No es que haya olvidado ya mi proposito de continuar escribiendo en este blog. Tan solo es que en las ultimas semanas he andado muy ocupado sacandome una pequeña espinita que llevaba clavada desde el año pasado.
En efecto, se trata de la Berlinale. Y si el año pasado solo pude acudir a un film, que además dejó bastante que desear, este año me he resarcido de lo lindo, y por fin, me he metido de lleno en el espíritu del festival.
Mi Berlinale este año han sido 10 días locos en los que apenas he parado, 14 peliculas de casi todas las categorias, de 11 paises diferentes en 9 idiomas distintos; ha sido descubrir 8 nuevos cines, hacer largas colas cada mañana para conseguir entradas a precio reducido, algunas veces incluso siendo el primero ante la taquilla del Friedrichstadt Palast a las 8 de estas frias mañanas berlinesas; ha sido colarse una noche en la alfombra roja, y ser fotografiado por error por algun fotografo despistado; ha sido ver grandes peliculas, muchas nuevas, alguna que otra antigua, muy antigua, pero con ese gusto que deja tener el placer de verlas en pantalla grande; han sido los debates sobre cine, las largas horas preparando que peliculas queria ver, y verlas con los amigos; ha sido viajar a cualquier lado y llevar solo en la cabeza el cine, y bajo el brazo, el Journal de la Berlinale; han sido Taxi driver, o El septimo sello, o Patang, o el caballo de Turin, o Sacrificio; ha sido en definitiva, vivir por y para el cine durante 10 intensos dias. Una experiencia, que aunque me ha dejado agotado, ha compensado con creces cualquier expectativa que tuviera puesta en la Berlinale de este año.
Ahora, mientras espero con ilusión la Berlinale del año próximo, me entretengo organizando con unos amigos nuestro propio festival de cine, la Kreuzkoellnale.