y aguas cálidas, tratando de decidir en cual de ellos proseguirá mi largo viaje.
Se que aún tengo tiempo, una semana más, quizás dos, pero no puedo evitar sentir la excitación de la aventura, de una nueva elección que ha de llevarme a un destino que aún ignoro, y que hará de este viaje algo completamente distinto.
Barcos en la noche. Balanceandose tranquilos con un suave movimiento del mar que arrulla a las gaviotas. Cientos de ellos esperando un nuevo día, un nuevo sol. No sé si podré esperar.
lunes, 10 de marzo de 2008
domingo, 9 de marzo de 2008
Confusión de términos
-Adelante Manolo, estás en directo.
En la pantalla, Manolo aprieta el micro con ansiedad. Es su gran oportunidad para tratar de ascender en el mundillo de los informativos. Respira hondo y con su mejor sonrisa se lanza a recitar de memoria el texto que ha pasado toda la mañana escribiendo.
- ¡Hola Carlos! Aquí Manolo Hinojosa desde el Salón del Porno de Cogullada del Monte. Justo detrás de nosotros podemos comprobar como una pareja en estos momentos... -continua
Manolo sin inmutarse.
En segundo plano pero muy cerca de la cámara, sobre una tarima elevada se pueden ver varios pares de piernas cuyos cuerpos por encima de la rodilla permanecen fuera de plano, quizás para evitar herir susceptibilidades. Aun así esto no impide que los televidentes intuyan como los artistas estan tratando de realizar una postura realmente complicada que el público que rodea la tarima se encarga de vitorear. Manolo continua su aprendida perorata hasta que algo en su pinganillo auricular parece sacarlo de golpe de su estado de absoluta concentración.
- ¿Como? ¿Elecciones? ¿No era un reportaje sobre erecciones? -Manolo nota como su cara se ha puesto del color de la grana, y susurra en un hilillo de voz a la cámara: Gracias por todo. Devolvemos la conexión...
En la pantalla, Manolo aprieta el micro con ansiedad. Es su gran oportunidad para tratar de ascender en el mundillo de los informativos. Respira hondo y con su mejor sonrisa se lanza a recitar de memoria el texto que ha pasado toda la mañana escribiendo.
- ¡Hola Carlos! Aquí Manolo Hinojosa desde el Salón del Porno de Cogullada del Monte. Justo detrás de nosotros podemos comprobar como una pareja en estos momentos... -continua
Manolo sin inmutarse.
En segundo plano pero muy cerca de la cámara, sobre una tarima elevada se pueden ver varios pares de piernas cuyos cuerpos por encima de la rodilla permanecen fuera de plano, quizás para evitar herir susceptibilidades. Aun así esto no impide que los televidentes intuyan como los artistas estan tratando de realizar una postura realmente complicada que el público que rodea la tarima se encarga de vitorear. Manolo continua su aprendida perorata hasta que algo en su pinganillo auricular parece sacarlo de golpe de su estado de absoluta concentración.
- ¿Como? ¿Elecciones? ¿No era un reportaje sobre erecciones? -Manolo nota como su cara se ha puesto del color de la grana, y susurra en un hilillo de voz a la cámara: Gracias por todo. Devolvemos la conexión...
jueves, 6 de marzo de 2008
Libros, libros y más libros
Los hay a cientos, a miles, de todos los tamaños y colores, de misterio, de aventuras, de romances y de intrigas, históricos o cómicos, clásicos y modernos, de cualquier año, de cualquier editorial, en tapa dura o tapa blanda, incunables o los últimos best sellers, en pilas, montones, en pulcras estanterias o en humildes cajas de zapatos, pero siempre, libros.
¡Por fin ha vuelto la Feria del Libro Antiguo y de Ocasión!
¡Por fin ha vuelto la Feria del Libro Antiguo y de Ocasión!
martes, 4 de marzo de 2008
La dignidad
Este cuento trata sobre la dignidad. En concreto sobre la dignidad de los figurantes de ópera, y sobre como, cuando menos lo esperas, te tratan de despojar de ella.
Este cuento trata sobre doce actores que en una ópera se pasan toda la representación sobre el escenario, moviendose, corriendo, arrastrando, subiendo, bajando, moviendose, actuando, trabajando al fin y al cabo, y que llevan un mes acudiendo a ensayar entre seis y nueve horas cada dia. Y tambien trata sobre la gente de un coro, que apenas salen unos minutos en los actos uno y tres, que solo han ensayado con el resto del equipo tres veces durante menos de una hora y media, que tratan a los actores con prepotencia, y que ocupan por pura ignorancia las marcas y los espacios donde los demás estan trabajando.
¿Qué ocurre en este cuento? Que al final, cuando cae el telón, al acabar el último acto, todos se situan para saludar y los actores, tras una rápida reverencia desaparecen entre bambalinas para no ser vistos más, mientras los del coro, protagonistas según parece de esta ópera, restan junto a los solistas hasta que todo termina.
