miércoles, 9 de junio de 2010

Música en el metro

Sí, sé que es lo normal en las ciudades grandes. Músicos itinerantes entran en el vagón del metro y por una parada o dos deleitan a la gente con algunas canciones, para solicitar después un pequeño óbolo. Pero vamos, siempre suelen ser un violinista, o un trompetista...

Hoy me he asombrado al ver entrar en mi vagón dos saxofones, un tio con una melódica, otro con un contrabajo, otro con un acordeón y un último individuo con algo de percusión, que han tocado a un ritmo endiablado Hit the road Jack y Sweet Georgia Brown. ¡Aún estoy alucinando!

lunes, 7 de junio de 2010

Stadt ohne Ende

Eine Stadt ohne Ende, una ciudad sin fin. Eso parece Berlin cuando empiezas a recorrerla fuera del turístico centro. De este a oeste, de norte a sur, a lo largo de sus casi novecientos kilometros cuadrados de superficie.


Este fin de semana he tenido oportunidad de conocer algunas zonas a las afueras de Berlin, aunque todavía dentro de la ciudad. Zonas tan pintorescas como el antiguo pueblo de Lübars (ahora parte del barrio de Reinickendorf) con sus pequeñas granjitas de caballos y ovejas, sus riachuelos y prados (el Tegeler Fließ). La impresión que da es la de que, al contrario de lo que ocurre en otras ciudades donde pasado el último edificio la ciudad acaba abruptamente, Berlin se va disolviendo de manera gradual según te alejas del centro, hasta que sin darte cuenta te encuentras en medio de la Naturaleza.


Y en el extremo contrario de la ciudad, aprovechando el calor del pasado fin de semana, he podido visitar otra zona (esta más conocida, al menos por los berlineses) llena de encanto y que refuerza mi impresión de la apertura de la ciudad, esa sensación de no tener límites. Se trata del bosque de Grünewald. Y sí, es un verdadero bosque, dentro de la ciudad (y me consta que no es el único). Un punto de encuentro para los berlineses que no pueden escapar al mar del Norte en verano, y que acuden con el buen tiempo a disfrutar en familia de sus multiples lagos.


Ha sido una experiencia fantástica poder recorrer el bosque en bicicleta, nadar desnudo en cada lago (¡Viva la FKK!), pasar el día en contacto con la naturaleza, y conocer un poquito mejor esta ciudad que cada día que pasa me gusta más. Y pienso seguir descubriendo más cosas, porque aquí las posibilidades, como la ciudad, no tienen fín.

viernes, 4 de junio de 2010

Wallhunting

La visión del muro de Berlín con la que se identifica todo el mundo, la que hemos visto tantas veces en la televisión, y que nos resulta tan familiar, coincide con la visión que se tenía del muro desde Berlín Oeste, la de la Alemania Federal, pero que no tiene nada que ver con lo que en realidad separaba una Berlín de la otra.

Cuando pensamos en el Muro, enseguida imaginamos la hilera de piezas de hormigón de 3,75m de altura, pero esta no era sino el último obstáculo de una larga lista de elementos que conformaban la llamada "franja de la muerte", una zona de entre 50 y 200m de ancho, donde ningún ciudadano tenía permiso para entrar, y donde los soldados que custodiaban la zona tenian instrucciones de tirar a matar para evitar cualquier fuga. Para comprender mejor como funcionaba esa franja de la muerte, así como la que separaba el territorio de las Alemanias Federal y Democrática fuera de Berlin, recomiendo ver el video de la Deutsche Welle "Encerrados: la frontera interalemana".

Más de 20 años después de la caida del muro, aún pueden encontrarse restos de todos estos elementos de defensa pertenecientes al Muro: lámparas que iluminaban la "franja de la muerte", carriles para los coches de patrulla, verjas, restos de alambrada,... Así que con la ayuda de un fantastico libro (obsequio de mi hermano) que describe cada tramo de muro urbano de Berlín (42 o 43 km) , he decidido hacer Wallhunting: buscar los vestigios remanentes de las fortificaciones del Muro, cámara de fotos en mano, y de paso disfrutar del buen tiempo al aire libre conociendo mejor mi ciudad.

Carril y farola en el perimetro de defensa
de la antigua industria Bergmann-Borsig

Die Sonne

Son los días como este los que me hacen darme cuenta de por qué quiero vivir en Berlin. Un día radiante y cálido, con un hermoso cielo azul. Un día para salir a la calle a pasear. Para tirarse en la hierba en el Lust Garten o junto al Spree en Hackescher Markt. La ciudad esta preciosa y llena de vida. Gente caminando arriba y abajo por las calles, gente sentada en terrazas o jardines, miles de bicicletas,...


Para redondear la tarde, no hay nada mejor que una visita a alguno de los museos estatales, que cada jueves a partir de las seis son absolutamente gratis. Hoy, por fin, he podido visitar el Pergamonmuseum, que alberga la colección de arte griego y romano, de Asia menor, y árabe. Entre sus maravillas se encuentran el Altar de Pérgamo, la puerta del mercado romano de Mileto, y la majestuosa reconstrucción de la Puerta de Ishtar en Babilonia.

Ebrio de emociones abandono poco después el museo para dirigirme a Hermannplatz, al principio de Sonnenallee, para atender un extraño evento, mezcla de teatro improvisado y clase de alemán para principiantes. Allí, en buena compañía y con muchas risas, acabo de agotar un día magnifico de los que hacen que vivir aquí sea tan especial. Llego a casa un poco tarde, un poco cansado y también un poco achispado. Y mañana...

Mañana, si el tiempo sigue igual de radiante, empezaré la primera de mis excursiones como Wallhunter. ¿Que qué es eso? Creo que dejaré la explicación para mañana. Buenas noches, y dulces sueños. Gute Nacht! Träum was Schönes!

martes, 1 de junio de 2010

Fusión


La fusión es un proceso físico que consiste en el cambio de estado de la materia del estado sólido al estado líquido por la acción del calor.
Wikipedia

Un día te levantas temprano y al pisar la calle notas que la nieve que ayer pintaba de un blanco inmaculado tiene hoy un feo y sucio aspecto amarronado. Parece que las temperaturas van subiendo así que la gente se prepara para lo peor: a fuerza de pisar los restos níveos, se forman masas compactas que al llegar la noche y bajar las temperaturas acaban transformándose en letales placas de hielo, donde resbalar y caer es más un hábito que una remota posibilidad. Al cabo de unos días de continuos e inevitables hielos y deshielos, los pequeños promontorios son cada vez menores y el verde de la hierba y los arboles, y las pequeñas flores, pugnan por llenar de colores la ciudad congelada en su foto en blanco y negro.

Un buen día, cuando te levantas, ya no hay nieve. Se ha fundido. ¡La primavera ya está aquí!

O al menos eso me dijeron hace ya unos cuantos meses. Yo sigo esperando...

Una gran sonrisa

Hacia mucho que no me dejaba caer por aquí. Nunca me he olvidado de este rincón de mi alma, pero en algunas épocas de mi vida esta menos pre...