Nieva con fuerza sobre Berlin. En la penumbra del salón miramos la nieve caer por la ventana. Apenas se oyen ruidos afuera: todos se esconden en sus casas, a cobijo del cruel frío que campa a sus anchas por las vacías calles. Las luces de las farolas dibujan formas caprichosas en las blancas paredes de la cálida estancia. Suave, a media voz, la voz de Maja Vasiljevic flota llenando cada oscuro rincón. El glühwein caliente en la mano, una buena manta sobre las piernas en el mullido sofá, y la sensación de no estar en Berlin, sino a cientos de kilómetros hacia el este, en algún templo ortodoxo ruso. ¿Qué mejor manera podríamos tener de celebrar la primera nieve del nuevo invierno?
jueves, 2 de diciembre de 2010
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