lunes, 15 de octubre de 2007

Luces



Siempre, desde que tengo memoria, me ha gustado ver las luces de la ciudad.

Cuando apenas era un renacuajo que no llegaba al alféizar de la ventana, y mis ojos necesitaban de una pequeña ayuda óptica, me encaramaba como podía al anochecer a la ventana del cuarto de mis padres que daba a un amplio deslunado, y allí, olvidadas las lentes sobre la cama, miraba sin ver, las infinitas luces que llenaban la ciudad como una extraña constelación de estrellas fluorescentes. Me sobrecogía ver tantas luces y una súbita emoción me recorría el cuerpo como años después conseguirian hacerlo las estrellas y constelaciones de verdad. Desde entonces, y pese a que ya no uso gafas, me sigue gustando mirar las luces de la ciudad, cada una un mundo de vidas y sueños, un pequeño universo de risas y llantos.

Y si persevero, a veces, por encima de los tejados aparece tímida la luna...

jueves, 4 de octubre de 2007

Pequeño diario estival

Afinal, a melhor maneira de viajar é sentir.
Sentir tudo de todas as maneiras.
[...]

Fernando Pessoa



20 de julio-23 de julio, A Coruña

El comienzo de todo viaje tiene siempre un primer paso. El nuestro fue el de A Coruña. Teníamos concierto con el coro en el Palacio de la Ópera, y disponíamos de varios días para visitar la ciudad, preparar las actuaciones de nuestro bautizo de nuevos en el coro, y repasar un poco las partituras.

Lo que más recuerdo de esa parte del viaje son las carreras con Diego y Gloria por los pasillos del hotel; las botellas de Ribeiro que amenizaban los ensayos en la habitación; la playa de san Amaro completamente vacía para mi, para poder bañarme bajo la lluvia; cantar de nuevo La Posada de la Núvia...


23 de julio-24 de julio, Porto

Nuestra estancia en Porto fue muy fugaz. Apenas una ciudad de paso en nuestro camino a Lisboa. Pero no por ello menos intensa. Fue estupendo poder volver a pasear por los lugares que ya conociera el año pasado con mi hermano en nuestro anterior viaje. Visitar el centro, caminar por el margen del Douro, o cruzar por el ponte Dom Luíz I al mirador del Mosteiro da Serra do Pilar. Hicimos una pequeña excursión a una bodega famosa, y por la noche, después de nuestras actuaciones fuimos bautizados con oporto. Noche inolvidable.


24 de julio-29 de julio, Lisboa

Como describir el cúmulo de sentimientos y emociones al volver a pisar de nuevo la ciudad del Tejo. Era como volver a casa de nuevo, después de un año lejos: la alegría al pasar junto a tantos sitios conocidos, la excitación al recorrer de nuevo sus antiguas calles, los recuerdos agolpándose en mi mente.


Veníamos a hacer un concierto con la Coral Lisboa Cantat y con la excusa, tiramos unos cuantos días visitando Lisboa. Los lugares comunes y los no comunes, los grandes puntos turísticos y los rincones absolutamente personales; salir de fiesta por Bairro Alto (grande esa visita relámpago al Mescal), o tomarnos una SuperBock oyendo una jam en el Hot Clube; ver amanecer en Marques de Pombal, o darse un bañito en Cascais; los fantásticos días de supervivencia con Ju; el embargo de Gabriel y Galán en labios de Ubeda, a la orilla del mar...


Y cuando todo el coro volvía a casa, yo, exhausto pero contento, y con la maleta rozando el límite permitido de peso, ponía rumbo a mi siguiente destino.

29 de julio-22 de agosto, São Miguel (Islas Azores)

Aunque fue una maravilla poder disfrutar de tanto tiempo en ese lugar paradisíaco, lo mejor de todo fue poder volver a ver a mi hermano después de unos meses separados. Al vivir en su casa, tal como pasan los días empiezas a dejar de sentirte un turista para ser un azorense más, plenamente integrado en la isla.