En este cuento, los actores se sienten indignados, no ya por el hecho de recibir más o menos aplausos, que es lo de menos (para casi todos), sino por que la manera de organizar los saludos es un indicador por el que medir el reconocimiento por parte del equipo de dirección de escena al trabajo realizado a lo largo de este duro mes que los actores han dedicado íntegramente a este montaje. Algunos actores piensan incluso que da la impresión de que salen a saludar tan solo por compromiso. Hay otros que consideran que toda la confianza que la directora de reposición se habia ganado, tras insistir en la importancia del trabajo de los actores, y su vital papel en el desarrollo del cómico argumento, ha desaparecido, y que quizas esa falta de confianza pueda influir en la confianza de los actores en su propio trabajo, y por ende, en la concentración durante las representaciones, y en última instancia sobre la calidad de las mismas. Y ya hay quien insinua, que quizás le entren mareos y no pueda acudir a esa pantomima de saludo que les ha sido preparada.
¿Como termina este cuento? El final, como en la vida real, no es feliz, pero tampoco es un final triste. Los actores, con humildad, asumen (pese a las alentadoras aunque falsas palabras de la directora de reposición) que están en el último peldaño de la escala del teatro, y que no tienen derecho a pedir nada, a desear nada, a esperar nada, a ser reconocidos como actores, a respirar sin permiso, pero como son profesionales, van a seguir dejándose la piel sobre el escenario, y tratando de superarse en cada función, porque los actores se han dado cuenta de que no necesitan que nadie les dé palmaditas en la espalda, ni que les diga enhorabuena (aunque siempre se agradece), porque sí, estan en el último peldaño de la escala, pero al menos tienen dignidad. Dignidad de figurante.
Este cuento trata sobre doce actores que en una ópera se pasan toda la representación sobre el escenario, moviendose, corriendo, arrastrando, subiendo, bajando, moviendose, actuando, trabajando al fin y al cabo, y que llevan un mes acudiendo a ensayar entre seis y nueve horas cada dia. Y tambien trata sobre la gente de un coro, que apenas salen unos minutos en los actos uno y tres, que solo han ensayado con el resto del equipo tres veces durante menos de una hora y media, que tratan a los actores con prepotencia, y que ocupan por pura ignorancia las marcas y los espacios donde los demás estan trabajando.
¿Qué ocurre en este cuento? Que al final, cuando cae el telón, al acabar el último acto, todos se situan para saludar y los actores, tras una rápida reverencia desaparecen entre bambalinas para no ser vistos más, mientras los del coro, protagonistas según parece de esta ópera, restan junto a los solistas hasta que todo termina.
En este cuento, los actores se sienten indignados, no ya por el hecho de recibir más o menos aplausos, que es lo de menos (para casi todos), sino por que la manera de organizar los saludos es un indicador por el que medir el reconocimiento por parte del equipo de dirección de escena al trabajo realizado a lo largo de este duro mes que los actores han dedicado íntegramente a este montaje. Algunos actores piensan incluso que da la impresión de que salen a saludar tan solo por compromiso. Hay otros que consideran que toda la confianza que la directora de reposición se habia ganado, tras insistir en la importancia del trabajo de los actores, y su vital papel en el desarrollo del cómico argumento, ha desaparecido, y que quizas esa falta de confianza pueda influir en la confianza de los actores en su propio trabajo, y por ende, en la concentración durante las representaciones, y en última instancia sobre la calidad de las mismas. Y ya hay quien insinua, que quizás le entren mareos y no pueda acudir a esa pantomima de saludo que les ha sido preparada.
¿Como termina este cuento? El final, como en la vida real, no es feliz, pero tampoco es un final triste. Los actores, con humildad, asumen (pese a las alentadoras aunque falsas palabras de la directora de reposición) que están en el último peldaño de la escala del teatro, y que no tienen derecho a pedir nada, a desear nada, a esperar nada, a ser reconocidos como actores, a respirar sin permiso, pero como son profesionales, van a seguir dejándose la piel sobre el escenario, y tratando de superarse en cada función, porque los actores se han dado cuenta de que no necesitan que nadie les dé palmaditas en la espalda, ni que les diga enhorabuena (aunque siempre se agradece), porque sí, estan en el último peldaño de la escala, pero al menos tienen dignidad. Dignidad de figurante.
lunes, 3 de marzo de 2008
Polillas
¿No habéis tenido nunca la terrible sensación de lo inevitable? De caminar, pese a la razón, pese a todas las señales, por un camino que lleva a un destino que tememos, y que seguramente acabará con una cicatriz más en nuestro pecho y un nuevo cuento triste de lunas llenas que nos acompañará para siempre.
Solo nos cabe esperar mirando aterrados como nuestros pasos nos guían, como polillas atontadas por la luz brillante de una sucia bombilla que una vez tras otras se lanzan al ardiente vidrio que les consumirá las alas y la vida, como ya ha hecho con su razón. Es ineluctable.
Y esto, también es verdad...
Solo nos cabe esperar mirando aterrados como nuestros pasos nos guían, como polillas atontadas por la luz brillante de una sucia bombilla que una vez tras otras se lanzan al ardiente vidrio que les consumirá las alas y la vida, como ya ha hecho con su razón. Es ineluctable.
Y esto, también es verdad...
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