Llueve afuera, sin descanso.
Toda la noche ha estado lloviendo, y ha sido mi nana el cansado repiqueteo de las gotas contra la ventana, los capós de los coches o los innumerables charcos. Ahora ha amanecido pero todo sigue igual. En las frías calles mojadas apenas se distingue de vez en cuando la oscura mancha de un paraguas o los faros fugaces de los escasos coches que pasan salpicando de agua sucia las aceras. El cielo, de un triste gris, se vuelve cada vez más oscuro y trata de hacernos olvidar que alguna vez hubo un sol tras la opaca cortina de negras nubes, y del que después de tantos días hemos perdido ya toda conciencia.
Yo, bien abrigado, contemplo desde detrás de los cristales como sigue cayendo, imperturbable, la lluvia. De fondo suenan John Coltrane y Duke Ellington, con su In a sentimental mood. La lenta cascada de notas del saxo tenor va cayendo como lo hacen las gotas que han quedado en el vidrio de la ventana y cala más de lo que lo haría la misma lluvia, mientras los acordes del piano, precisos y delicados, se abrazan a mi alma. Y me había convencido de que esta vez no iba a ponerme melancólico, pero creo que ya llego tarde.
No queda nadie. Solo estamos la lluvia, el jazz y yo. Todos han huido, buscando un descanso de la enfermiza rutina, del monótono vivir de a diario. Pero yo sigo aquí, solo, meditabundo, viendo caer la incesante lluvia. Me siento cómodo, tranquilo, sin echar en falta nada. Estoy yo, con mis ideas y mis proyectos, con mis esperanzas y mis ilusiones, también con mis tristezas y añoranzas, pero por encima de todo conmigo mismo. Conociéndome cada día un poco mejor y aprendiendo a comprenderme y a tener paciencia conmigo. A no hundirme cuando me puede la tristeza, y a no dejar de tocar el suelo cuando me gana la alegría. A saber controlarme un poco cuando el corazón me desborda de cariño, y a soportar la inevitable caída que siempre viene después. A no pararme, pase lo que pase, y a sonreír, porque algún día tiene que salir de nuevo el sol.
Colón anotó en su diario unos días antes de avistar por primera vez tierra 'Toda la noche oyeron pasar pájaros'. Nuestros pájaros llevan ya unas pocas noches pasando, ¿los oís?. Quizá estemos a punto de descubrir un nuevo mundo.