De todo este largo periodo me quedo con muchísimas cosas. La ruta de una semana en el carrinho con Pepelu, Fernan y su novia. Los geniales compañeros de piso de mi hermano: Josevi mi profesor de mergulho trompetista; Pablo, al que ayudé un bocadinho a hacer su corto documental sobre maltrato doméstico en las Azores; y Martin, el francés bohemio. Las salidas por las tardes a bucear, o a hacer senderismo. Esas deliciosas churrascadas en el quintal de casa. El concierto de Gilberto Gil en el Coliseo Micaelense. La panadería de al lado de casa, que siempre abre toda la noche y en la que puedes hacerte picos de crema, o de chocolate, cuando vuelves de fiesta a las tantas.


Todos los lugares visitados, todas las personas que han formado parte de este viaje. Los músicos cubanos que tocan en el 'Colegio' y en particular Alfredo, y el maestro Barani, trompetista excelso, que tantas tardes pasó con nosotros. Nuestros colegas nórdicos, incluyendo a Jenny, Aku y Jonna, que tanto nos han dado que hablar durante agosto. Las amigas portuguesas de Pablo. Los cientos de becados españoles en la isla que siempre veíamos en Campo de São Francisco. Oreste, y Grazia.


Y sin tiempo para más, vuelta a casa con la maleta llena de recuerdos y nuevas amistades, así como unos veinte o treinta libros que mi hermano me encomendó de vuelta.

7 de septiembre-13 de septiembre, Italia

Y cuando parecía que por fin se calmaba un poco el trajín, a llenar la mochila de nuevo. La idea era alquilar un coche con el que recorrer los alrededores de Roma y bajar hasta Nápoles para dedicar los últimos días a Roma. Al final, la ruta se convirtió en un viaje temático a diferentes lugares emblemáticos de la Segunda Guerra Mundial, como Anzio (donde visitamos el cementerio aliado) o Cassino (donde visitamos el cementerio de los países de la Commonwealth, el polaco y el alemán).



Bastante decepcionante fue la visita al Vesubio, que según parece, cierra por las tardes, o a Pompeya y Herculano, que por falta de tiempo no pudimos ver. El caso es que después de varios días dando vueltas, conseguimos llegar a Roma. Y allí, todo impresionante. Tan impresionante que a los dos días ya estábamos saturados de monumentos, ruinas e iglesias, y nuestra visita nocturna al Trastevere tampoco ayudó mucho.



El resto fue todo pura aventura: una pareja copulando en plena tarde bajo un puente del Tiber, las agrias disputas sobre la localización de la segunda escena de Cinema Paradiso, la mañana de compras entre la Via Internazionale y la Via Corso, la grata velada con Claudia, Giorgia y Alessandra (mmm, juraría que habia más gente pero no los recuerdo muy bien). Cuando nos descuidamos, ya estábamos aterrizando en casa de nuevo. Mis vacaciones, ya definitivamente, habían terminado.

miércoles, 3 de octubre de 2007

De viajes y buenas intenciones


Este año, por primera vez en muchísimo tiempo, he tenido el mes de agosto libre.

¿Como ha podido ocurrir? Francamente, no lo se. Yo aún no me lo explico, pero el caso es que así ha sido. Y para celebrar tan extraordinario suceso, aprovechando una serie de venturosas carambolas, me he permitido el lujo de pasar un mes trotando fuera de casa.

Cuando empezó mi viaje tenía la idea de escribir en este blog un pequeño diario, contando los acontecimientos en los que me podía ver envuelto y la manera de desenvolverme (petit hommage a Les Luthiers) pero, como suele ocurrir, todo quedó en agua de borrajas. El trasiego continuo de una ciudad a otra, la imposibilidad de tener una conexión regular a internet, la abulia inherente al que estas palabras suscribe... También, me da por pensar que quizás lo que a uno le parece interesante por estar viviendolo en primera persona, a un sufrido lector le puede resultar de extremo aburrimiento, y más si este tipo de posts se suceden con frecuencia.

Así que pienso reducir todo ese pensado diario a una escueta entrada en esta bitácora, y ahorraros así un largo tostón.

Despertar

Cuentan que la Bella Durmiente
nunca despertó de su sueño.

Leopoldo María Panero, Érase una vez


Yo, sin embargo, sí lo he hecho. Y ya estoy por aquí...


Una gran sonrisa

Hacia mucho que no me dejaba caer por aquí. Nunca me he olvidado de este rincón de mi alma, pero en algunas épocas de mi vida esta menos pre...